“Todos los éxodos son el mismo éxodo”

La escritora Mª Jesús Orbegozo presenta ‘El éxodo de Málaga a Almería’ hoy en Zebras

Mª Jesús Orbegozo acaba de publicar una novela corta.
Mª Jesús Orbegozo acaba de publicar una novela corta. La Voz
Marta Rodríguez
20:35 • 25 abr. 2018

“Todos los éxodos son el mismo éxodo”. Es la frase que abre el último libro de María Jesús Orbegozo (Zumárraga, 1945). La frase con la que la escritora equipara la huida de los hebreos del antiguo Egipto, la de refugiados de la guerra de Siria y la de los malagueños que en febrero del 37 se echaron a la carretera de Almería atemorizados por los fascistas. La autora se pregunta qué importa el momento y el lugar del éxodo cuando todos son el mismo. Cuando lo único que de verdad importa es que esas multitudes que escapan “están formadas por cientos, por miles, por cientos de miles de hombres y mujeres, únicos” en su sufrimiento.



En el prefacio de la novela ‘El éxodo de Málaga a Almería’ (La Isleta, 2018), Orbegozo propone al lector una simple metáfora que ilustra a la perfección lo que ha pretendido hacer con esta obra. Lo invita a observar los pies que caminan cansados y llenos de polvo de la masa para después guiarlo, a través su narración, hasta las manos, cansadas de trabajar, de cada uno. Hasta el rostro individual al que ya no le quedan lágrimas. Hasta el inenarrable dolor del que lo pierde todo a cambio de nada. “Es difícil ver al individuo entre la masa, porque aunque todos sufriesen llagas o no tuviesen qué comer, cada uno partió de una casa, dejó atrás a sus mayores o perdió a sus hijos”, explica.



Con el afán de humanizar la Masacre de la Carretera de Málaga a Almería -uno de los episodios más crueles y desconocidos de la Guerra Civil Española-, la escritora ha situado en el camino a dos familias ficticias que reúnen las singularidades que compartían miles de refugiados. Aquellos que sufrieron el desconsuelo del éxodo en toda su magnitud. “Son republicanos y vienen de un pueblo de la sierra malagueña, como ellos hubo miles; no he elegido a dirigentes políticos, médicos o abogados, ya que me parecía que la representación máxima de ese éxodo eran las personas arrancadas de sus cuatro tierras y sus animales, de su medio de supervivencia más elemental”, argumenta.



De la mano de Cirila, Teresa e Isidoro, el lector asiste a la marcha apresurada desde Gerín -trasunto de los pueblos de la sierra- en dirección a una Málaga en una situación catastrófica. “Llegaban huyendo del avance fascista, se calcula que fueron unas 200.000 personas; por exagerada que sea esta cifra es un desbordamiento imprevisto. No había dónde acogerlos, se alojaron en iglesias, en una fábrica de tabaco. Los más afortunados, en conventos que estaban vacíos pero tenían una estructura de camas y agua. La mayoría vivió en la inmundicia, sin agua corriente; en la Catedral había cientos de personas encendiendo velitas para hacer su comida”, relata Orbegozo. 



En esa situación límite, los protagonistas de ‘El éxodo de Málaga a Almería’ despiertan  lo mejor y lo peor del género humano: la solidaridad de la vecina que les proporciona ropa seca, el gesto huraño del grupo  que tiene que hacinarse aún más para hacerles sitio.



El cerco se estrecha y los que posponen la salida a la noche del domingo o la mañana del lunes ya no pueden escapar. Para los que consiguen huir, tras ocho días de penurias y bombas, Almería no resulta ser la esperada tierra prometida



Pese a todo, según Orbegozo, “Almería contaba con cierto control institucional; el Socorro Rojo estaba operando y tuvieron la lucidez de distribuir a los recién llegados por otras zonas republicanas, lo que permitió aliviar la ciudad”. Así pues, después de la provincia vendría el Levante y, para muchos, Francia y el exilio. Pasado el tiempo, algunos regresaron. Pocos dejaron de sentirse extranjeros en su tierra.



El lugar al que regresaban ya no era su tierra, era un estado policial. Al acabar la guerra, las autoridades conminaron a todos a volver y dispusieron trenes de mercancías para repatriar a los pueblos, pero al poner un pie en Málaga, ahí estaba la Policía Secreta esperando. Los que pudieron conservar sus bienes callaron aterrados”, confiesa la autora, al tiempo que evoca una expresión, exilio interior, para ilustrar ese sentimiento de desa­rraigo. 


Olvido

¿Y por qué el olvido de un crimen tan atroz 81 años después? “Hay dos razones que se resumen en la culpabilidad de los dos bandos: los fascistas, pasado el momento de gloria, quisieron ocultarlo, pero es que los republicanos abandonaron absolutamente a su suerte a la población, el jefe militar huyó sin decir nada dejando sin defensa la ciudad”. 


Orbegozo, que descubrió el suceso conocido como La Desbandá en una exposición fotográfica del médico canadiense Norman Bethune y, desde entonces, no ha cesado de leer e investigar sobre el tema, encontró en el escritor y periodista Miguel Naveros el entusiasmo que necesitaba para sentarse a escribir esta novela corta. De ahí que la presentación prevista para hoy jueves 26 de abril, a las 19.30 horas, solo tenga un lugar posible de celebración: la Librería Zebras. Allí la acompañarán el historiador Rafael Quirosa y la escritora Concha Castro


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