Se respiraba en el ambiente que iba a ser una noche gigante, de salir por la puerta grande. Hasta las nubes, que amenazaron a la mañana malos augurios en forma de inocentes gotas, terminaron abriendo su opacidad para dejar paso al brillo. Tan indisoluble como es la sombra al cuerpo, es el talento y el arte a Sara Baras, que anoche volvió, precisamente, a asombrar al público reunido en la Plaza de Toros, en la quinta de las seis citas estelares del 52º Festival de Flamenco y Danza que organiza el Área de Cultura, Educación y Tradiciones del Ayuntamiento de Almería. Lo hizo con el espectáculo con el que celebra el vigésimo aniversario de su compañía, ‘Sombras’, un eje conceptual sobre el que gira una puesta en escena cuidada y una producción musical de altura, que acabaría haciendo las delicias tanto de los flamencos más puros como los más aperturistas.
Porque con Keko Baldomero como director musical, el repertorio osciló desde la adaptación flamenca de esa cantinela de origen galaico que es la farruca, que serviría de hilo conductor, hasta unos pasajes más metálicos de saxofón, presentados además con estética de años veinte, pasando por unos ligeros aires franceses en un vals con recuerdo a Leonard Cohen y Federico García Lorca.
Como no hay luz sin oscuridad, fue la penumbra la que introdujo al cuerpo de baile, formado por María Jesús García Oviedo, Charo Pedraja, Cristina Aldón, Sonia Franco, Daniel Saltares y David Martín, en los primeros momentos del espectáculo. Aunque Sara Baras aparecería en escena poco después, alumbrando con sobriedad y porte, de esos que ni se compran ni se venden, de los que se tienen o no se tienen. Un número intenso, de momentos de concentración y complejidad considerable, que terminaron en sonora ovación con la conocida coda de la letra popular, “que con el tran, tran, tran, tran treiro, báilame farruca, báilame a compás”.
Fue la presentación de dos cantaores de auténtico lujo. El ya más que contrastado Antonio Flores ‘Rubio de Pruna’ y una de las joyas emergentes, Israel Fernández, de aspecto leonino. Con guitarras del propio Baldomero y de Andrés Martínez, con percusión de Antonio Suárez y Manuel Muñoz “Pájaro” y saxofón, armónica y flauta de Diego Villegas. Con este cuadro flamenco, sonó oscuro y poderoso el desarrollo de quejíos del romance y martinete y también la serrana, que terminarían derivando en un zapateado de manual, demostrando esas hechuras clásicas de las que Baras ha hecho gala en toda su carrera.
Pero también sabe mucho la bailaora gaditana de evolución y aperturismo. Y esos conceptos se apreciaron de manera clara en la adaptación del ‘Take This Waltz’ de Cohen, con letra de Lorca. Armónica para darle un fino aroma cosmopolita, tal y como requiere la pieza. Tras una colorista mariana y una vuelta al interludio leit motiv del espectáculo, tendría unos tangos como solista el bailaor José Serrano, artista invitado por Sara Baras, al igual que Tim Ries, cuyo saxofón brillaría de manera especial.
Tras la ‘Travesía’ instrumental compuesta por Ara Malikian, la velada llegaría a su tramo final con ‘Alegría’, un clásico de su repertorio, y unas bulerías corales y formales en primera instancia y como fin de fiesta más desinhibida al final, a pie de escenario, ante un público rendido, a los pies y magia de Sara Baras, estrella de sombra alargada.
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