En el Centro Cultural Unicaja, el Instituto de Estudios Almerienses de Diputación, con su director a la cabeza, Francisco Alonso, nos daban la bienvenida al homenaje del tenor más importante que haya salido de nuestra tierra. Para ello el historiador Antonio Sevillano y el profesor del Conservatorio de Música, Rubén, se encargaban de las notas biográficas y musicales respectivamente, trenzando su vida con piezas de su repertorio, de la mano del piano de Pablo Mazuecos y la voz del tenor Manuel Cerezo.
Biografía
Nace el 27/4/1868 en el paseo de Almería, esquina con la calle Navarro Rodrigo, en el seno de una familia burguesa. Su padre es un empresario vasco-francés de gran fortuna. Su madre, Alicia O’Connor, de origen irlandés, fue una excelente pianista y una enamorada del arte que, a pesar de morir cuando él tenía cuatro años, supo inculcarle la pasión por la música. Su padre fallece cuando apenas contaba diecisiete años y al ser unigénito hereda todo el patrimonio. Esta circunstancia juega a su favor permitiéndole iniciar en Madrid una carrera formativa. Desde muy temprana edad demuestra sus facultades musicales en diferentes círculos por donde va pasando. El maestro Enrique Villegas, director de la banda del Hospicio, será quien le dé el impulso para arrancar su carrera. En el último tercio del siglo XIX, Almería tenía una intensa vida cultural donde funcionaban a la vez cuatro teatros a la par que proliferaban las asociaciones culturales, donde Luis Iribarne participa activamente en toda su infancia.
Entonces se suspenden las palabras para dar paso a una de las canciones más populares de la época y ‘Oh sole mío’ y así romper el hielo musical.
Joven y con éxito
Con veinte años se produce su debut en Italia. En aquella época para triunfar en el bel canto, Luis sabía que debía probar suerte en la cuna de la ópera. Sevillano nos lee parte de su primera crítica después de su primera actuación, donde comienza siendo barítono en su juventud y donde ya se le califica como poseedor de una voz distinguida, con fraseo aristocrático y enorme versatilidad. Aptitudes que le acompañaran durante toda su época dorada.
Desde 1890 que llega a Milán le sucederán cuatro años de conciertos por Italia y Europa que lo encumbran a los puestos más granados de los cantantes de su tiempo. Se convierte en el Tenor Iribarne que es recibido en todos los teatros en olor de multitudes, giras americanas incluidas.
Suena entonces una canción popular del maestro Falla, “España”: Al paño fino en la tienda una mancha le cayó...por menos precio se vende porque perdió su valor. Manuel pone de manifiesto su timbre claro y brillante, unido a su dicción, un rasgo del registro de tenor, el más agudo de las voces masculinas y que se atribuía a Luis. Ello implica una preparación física y técnica sobresaliente.
Entre otras peculiaridades del retrato del artista sonará más tarde ‘Il Corsario’ de Verdi. Manuel canta en italiano al amor primero. Con ella Rubén nos desgrana lo que supuso la ópera para el mundo de finales del XIX, principios del XX. Entonces era el equivalente a los grandes musicales de la actualidad. Nos recuerda que esta modalidad nace en Florencia a principios del siglo XVII con la familia Medicci.
Generosidad versus calle
Sevillano retoma los apuntes vitales del tenor, de la mano de la biografía de Carmen Ramírez Rodríguez, y que editara el IEA en 2010, una obra que califica de exquisita. Y vamos paseando de su mano con un Iribarne de personalidad culta, afable y generosa quien colabora de manera desinteresada con todas las causas benéficas que la sociedad almeriense le propone. En sus visitas a nuestra tierra siempre ofrece conciertos benéficos. De esta actitud nada diva, a pesar de su inmensa fama, su tierra le devuelve en 1903 un sentido tributo, convirtiendo la entonces calle de los Aljibes en su calle, la del Tenor Iribarne.
Y sonará en la sala una pieza del Romanticismo alemán, un lieder (canción), de Robert Schumann, 'No te guardo rencor'.
El ocaso
Pero el esfuerzo físico exigido a un cantante de la época le pasa factura. Cuando comprende que su etapa de primera fila ha tocado a su fin, en 1903 monta una academia de canto en Madrid. De ella saldrán grandes divos de principios del siglo XX. Muere prematuramente a la edad de cincuenta y seis años. Su esposa Carmen Spencer le sobrevive tres décadas. No tienen descendientes.
La hermosa zarzuela
Y con la Zarzuela nos despedimos. Perfuma la sala una de las piezas más bellas de la velada, ‘La Tabernera del puerto’: No puede ser, esa mujer es buena, no puede ser una mujer malvada... Los ojos que lloran no saben mentir, las malas mujeres no miran así.
El impecable piano de Mazuecos y la sentida voz de nuestro tenor de hoy, Cerezo, nos arrancan las lágrimas desde el alma a las mejillas. Asentimos de la mano del profesor Rubén y de la mejor interpretación de la noche, lo injusto del tratamiento del mal llamado género chico y que no deja de ser ópera en español. Para mi gusto la mejor de todas y que me sigue subyugando como cuando era pequeña y la descubrí en una televisión mucho más culta que la de hoy.
Enhorabuena a todos. El Tenor Iribarne pervive entre nosotros si tocamos la tecla adecuada.
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