Juan Gabriel García
21:54 • 07 sept. 2011
En 1966 Eugenio Martín dirigió en Almería ‘El precio de un hombre’, una película que ha pasado a la historia como uno de los mejores westerns europeos jamás realizados. El cineasta regresa de nuevo a la provincia para participar como invitado y miembro del jurado en las actividades programadas por el Almería Western Film Festival.
Cineasta incansable y versátil, ha tratado con acierto todo tipo de géneros; western, fantástico, musical, comedia, suspense..., su filmografía comprende más de 20 obras audiovisuales entre largometrajes, documentales, series para la televisión y cortometrajes. Además de por ‘El precio de un hombre’, Martín es reconocido por sus películas con Julio Iglesias, Rocío Dúrcal y Marisol, por la personalidad de su cine de suspense, y por haber firmado uno de los clásicos del cine fantástico y de terror más memorables de todos los tiempos, ‘Pánico en el Transiberiano’.
Alabado por directores como Quentin Tarantino y recuperado por las nuevas generaciones de cinéfilos, Eugenio Martín se nos presenta como un autor íntegro, un cineasta a reivindicar, un ave raris de nuestra domesticada cinematografía, y un gran enamorado de Almería.
El año pasado tuvo la oportunidad de venir a Almería para participar en el Curso de Verano de la UAL sobre el ‘Spaghetti western’ y, ahora, vuelve también por el western.
Almería, no cabe la menor duda, es una ciudad unida de una forma estrechísima al cine y somos muchos los que la recordamos desde cualquier sitio de España. Para nosotros, Almería es emblemática en cuanto al cine y estamos encantados de estar aquí de nuevo.
En 1966 dirigió ‘El precio de un hombre’, ¿se imaginaba entonces que más de 40 años después seguiríamos hablando de ella?
Eso no lo piensas nunca porque siempre estás diciendo, - vamos a ver lo que me sale esta vez. Lo que sí ocurría positivamente es que la historia partía de una novela americana y a mí me pareció que aquello era una especie de garantía con una cierta posibilidad de éxito y, en efecto, tuvimos suerte.
¿Cómo se gestó el proyecto?
El productor, Pepe Maesso, había leído esa novela y me la pasó para ver si yo apreciaba una historia. Me gustó muchísimo y le dije completamente que sí. Compró los derechos y empezamos a trabajar en el guión con un guionista americano que nos ayudó con los diálogos. Se lo dimos a Tomas Milian y le encantó.
El debut de Tomas Milian en el género, referente del western europeo, se produjo en esta película.
Era un buen momento porque él deseaba hacer una película con más posibilidades de éxito porque las que había hecho hasta entonces eran de un perfil más intelectual, para un público minoritario. Siendo como era un buen actor, le faltaba dar un salto para entrar en todos los géneros y esta película le vino de maravilla.
Durante la preproducción, ¿en qué momento suena el nombre de Almería?
Sabíamos que en Almería se habían hecho algunas películas. Vinimos el productor y yo y, en cuanto llegamos a las localizaciones, nos pareció que era el paisaje ideal para hacer la historia que nosotros teníamos.
¿Se construyó un poblado expresamente para la película?
Sí. Recorrimos aquellos parajes para ver dónde se podía construir un poblado y escogimos uno que tenía unas montañas a una distancia adecuada para que estuvieran de fondo sin pesar en exceso. Seleccionamos uno y Maesso encargó el decorado. Lo hizo uno de los mejores decoradores de España, Paco Canet, y tuve la oportunidad de ir pidiendo cosas conforme se iba haciendo el decorado.
¿Fue un rodaje especialmente duro por las condiciones del desierto?
Más que dureza, yo diría con un ambiente extraordinariamente interesante, como de aventuras. Había vientos terribles y teníamos que rodar con gafas para evitar el polvo, los labios resecos..., parecía que estábamos en el Oeste de verdad. Tenía una emoción especial. Era un rodaje muy distinto de los que había hecho en mi trayectoria profesional.
Leone todaví
Cineasta incansable y versátil, ha tratado con acierto todo tipo de géneros; western, fantástico, musical, comedia, suspense..., su filmografía comprende más de 20 obras audiovisuales entre largometrajes, documentales, series para la televisión y cortometrajes. Además de por ‘El precio de un hombre’, Martín es reconocido por sus películas con Julio Iglesias, Rocío Dúrcal y Marisol, por la personalidad de su cine de suspense, y por haber firmado uno de los clásicos del cine fantástico y de terror más memorables de todos los tiempos, ‘Pánico en el Transiberiano’.
Alabado por directores como Quentin Tarantino y recuperado por las nuevas generaciones de cinéfilos, Eugenio Martín se nos presenta como un autor íntegro, un cineasta a reivindicar, un ave raris de nuestra domesticada cinematografía, y un gran enamorado de Almería.
El año pasado tuvo la oportunidad de venir a Almería para participar en el Curso de Verano de la UAL sobre el ‘Spaghetti western’ y, ahora, vuelve también por el western.
Almería, no cabe la menor duda, es una ciudad unida de una forma estrechísima al cine y somos muchos los que la recordamos desde cualquier sitio de España. Para nosotros, Almería es emblemática en cuanto al cine y estamos encantados de estar aquí de nuevo.
En 1966 dirigió ‘El precio de un hombre’, ¿se imaginaba entonces que más de 40 años después seguiríamos hablando de ella?
Eso no lo piensas nunca porque siempre estás diciendo, - vamos a ver lo que me sale esta vez. Lo que sí ocurría positivamente es que la historia partía de una novela americana y a mí me pareció que aquello era una especie de garantía con una cierta posibilidad de éxito y, en efecto, tuvimos suerte.
¿Cómo se gestó el proyecto?
El productor, Pepe Maesso, había leído esa novela y me la pasó para ver si yo apreciaba una historia. Me gustó muchísimo y le dije completamente que sí. Compró los derechos y empezamos a trabajar en el guión con un guionista americano que nos ayudó con los diálogos. Se lo dimos a Tomas Milian y le encantó.
El debut de Tomas Milian en el género, referente del western europeo, se produjo en esta película.
Era un buen momento porque él deseaba hacer una película con más posibilidades de éxito porque las que había hecho hasta entonces eran de un perfil más intelectual, para un público minoritario. Siendo como era un buen actor, le faltaba dar un salto para entrar en todos los géneros y esta película le vino de maravilla.
Durante la preproducción, ¿en qué momento suena el nombre de Almería?
Sabíamos que en Almería se habían hecho algunas películas. Vinimos el productor y yo y, en cuanto llegamos a las localizaciones, nos pareció que era el paisaje ideal para hacer la historia que nosotros teníamos.
¿Se construyó un poblado expresamente para la película?
Sí. Recorrimos aquellos parajes para ver dónde se podía construir un poblado y escogimos uno que tenía unas montañas a una distancia adecuada para que estuvieran de fondo sin pesar en exceso. Seleccionamos uno y Maesso encargó el decorado. Lo hizo uno de los mejores decoradores de España, Paco Canet, y tuve la oportunidad de ir pidiendo cosas conforme se iba haciendo el decorado.
¿Fue un rodaje especialmente duro por las condiciones del desierto?
Más que dureza, yo diría con un ambiente extraordinariamente interesante, como de aventuras. Había vientos terribles y teníamos que rodar con gafas para evitar el polvo, los labios resecos..., parecía que estábamos en el Oeste de verdad. Tenía una emoción especial. Era un rodaje muy distinto de los que había hecho en mi trayectoria profesional.
Leone todaví
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