‘La Huella Roja’, o el noble afán de buscar nuevos ‘padres’ a los animales abandonados

No hay nada en este mundo como la mirada de un ser desamparado, y cuando se recorren los pasillos llenos de jaulas del Centro Zoosanitario uno las siente como alfileres en el corazón, y son tantas que llegan a ser muchas y pueden con tu espíritu. Son miradas ansiosas, angustiadas, tristes, que no comprenden su infortunio y te preguntan quién eres, si serás tú ese ángel que las salvará, cómo puedes pasar por allí sin hacer algo.

“Abandonar a un perro es condenarlo a morir”, dice Carolina Chía, mientras carga a Tina, una perrita con algún rasgo de Schnauzer que se acurruca en sus brazos. “Porque no están acostumbrados a estar en la calle, son animales de compañía”. Para Tina, Carolina y todos los que a continuación la cargan, miman y firman papeles sin fin con su nombre, son esos ángeles, su nueva familia. Gracias a su labor, para Tina la vida continuará, y este capítulo de su existencia tendrá un final feliz.

Ellos son voluntarios de ‘La Huella Roja’, una asociación protectora de animales que nació el pasado mes de abril en Almería, con sólo cinco miembros, y que ya cuenta con unos 25, un sitio en Internet (http://huellaroja.blogspot. com) y el apoyo de varios centros relacionados con el cuidado y la acogida de animales y el Área de Salud y Consumo del Ayuntamiento de la capital.

“Lo que hacemos es rehabilitar a los animales que hay en la calle para darlos en adopción, para que encuentren una familia”, explica Carolina, fundadora y coordinadora de la asociación. “Bien trabajamos con los perros que la gente encuentra abandonados en la calle, o bien con el Centro Zoosanitario, sacándolos en adopción”.

La idea surgió en marzo, en una manifestación en contra del maltrato animal. “Fue porque se maltrató a un cachorro y se grabó en video”, recuerda Carolina. “Entonces surgió una iniciativa popular y se hicieron manifestaciones en todas las ciudades del país. Yo coordiné la de Almería, y me puse en contacto con todas las protectoras de España. Me sentí muy respaldada y me planteé crear algo aquí. Así surgió ‘La Huella Roja’”.

Una asociación protectora de animales que se dedica a buscarles nuevos ‘padres’, y a reducir en la medida de lo posible los sacrificios que inevitablemente se tienen que llevar a cabo en los centros zoosanitarios.

Espacio es igual a tiempo

Es una carrera contra el tiempo, con muchas dificultades, trabas y problemas a cada paso. Cada animal es una historia, casi una aventura. No son sólo perros, y cada uno tiene su nombre, llega con una historia, y se encauza con otra.

El tiempo. “Esos perros normalmente tienen un periodo de diez días antes de ser eutanasiados”, dicen. “Y, claro, en tan poco tiempo es más complicado buscarles una acogida, así que tenemos que echar mano de una casa de acogida o una residencia canina, porque no tenemos un terreno propio donde podamos ubicar a esos animales”.

“Por eso nos gustaría, necesitamos contar con un terreno”, explican. “Porque el tiempo es limitado, y así haríamos que tuvieran un poco más de oportunidades. Es muy difícil que en sólo una semana los adopten...”.

Tina saldrá hoy con Lara, una voluntaria que la acogerá hasta que se la lleven sus nuevos padres. También sale Barbie, otra perra que va para la residencia canina K9, que tiene sus sedes en Vera y Gádor, y colabora con ‘La Huella Roja’ desde su fundación. Y también Manola, una cabra que fue encontrada en la calle e irá para la Granja Escuela de Lucainena de las Torres.

“‘La Huella Roja’ no tiene ninguna subvención”, recalca Carolina. “Sus fondos salen de los mercadillos benéficos que organizamos en el Paseo Marítimo, a la altura del Café París. La gente nos dona cosas de segunda mano para que las vendamos. Lo que promocionamos sobre todo es que la gente se haga voluntaria, así nos pueden ayudar de mil maneras. Puede hacerse socia y colaborar en los mercadillos benéficos, en algún rescate que organicemos, de la manera en que se sientan realizados”.

De los que están hoy aquí, la mayoría son muchachas. También está Carlos Sánch