Interludio lírico de primavera

Me enfrento a la primera noche de primavera de la temporada

las actrices M. Galera, E. Quiñones y C. Pérez en esta pieza trágico-cómica.
las actrices M. Galera, E. Quiñones y C. Pérez en esta pieza trágico-cómica.
Mar de los Ríos
07:00 • 23 mar. 2019

Voy a disfrutar de la ‘Gran Gala Lírica’ a cargo de tres sopranos: Mar Salvador, Mar Cruz Romera y  Lidia Fernández y la Emsemble Diesis, compuesta por: violín I,Salvador Esteve, violín II, Verónica Morales, viola, Alberto Cañabate, violonchelo, Juan Tripiana, contrabajo, Alfonso Cañabate, piano, Nieves Sánchez y percusión, José F. López.



Tomo asiento, mientras saco mis herramientas de paseo consentido y algunas versiones de temas actuales con guitarra, van caldeando el ambiente.



Fundido en negro. Y nos envuelve un anuncio del Teatro presentándose así mismo a través del recuerdo de la actriz asesinada en estas tablas por su Verdugo, el 21 de enero en 1922, Conchita Robles, y que resulta ser un cava. En la etiqueta de la botella hay grafiado un agujero de bala. Vuelvo a escuchar el disparo cuando se hace otra vez la oscuridad y el silencio. Se me encoge el corazón, no lo puedo evitar.



Luces azules y sale la orquesta compuesta por sus siete integrantes, todos visten de negro. Salvador Esteve nos explica que el concierto se compone de tres partes: 



Litúrgica, clásica y música contemporánea. Afinan sus instrumentos para romper el hielo con uno de los famosos tango de Carlos Gardel. El batería parece el benjamín de la orquesta, que interviene en el estribillo, dandole al género argentino por antonomasia un toque pop.



Parte litúrgica



Las tres sopranos irán alternando piezas como solistas. La primera soprano lleva un traje de lentejuelas marrón muy bonito, queda precioso sobre el rigor escénico del negro. Canta en latín y creo escuchar pauper (pobre) varias veces. Después llegará la segunda soprano con un traje azul eléctrico que cumple también perfectamente la intención de llevar la mirada a su voz. En este caso nos deleita con un Ave María también en latín. La tercera soprano aparecerá envuelta en rojo para cantar una oración a Santa María, esta vez en español. Y pienso que orar cantando me parece delicioso y siento que debiera de practicarse con más ahínco en nuestra cultura actual, a mí me resulta mucho más espiritual que rezar recitando. En el pasado se tuvo claro y en ciertas facciones del cristianismo sigue siendo su principal herramienta de hermanamiento, creando a la sazón géneros propios tan interesantes como el gospel o ciertas evoluciones del flamenco en nuestra tierra. Ni que decir la importancia del gregoriano conventual, que resulta ser un mantra muy recomendable. Siempre es un placer escuchar a buenas sopranos entre piezas litúrgicas.



Parte lírica

Es el corazón de la gala.Y para sentirlo vuelve la primera soprano e inicia  un aria en francés a ritmo de vals, donde luce con florituras su afinada tesitura. Siento con envidia lo interesante que debe ser ejercer de cantante lírica, además de por poder cantar así, por la cantidad de idiomas que al final practicas, mi asignatura pendiente. Se me aparece entonces Monserrat Caballé. Es imposible abstraerse de lo que abre la mente viajar por todo el mundo, conocer multitud de culturas y con ello sentir al ser humano en toda su dimensión a través del arte. Pienso en su Barcelona que también es mía y la de Freddie Mercury. Después me volverá a centrar en el concierto el aria ‘O mio babbino caro’ de la ópera Gianni Shicchi (1918) de Puccini y Forzano.  Otra opereta húngara en alemán, titulada ‘Cuando escucho el violín gitano’ nos transporta a la cultura romaní  a través de sus violines y ritmos coloridos, que el publico llega a seguir con acompañamiento de palmas. Y somos capaces de identificarnos con el amor, el llanto y sobre todo con el último verso esperanzador que nos han traducido:  “solo se vive una vez, sé feliz”. Tambores militares de fondo, se me han quedado pegados en el alma y me hacen pesar en una despedida de alguna joven pareja, entre  las guerras del Imperio Austrohúngaro, como diría Berlanga, allí, al fondo del siglo XIX.


Parte contemporánea

Las tres sopranos ya han calentado la voz perfectamente y se van creciendo en cada pieza, para enfrentarse con solvencia a la última parte del concierto. En ella nos deleitan con un variado repertorio políglota. En inglés, ‘Remeber me’ o  a través del castellano, curiosamente el idioma menos usado, que nos lleva a un alma atormentada: ‘arando un mar desierto sin amor, pensé que mi alma había muerto… estaba tan perdida… por ti seré mejor de lo que soy’. El ‘Memory’ del musical ‘Cats’ nos transporta a la medianoche solitaria, cantada por Barbra Streisand y su recuerdo ferviente de que una vez fue feliz.


Entonces Emsemble Diesis nos deleitara con el Mozart más genuino y chispeante, para llegar al ocaso de la gala, donde por fin las tres sopranos se unen en escena, cumpliendo con ello el deseo creciente del espectador. Y vuelvo a casa por mi propio camino de baldosas amarillas, llevándome puesto  el ‘Somewhere over the rainbow’ de Judy Garland, como broche final a este interludio lírico de un jueves ajetreado. Todo un lujo para los sentidos, que ha obrado el milagro de que se pararse el tiempo, de ser capaz de aparcar los problemas que me preocupan, los  que vuelvo a intentar quitarme a manotazos cuando pongo la radio del coche y compruebo lo poco que hemos cambiado desde que Mozart paseara sobre nuestro mismo suelo, eso sí, todavía sin plastificar para su disfrute.


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