Vivimos unos tiempos llenos de contradicciones. Inmersos en un océano de conocimiento, conectados a Internet, que a la vez nos golpea con tsunami de desinformación, noticias manipuladas y datos falseados por grandes corporaciones que quieren sacar tajada. Azucena Martín (Berja, 1989) estudió Biotecnología, pero dedica su esfuerzos a combatir con la pluma como espada y la ciencia como gran valor que ha de salvarnos. Lo hace a través de sus artículos en Hipertextual, la iniciativa ‘Ciencia en Bares’ y la plataforma Almería ConCiencia.
Tenemos antivacunas, terraplanistas, homeopatía... ¿Está la ciencia en peligro?
Parece que es algo que va por fases. Con las vacunas se ve muy bien. Cuando percibes el peligro de la enfermedad, te alarmas. Pero ahora es difícil conocer a alguien que tenga el sarampión. La gente no imagina que pueda pillarlo porque está vacunada. Lo vemos como algo que no parece necesario porque nos es lejano. Luego, además, viene alguien diciendo que producen autismo y empieza la involución.
Pero tenemos más educación y más información que nunca, gracias a Internet. ¿Qué ha pasado?
Internet es un arma de doble filo. Tenemos información buena y mala, porque los bulos corren que da miedo. Los personajes públicos, como ocurrió con Javier Cárdenas y que dijo que las vacunas producían autismo, tienen mucho poder. Da igual que venga una eminencia a refutarlo porque el otro sale en la tele.
Ahí la divulgación tiene un papel fundamental.
La divulgación está para dos cosas. Por un lado, porque la gente necesita conocer la ciencia para interesarse por ella; para hacerla más accesible. Por otro, para evitar la desinformación. Hay profesionales que se pasan la vida escribiendo para derribar mitos.
¿La gente que acude a algo como ‘Ciencia en Bares’ no son ya aficionados a esos temas o sirve para “captar”?
Hay excepciones. Siempre se genera debate después y hay veces que, incluso, se da “caña” a los ponentes. No es que haya habido fervientes defensores de la homeopatía, pero sí pequeñas disputas en las que se pedía respeto para los que creen en eso.
Curioso que utilices el verbo “creer” hablando de ciencia. Parecen dos términos que no conjugan mucho.
Considero que hay verdades tan irrefutables que las personas que están a favor de ciertas cosas ya entra en la cuestión de “creer” o “no creer”. Alguien que vacuna a sus hijos no lo hace pensando que se vayan a morir, eso está claro. Pero sí estoy a favor, y entiendo eso del respeto. Pero también hay que darles a conocer en qué se están equivocando.
¿Hasta qué punto hay que respetar algo que puede derivar en un problema de salud colectivo?
Respetar, pero también prohibir. En Italia se ha legislado para que no se pueda escolarizar a niños no vacunados. Si no quieres, no vacunes, pero te quedas a los niños en tu casa. Pero hay que respetar y no acosarles o reírse de ellos, como hace mucha gente en Internet. Así no consigues nada porque les cabreas y no te van a escuchar.
¿Cuáles son los retos pendientes?
Los científicos tienen que aprender a divulgar. Hay muchos que dedican la mitad de su tiempo a contar lo que hacen, pero otra gran parte parece que les obligan. Todos los científicos tienen que aprender a demostrar en público a qué se dedican.
Tu filosofía es que tan importante es investigar como contarlo.
Es la mitad del trabajo. Si la ciencia no se divulga, no se llega a ningún sitio. Para llevar a cabo tus estudios, requieres dinero y para eso, necesitas que el gobierno te dé esos fondos. Y eso solo va a ocurrir si la gente sabe lo que estás haciendo y empuja a los políticos.
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