Alicia Amate
21:14 • 30 sept. 2011
Farolas, semáforos, escaparates o monumentos permanecen encendidos durante toda la noche, en muchas ocasiones, sin necesidad. Algo que provoca, además de un gasto innecesario de energía, problemas en la flora, la fauna e, incluso, en el ser humano. De hecho, hay estudios que demuestran que la falta de oscuridad frena la producción de melatonina, una sustancia relacionada directamente con enfermedades como el cáncer o la diabetes.
Este fenómeno es lo que se conoce como contaminación lumínica y es una de las máximas preocupaciones de los astrónomos, profesionales y aficionados, que ven como cada vez es más complejo conseguir una óptima observación del cielo nocturno debido a la influencia de la luz residual que llega desde núcleos de población situados a kilómetros de distancia del punto de observación.
“La contaminación lumínica puede acabar con la fama del cielo almeriense, que está considerado el mejor de Europa”, comenta Jesús Aceituno, astrónomo del Observatorio Astronómico Hispano-Alemán de Calar Alto.
Concienciar a la sociedad
Hace años que desde las instalaciones gergaleñas se trabaja para concienciar a la sociedad sobre las consecuencias negativas de una excesiva iluminación. Una de las principales actividades que el Observatorio organiza es su Curso de Fotometría Astronómica que celebró el pasado fin de semana su tercera edición.
Hasta el Calar Alto, del 23 al 25 de septiembre, se trasladaron dieciocho aficionados a la astronomía y profesionales medioambientales de toda España para participar en dicho encuentro. Aunque, en total, fueron cuarenta y cinco las solicitudes recibidas por la organización.
“Pretendemos formar a estos grupos para que sean capaces de realizar mediciones por su cuenta con las técnicas que nosotros les enseñamos para determinar la contaminación lumínica de su zona y, al mismo tiempo, invitarles a que divulguen el conocimiento adquirido en sus lugares de origen”, explica David Galadí, astrónomo de Calar Alto, quien lamenta que, debido a las dimensiones del observatorio, no se puedan ofertar más plazas para asistir a este curso por el que ha pasado ya más de medio centenar de personas desde su primera edición en 2009.
Debido al interés que tiene el Observatorio de Calar Alto en que de este curso salgan personas preparadas, no sólo para realizar mediciones sino también para divulgar las técnicas aprendidas, el proceso de selección de los participantes no es sencillo. “Tratamos de que los elegidos tengan equipos propios y un cierto conocimiento en materia de astronomía y que, a ser posible, pertenezcan a algún tipo de colectivo o asociación ya que, de ese modo, es más fácil que las técnicas aprendidas se propaguen”, continúa Galadí.
Susana Malón, empresaria medioambiental vitoriana que ha participado este año en el Curso, espera poder aplicar los conocimientos a su nuevo proyecto empresarial basado en la medición de la contaminación lumínica en su zona, considerada una de las más afectadas de la Península Ibérica.
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de la comunidad científica, la contaminación lumínica aún no cuenta con un límite establecido por la legislación vigente, aunque existen ya estudios que determinan las consecuencias negativas de este fenómeno para la biodiversidad.
Más información en la edición impresa.
Este fenómeno es lo que se conoce como contaminación lumínica y es una de las máximas preocupaciones de los astrónomos, profesionales y aficionados, que ven como cada vez es más complejo conseguir una óptima observación del cielo nocturno debido a la influencia de la luz residual que llega desde núcleos de población situados a kilómetros de distancia del punto de observación.
“La contaminación lumínica puede acabar con la fama del cielo almeriense, que está considerado el mejor de Europa”, comenta Jesús Aceituno, astrónomo del Observatorio Astronómico Hispano-Alemán de Calar Alto.
Concienciar a la sociedad
Hace años que desde las instalaciones gergaleñas se trabaja para concienciar a la sociedad sobre las consecuencias negativas de una excesiva iluminación. Una de las principales actividades que el Observatorio organiza es su Curso de Fotometría Astronómica que celebró el pasado fin de semana su tercera edición.
Hasta el Calar Alto, del 23 al 25 de septiembre, se trasladaron dieciocho aficionados a la astronomía y profesionales medioambientales de toda España para participar en dicho encuentro. Aunque, en total, fueron cuarenta y cinco las solicitudes recibidas por la organización.
“Pretendemos formar a estos grupos para que sean capaces de realizar mediciones por su cuenta con las técnicas que nosotros les enseñamos para determinar la contaminación lumínica de su zona y, al mismo tiempo, invitarles a que divulguen el conocimiento adquirido en sus lugares de origen”, explica David Galadí, astrónomo de Calar Alto, quien lamenta que, debido a las dimensiones del observatorio, no se puedan ofertar más plazas para asistir a este curso por el que ha pasado ya más de medio centenar de personas desde su primera edición en 2009.
Debido al interés que tiene el Observatorio de Calar Alto en que de este curso salgan personas preparadas, no sólo para realizar mediciones sino también para divulgar las técnicas aprendidas, el proceso de selección de los participantes no es sencillo. “Tratamos de que los elegidos tengan equipos propios y un cierto conocimiento en materia de astronomía y que, a ser posible, pertenezcan a algún tipo de colectivo o asociación ya que, de ese modo, es más fácil que las técnicas aprendidas se propaguen”, continúa Galadí.
Susana Malón, empresaria medioambiental vitoriana que ha participado este año en el Curso, espera poder aplicar los conocimientos a su nuevo proyecto empresarial basado en la medición de la contaminación lumínica en su zona, considerada una de las más afectadas de la Península Ibérica.
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de la comunidad científica, la contaminación lumínica aún no cuenta con un límite establecido por la legislación vigente, aunque existen ya estudios que determinan las consecuencias negativas de este fenómeno para la biodiversidad.
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