En diciembre de 2017, Darío Moreira se propuso un reto. Hacía unos meses había presentado su disco ‘Oriri’, y un día cayó en la cuenta de que se iba a acabar el año y aún no había podido componer nada. Necesitaba ponerse en marcha, auto motivarse. Faltaba aproximadamente medio mes para que llegara el 2018. Y lo vio claro: haría, en doce días, doce temas.
Aquello venía de atrás, claro, como todo en su arte, en su vida. ‘Oriri’ había nacido en un proceso de muchos años, para recuperarse de una rotura en un brazo. Aquello le hizo crear un sonido con técnicas nuevas. Técnicas propias, a veces, o recuperadas, adaptaciones de otras antiguas que le facilitaban y acercaban a los instrumentos del Mediterráneo, de América, de todo el mundo. Y en ese proceso, también le fue surgiendo la idea de plasmar en un libro, de forma didáctica, todos esos hallazgos, esos encuentros con técnicas antiguas.
El reto, pues, era doble. “Por un lado quería expresarlo gráficamente, para ofrecer a los chavales y profesores de los conservatorios esas técnicas que, creo, tienen cierta novedad”, dice. “Son adaptaciones, y no forman parte del currículo académico oficial. Y, por otra parte, estaba el desafío personal de poner al brazo izquierdo en funcionamiento profesional, por así decirlo”.
El mirlo
Y entonces, vino “una feliz coincidencia, una cosa rara...”, sonríe. “A ver, en esa zona de Vera donde vivo, hay mucho silencio. Y el primer día, como a las cinco y media, me despierta el canto de un mirlo. ¡Yo no lo había escuchado antes! Me dije: “venga, Darío, allá voy”. Y pasó. Salió algo a través de mí..., y lo capturé. Y al día siguiente volvió a cantar, volví a levantarme... y como veía que había éxito, mantuve ese reto...”.
“Fue como un recurso natural para poner mi ciclo compositivo a funcionar”, dice. “Y en un momento rarísimo del amanecer, en el que aún no acabas de estar despierto… Es muy especial, pues pueden entrar inspiraciones... Después te despiertas, tomas el café, y ya es otra historia”.
El mirlo ha seguido cantando, aunque no todas las mañanas. “Lo he podido ver con prismáticos”, afirma Moreira. “Y es curioso su canto. Incluso, metí una de sus melodías en un tema, ‘Mondo’, justo al final. Es una conexión estupenda con la naturaleza”.
El desarrollo
Y así, Darío Moreira compuso sus doce temas. Estaban sin desarrollar ni ‘meter’ las técnicas. Eran porciones específicas de música que fue desarrollando en un proceso de tiempo mas largo. De meses. Entonces fueron saliendo los enlaces entre músicas, instrumentos y regiones el mundo, que lo fueron sorprendiendo. “Fui como trayendo ‘Oriri’, que es Oriente, rozando en diagonal hacia Occidente, y yendo de Galicia a Suramérica. Era ese el viaje que quería hacer, me conectaba, vivencial y visceralmente, con mis raíces”.
De esta forma nació el libro ‘12 estudías para guitarra’. “Lo de ‘estudías’ es como un juego”, explica. “Quise huir de la palabra solemne: ‘estudios’... Es un homenaje a nuestra vocación de estudiantes. Pienso que, hoy en día, hay que reivindicar el estudio”.
Los nombres de las piezas lo dicen: ‘Alma argentina’, ‘No pórtico’, ‘Baile de dedos’, ‘Tagelmust’, ‘Tarantola’... Doce temas bien explicados, con varios anexos en los que se explican cuidadosamente las nuevas técnicas que ha ido encontrando Moreira, a través del tiempo, y del estudio.
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