Pueden pasar los siglos y miles de representaciones en teatros de todo el mundo. Sin embargo, ‘La Traviata’ sigue emocionando. El público que llenaba el Auditorio contuvo la respiración cuando Violetta (Héloïse Coempgen) tembló de amor en su último pálpito de vida, con su voz limpia, pero no por ello exenta de una convincente emotividad.
Junto a ella, los otros artífices de la inmortal historia concebida por Alejandro Dumas hijo bajo el título ‘La dama de las camelias’: el tenor Eduardo Sandoval en el papel de Alfredo Germont y el barítono Giulio Boschetti en el de Giorgio Germont.
La compañía ‘Ópera 2001’ cumplió con creces el delicado compromiso de poner en escena una de las obras más conocidas, escuchadas y queridas del gran público.
Sin altibajos en el reparto y con una correctísima aportación de la orquesta dirigida por Martin Mázik, la experiencia despertó incontables aplausos del público al final de cada aria, de cada duo, de cada uno de los incontables momentos de gran intensidad emocional y musical que salpican esta obra. Aplausos que se convirtieron en una cerrada ovación al final, con el patio de butacas en pie.
Entendida la ópera como arte total, esta representación aportó igualmente, elementos imprescindibles del género. Justamente, la riqueza de los figurines y el elegante decorado completaron una dignísima e inolvidable noche de ópera, en la que es obligado citar la aportación coreográfica del Ballet Español de Murcia en el pasaje del Carnaval.
Violetta enamorada hasta la agonía, Alfredo desengañado después de haberse entregado al amor de Violetta, el padre resuelto a mantener las convenciones sociales hasta que resultan vencidos, el París decadente de los salones,..Todo junto bajo el genio de Giuseppe Verdi, capaz de popularizar y convertir en espectáculo de masas un arte que nació en los salones y se adueñó del pueblo.
‘Ópera 2001’ es un proyecto que nació en España como una aportación a la popularización del repertorio operístico viajando lejos de los grandes teatros de temporada, buscando a los miles de espectadores que hay que en cada ciudad dispuestos a dejarse seducir por violettas y alfredos que albergan en sus voces el fulgor romántico de la ópera inmortal.
En la ópera se han quedado para la memoria unos amores tan imaginarios como estos de ‘La Traviata’, tan distintos de los que se “consumen” en la telebasura y en las comedias románticas de Hollywood, que no tienen nada de románticas en realidad. Ni la vulgaridad ética ni el ridículo tienen cabida en la ópera de Verdi. Por eso sigue siento arrebatadoramente bella.
El Auditorio de Almería tiene una breve y dispersa historia operística desde que el Teatro Lírico de Europa representa ‘Nabucco’ poco después de su inauguración. La respuesta del público es un argumento a favor de seguir programando ópera.
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