“Imaginemos ahora un hombre a quien, además de a sus personas amadas, se le quitan la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo (…). Comprenderéis ahora el doble significado del término «Campo de aniquilación», y veréis claramente lo que queremos decir con esta frase: yacer en el fondo”.
Y yacer en el fondo es lo que hicieron millones de mujeres y hombres en los campos de exterminio nazi. Esta descripción del infierno que hace Primo Levi en “Si esto es un hombre” fue lo que se encontraron las tropas soviéticas el día que liberaron el campo de exterminio de Auschwitz un 27 de enero de 1945. Entre 1940 y 1945 este complejo formado por tres campos (Auschwitz I, el principal; Auschwitz II-Birkenau, de exterminio; y Auschwitz III, trabajo esclavo en la empresa Farben) alrededor de 1.300.000 personas fueron deportadas. Apenas 200.000 lograron sobrevivir. El resto, más de un millón, fueron asesinadas en los hornos crematorios, por el esfuerzo del trabajo esclavo o por enfermedades. La inmensa mayoría de las víctimas fueron judías, aunque también encontramos polacos, disidentes alemanes, comunistas y algunos pocos republicanos españoles (se calculan que entre 120 y 300).
Una de aquellas víctimas fue la almeriense María Alonso (Santa Fe de Mondújar, 20 agosto 1910). Antes de salir camino al exilio, María se casó y fijó su residencia en Barcelona. Tuvo dos hijos, Francisco y Concepción. Durante los años cuarenta se traslada a Saint-Calais, en el departamento francés de Sharte.
Allí empezaría a buscarse la vida junto a sus dos hijos (no sabemos el paradero de su esposo) y se trasladará a París, donde dará clases y cursos de asistencia pública y sanitaria hasta conseguir la Diplomatura de Enfermería. Será en París donde María Alonso entre en contacto con los republicanos exiliados y los miembros de la Resistencia francesa, a los que dará asistencia a los combatientes en el Hospital de Tenon de forma encubierta. Para protegerse adopta el nombre de “Josée” y se hará miembro de una cédula de resistencia liderada por la comunista Marie-Thérèse Fleury en el servicio de Correos, Telégrafos y Teléfonos (PTT en sus siglas en francés). Esta cédula se encargaba de la comunicación entre los distintos miembros de la Resistencia parisina para pasar la información sobre operaciones de las tropas nazis y de la Gestapo. En una de estas operaciones los servicios de espionaje alemanes destapan la cédula y muchos de sus miembros, entre ellos “Josée”, son arrestados. Tras ser duramente interrogada es encerrada enero de 1943 en la fortaleza de Romainville, convertida en prisión militar. El 24 de enero es conducida hasta la estación de Compiègne, al norte de París. Tanto María Alonso como Marie-Thérèse Fleury y las demás compañeras son conducidas en tren hasta Auschwitz II-Birkenau, donde llegan el 26 de enero. Nada más bajar se le tatúa en el brazo izquierdo el número 31778 y la encierran en bloque 26 junto a miles de mujeres polacas. La web Mémoire Vive recoge un pasaje del horror que pasó la almeriense en Birkenau: “Josée no podía soportar que los kapos la golpearan. A la primera bofetada, ella respondió con golpes. El kapo casi la noquea. Un día quería tomar agua de su tazón en el único grifo del campamento: un Polizei armado con un garrote mantenía el grifo. Solo permitió que se acercaran las mujeres alemanas. Josée intentó pasar. El Polizei la golpeó, la roció. Josée regresó al bloque empapada”. No pudo resistir mucho más María “Josée” Alonso en Birkenau: un 27 de febrero de 1943 fallecía de una neumonía severa que no trataron de sanar.
María Alonso, María-Thérèse y las 230 compañeras que llegaron a Birkenau fueron las únicas mujeres de la Resistencia deportadas a Auschwitz y pasaron a la posteridad como “Las mujeres del convoy de los 31.000” por la serie de números que les tatuaron en la piel. En el día que se conmemora la liberación de Auschwitz debemos recordar la lucha y la memoria de todas aquellas mujeres y hombres que arriesgaron su vida en la lucha por la libertad. Muchos, muchas, no llegaron a disfrutarla.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/185756/maria-alonso-una-enfermera-almeriense-en-auschwitz