Marta Rodríguez
23:07 • 30 nov. 2011
“Sobre el exilio español sabemos mucho de algunos y nada de la mayoría. Si fueron unas 20.000 personas las que llegaron a México a partir de 1939, sólo tenemos entrevistas de unos 120. Son muy pocos testimonios”. Ésta es una de las conclusiones a las que llega Enriqueta Tuñón, hija de exiliados y miembro del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, en una entrevista concedida a LA VOZ a propósito de su intervención en un coloquio internacional sobre este fenómeno que se desarrolla hoy y mañana en la Universidad de Almería (UAL).
Organizado por el Vicerrectorado de Estudiantes, Extensión Universitaria y Deportes y el Grupo de Investigación Sur-Clio, en colaboración con las universidades andaluzas, y patrocinado por el Proyecto Atalaya de la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia de la Junta, el Coloquio Internacional ‘El exilio republicano andaluz de 1939’ comienza esta mañana a las diez en la sala de conferencias de la Facultad Ciencias de la Salud.
La historia de su familia
Tuñón es consciente de que al investigar este fenómeno profundiza en la historia de su propia familia. Su padre, Mateo Tuñón, tuvo que huir a México en 1942, ya que no sólo había luchado en el bando republicano durante la Guerra Civil, también era hijo de Antonio Tuñón de Lara, diputado del Gobierno legítimo de España, masón y librepensador, que corrió peor suerte. Enfermo, lo sacaron de la cárcel para que pudiera morir en la calle. “Aunque nacido en Ávila, mi padre vivió en Almería desde los 2 años. Cuando en México alguien le preguntaba de dónde era, decía que de aquí. En mi casa, en la entrada, siempre hubo un póster de La Alcazaba que luego, ya anciano, se llevó a la residencia”, recuerda.
En México se empezó a estudiar el exilio republicano español a principios de los años 80. En principio se manejaba la idea de que había sido un éxodo de intelectuales, pero, según Enriqueta Tuñón, también emigró mucha gente anónima. Para analizarlo, recurrieron al archivo de la Comisión Técnica de Ayuda a los Refugiados Españoles, gracias al cual tuvieron acceso a las fichas de 527 cabezas de familia andaluzas y pudieron localizar, entre otros, al director de escena Álvaro Custodio, el escritor Manuel Andújar y el abogado almeriense Miguel Vidal Rico. “Todavía estoy haciendo entrevistas, pero la primera generación prácticamente ha desaparecido y si queda alguien, tiene problemas de memoria”, explica.
Con las maletas hechas
En lo político, se dio un fenómeno muy interesante en el exilio. Los españoles que llegaron a partir del 39 tuvieron las maletas hechas hasta 1945. Creían que al terminar la Segunda Guerra Mundial, Franco caería y ellos podrían volver. “Cuando en 1945 se dieron cuenta de que Franco seguía, se acabaron las esperanzas. Al principio mantuvieron una vida política activa: fundaron partidos, instituciones políticas. En el 55 se acabó. El exilio llegó para quedarse. Ya no volvieron a España hasta que murió Franco y muchos murieron antes que él. Los que le sobrevivieron hicieron su vida allí. Era tarde para regresar”, evoca.
Nostalgia de la patria
La nostalgia por la lejanía de la patria fue más fuerte, en muchos casos, que las diferencias políticas. Así, los españoles que llegaron a México desde finales del siglo XIX, inmigrantes económicos que hicieron mucho dinero y normalmente eran católicos y franquistas, emplearon a muchos de los exiliados republicanos. “Fue más fuerte el lazo patriótico que las ideas políticas”, cuenta Tuñón.
Muchos exiliados de la República nunca volvieron a España. Y los que lo hicieron se encontraron una tierra distinta a la de sus sueños. “Mi padre sólo regresó una vez, ya muerto Franco en 1976. Estuvo varios meses y recorrió muchos lugares, pero ya no quiso volver. Contaba mucho de ese viaje, pero me acuerdo de una frase, ‘La Cibeles se quedó pequeñita’, que es muy descriptiva. Había idealizado todo lo que recordaba de su país”.
Organizado por el Vicerrectorado de Estudiantes, Extensión Universitaria y Deportes y el Grupo de Investigación Sur-Clio, en colaboración con las universidades andaluzas, y patrocinado por el Proyecto Atalaya de la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia de la Junta, el Coloquio Internacional ‘El exilio republicano andaluz de 1939’ comienza esta mañana a las diez en la sala de conferencias de la Facultad Ciencias de la Salud.
La historia de su familia
Tuñón es consciente de que al investigar este fenómeno profundiza en la historia de su propia familia. Su padre, Mateo Tuñón, tuvo que huir a México en 1942, ya que no sólo había luchado en el bando republicano durante la Guerra Civil, también era hijo de Antonio Tuñón de Lara, diputado del Gobierno legítimo de España, masón y librepensador, que corrió peor suerte. Enfermo, lo sacaron de la cárcel para que pudiera morir en la calle. “Aunque nacido en Ávila, mi padre vivió en Almería desde los 2 años. Cuando en México alguien le preguntaba de dónde era, decía que de aquí. En mi casa, en la entrada, siempre hubo un póster de La Alcazaba que luego, ya anciano, se llevó a la residencia”, recuerda.
En México se empezó a estudiar el exilio republicano español a principios de los años 80. En principio se manejaba la idea de que había sido un éxodo de intelectuales, pero, según Enriqueta Tuñón, también emigró mucha gente anónima. Para analizarlo, recurrieron al archivo de la Comisión Técnica de Ayuda a los Refugiados Españoles, gracias al cual tuvieron acceso a las fichas de 527 cabezas de familia andaluzas y pudieron localizar, entre otros, al director de escena Álvaro Custodio, el escritor Manuel Andújar y el abogado almeriense Miguel Vidal Rico. “Todavía estoy haciendo entrevistas, pero la primera generación prácticamente ha desaparecido y si queda alguien, tiene problemas de memoria”, explica.
Con las maletas hechas
En lo político, se dio un fenómeno muy interesante en el exilio. Los españoles que llegaron a partir del 39 tuvieron las maletas hechas hasta 1945. Creían que al terminar la Segunda Guerra Mundial, Franco caería y ellos podrían volver. “Cuando en 1945 se dieron cuenta de que Franco seguía, se acabaron las esperanzas. Al principio mantuvieron una vida política activa: fundaron partidos, instituciones políticas. En el 55 se acabó. El exilio llegó para quedarse. Ya no volvieron a España hasta que murió Franco y muchos murieron antes que él. Los que le sobrevivieron hicieron su vida allí. Era tarde para regresar”, evoca.
Nostalgia de la patria
La nostalgia por la lejanía de la patria fue más fuerte, en muchos casos, que las diferencias políticas. Así, los españoles que llegaron a México desde finales del siglo XIX, inmigrantes económicos que hicieron mucho dinero y normalmente eran católicos y franquistas, emplearon a muchos de los exiliados republicanos. “Fue más fuerte el lazo patriótico que las ideas políticas”, cuenta Tuñón.
Muchos exiliados de la República nunca volvieron a España. Y los que lo hicieron se encontraron una tierra distinta a la de sus sueños. “Mi padre sólo regresó una vez, ya muerto Franco en 1976. Estuvo varios meses y recorrió muchos lugares, pero ya no quiso volver. Contaba mucho de ese viaje, pero me acuerdo de una frase, ‘La Cibeles se quedó pequeñita’, que es muy descriptiva. Había idealizado todo lo que recordaba de su país”.
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