“España fue el único país que antepuso el trato cristiano en la época colonial”

Entrevista a Juan Guillermo González-Meneses, registrador de la propiedad y escritor

Juan Guillermo González-Meneses alberga la aspiración de vivir de sus creaciones.
Juan Guillermo González-Meneses alberga la aspiración de vivir de sus creaciones. La Voz
Marta Rodríguez
07:00 • 27 dic. 2020

El almeriense Juan Guillermo González-Meneses es registrador de la propiedad. Sin embargo, alberga en su interior la aspiración de vivir de sus creaciones literarias. Acaba de publicar ‘Esclavos del mar del sur’ (Adarve), una novela de heroínas ambientada en la periodo colonial.






¿Qué hace un registrador de la propiedad escribiendo una novela ambientada en el siglo XVI?
En realidad no resulta tan extraño. El tomo más antiguo de mi registro en el que hay una firma mía es de 1862... En mi novela sólo he retrocedido un poco más. En mi día a día aplico un Derecho Civil que sienta sus bases en el Derecho Romano. Escribir una novela histórica era casi inevitable.

¿Es una vía de escape creativa al trabajo mecánico de despacho?
No exactamente. El mundo del Derecho que yo trato en el registro tiene partes de trabajo, digamos, poco imaginativo. Pero también me regala muchos problemas jurídicos que me hacen pensar. Creo que escribiría igual aunque mi ocupación laboral fuera el buceo profesional, por poner un ejemplo. Para ser sincero, escribo porque no puedo dejar de hacerlo. Y, que quede entre nosotros, mi trabajo me deja un poco de tiempo libre para hacerlo.

Desde que Rajoy abandonó la presidencia del Gobierno y se incorporó a su puesto de trabajo, nos estamos preguntando qué hace exactamente un registrador de la propiedad. Haga los honores.
¡Me encanta que me hagan esa pregunta! En mi trabajo me dedico a defender “al que no estuvo allí”. Es decir, al tercero que confía en el contenido del registro. La nuestra es una institución de seguridad jurídica preventiva. Prevenimos que los ciudadanos tengan que dirimir sus conflictos ante los tribunales, porque cuando alguien inscribe su derecho, obtiene protección frente a cualquiera y le basta una simple certificación del registro para defenderse.



‘Esclavos del mar del sur’ es una novela de heroínas, ¿por qué elige a una esclava de 16 años como narradora de esta historia?
Quería escribir una historia de mujeres. En mi novela hay tres grandes protagonistas. Isabel, la mujer del capitán general de la expedición; Mariana, su hermana pequeña; y Rocío, la esclava de Mariana. Me interesaba meterme en la piel de esa simpática jovencita para contar una historia, que fue real, desde un punto de vista diferente. Me gusta ponerme a la altura de un niño pequeño cuando hablo con él. El cambio de perspectiva te muestra muchas cosas que, por regla general, están ocultas.



¿Le ha resultado difícil ponerse en su piel y hablar por su boca?



Hablar por boca de una esclava me situaba en un lugar desde el que podía cotillear hasta el últimos secreto del barco. Introducirme en la piel de una esclava de 16 años empezó como un experimento del que no sabía si sería capaz de salir airoso. Con el transcurso de los capítulos me fui identificando con ella. Al final no me resultaba nada difícil imaginar cómo sería cada momento de su vida en aquel maloliente galeón. Espero haberlo hecho bien.

¿Cómo descubrió a Isabel Barreto, considerada la primera almirante de la Armada española?
Tropecé con ella gracias a que un día cumplí cincuenta años y unos buenos amigos me regalaron tres tomos sobre los descubrimientos españoles en los siglos XVI y XVII. Cuando leí la reseña de su aventura, me impactó y me puse a investigar. Dos años después me senté ante la primera página en blanco de mi novela.



¿Cuál de sus hazañas le fascina más?
Lo más asombroso de Isabel Barreto fue su capacidad de sobreponerse a las adversidades, por encima de sus propias limitaciones. He intentado destacar esta extraordinaria capacidad en una conversación muy íntima que mantiene con mi esclava, una de esas noches en las que andan perdidas en medio del Pacífico, el inabarcable Lago Español.

Su libro se ambienta en la época de los descubrimientos, ¿cuál es su postura en el debate sobre si la Armada española llevó más progreso o sometimiento?
Mi respuesta es clara y tajante. La Armada Española llevó progreso, por encima de todo. Me gusta responder a ésta con otra pregunta: ¿alguien duda del progreso que supuso la conquista Romana del territorio que hoy nos enorgullecemos en llamar España? Quien sostiene lo contrario suele cometer dos errores clásicos. Primero, desconocen de lo que hablan. Y segundo, juzgan el pasado con criterios de nuestro presente. Todos los descubrimientos iban auspiciados por la corona, que firmaba capitulaciones con los jefes de las distintas expediciones. En esas “instrucciones” se detallaba la manera en la que debían comportarse con los habitantes de los territorios descubiertos. España fue el único país del mundo que ponía el trato cristiano de aquellas personas por encima de cualquier otra consideración.

¿Se ve en un futuro escribiendo de forma profesional?
Es cierto, es la cuarta novela que publico y tengo dos más completamente terminadas, todavía sin ver la luz. Vivir de mis creaciones es una aspiración que guardo en el fondo de mi alma. El mundo del escritor hoy día, sin embargo, es muy complicado. No es suficiente con tener una idea y ser capaz de plasmarla en una novela. Esa es sólo la parte sencilla de escribir. Lo difícil es encontrar una editorial que crea en ti y te acompañe. Son muchos manuscritos enviados en un viaje sin retorno. Cuando, de repente, alguien contesta, como me ha sucedido con la editorial Adarve, tardas en asumir que tu aspiración se está haciendo realidad. En este camino, la publicación no es el final. Luego hay que conseguir llegar a los lectores.



Yo he tenido la suerte de encontrar apoyo en la librería Bibabuk, que conocen todos los almerienses. Como la editorial Adarve, ellos han creído en mí y se están desviviendo por hacer que mi novela llegue a todo el mundo. Sin personas como ellos es imposible despegar como escritor. Desde estas líneas, mi más sincero agradecimiento.


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