Bud Spencer y Terence Hill formaron una de las parejas más exitosas del cine europeo, aunando la elástica comicidad de Laurel y Hardy, la chispeante química de Lemmon y Matthau y la magnética pegada de Bogart y Bacall.
Protagonizaron juntos 17 películas (aunque realmente compartieron créditos en 18) a lo largo de 27 años. Y siguiendo a rajatabla aquello de ‘Tu vuo’ fa’ ll’americano’ jugaron a ser pistoleros y policías, aventureros y pilotos, timadores y ladrones (siempre de buen corazón) en una divertida filmografía que, lejos de caer en el olvido, continúa reponiéndose con gusto en televisión: en España son habituales en las parrillas de Trece y Paramount Channel. Y aunque no tengan cabida ni en Netflix ni en Filmin, continúan repartiendo guantazos sin despeinarse en el catálogo de FlixOlé.
Aunque la historia pudo ser muy distinta o, simplemente, no ser: una inesperada lesión y un encuentro bajo el sol de Almería tuvieron la culpa de que Carlo Pedersoli y Mario Girotti forjaran, delante y detrás de las cámaras, una amistad como un tesoro. Y, de paso, regalaran a Italia diez de las cien películas más con más espectadores de su historia, lo que la industria supo agradecer dándoles en 2010 el David di Donatello (el Óscar del país de la bota) a su trayectoria.
Bien lo sabe Daniel Lorenzo (Vigo, 1982), escritor y profesor de teatro y autor de ‘¡Más fuerte, muchachos!’ (Applehead Team), libro con el que escudriña las películas de Bud Spencer y Terence Hill con la desprejuiciada curiosidad infantil con la que les veíamos comer alubias en los cines de barrio, en el VHS, en las sobremesas de la primera Telecinco.
Junto a Lorenzo repasamos la trayectoria conjunta de ambos intérpretes. Pueden acompañarnos. Y si no, nos enfadamos.
1. El principio de una hermosa amistad
Aunque habían coincidido en el reparto de ‘Aníbal’ (Carlo Ludovico Bragaglia, Edgar G. Ulmer, 1960), un péplum protagonizado por Victor Mature, Terence Hill y Bud Spencer no compartieron ningún plano. Su primer encuentro se produjo lejos de Italia, en el Oeste almeriense de Tabernas, en el western ‘Tú perdonas… yo no' (Giuseppe Colizzi, 1967).
“Peter Martell iba a ser el protagonista pero una noche, durante un altercado con su novia, se rompió el pie. Cuando se enteró de que no podría rodar en las fechas acordadas, Collizzi entró en pánico: iba a ser su debut como director. Y, según cuenta la leyenda, recorrió Cinecittà a la carrera buscando a un actor que estuviera libre. La respuesta la tenía más cerca de lo que creía: en su amigo Mario Girotti, que dos días después estaba en Almería, donde adoptaría el sobrenombre de Terence Hill”, relata Daniel Lorenzo.
Fue aquí donde conoció a Carlo Pedersoli, recién rebautizado como Bud Spencer. Y pesar de la aridez del desierto de Tabernas, o quizás por eso, fue el agua lo que les unió. “Comenzaron hablando de natación (Spencer había sido un nadador olímpico y una figura en Italia, y Hill había ganado alguna medalla en Italia a los doce años) y casi inmediatamente trabaron una maravillosa amistad”.
2. De la oscuridad a la luz
Aquella película, ‘Tú perdonas… yo no’, abre la conocida como trilogía de Cat Stevens y Hutch Bessy, con otros dos títulos rodados en Almería también por Colizzi: ‘Los cuatro truhanes’ (1968) y ‘La colina de las botas’ (1969).
Sin embargo, no son tres títulos como concebimos ‘una película de Bud Spencer y Terence Hill’, ya que carecen de esa violencia blanca para todos los públicos tan reconocible.
“Los conflictos son ásperos y reales. No hay ‘slapstick’, las pistolas se usan para disparar, hay sangre y la gente muere de verdad. Bien es cierto que ‘Los cuatro truhanes’ ya es algo más divertida y en ‘La colina de las botas’, con la excusa de introducir el circo en el argumento, todo es un poco más físico”, apunta el autor de ‘¡Más fuerte, muchachos!’.
Eso sí, el “germen” de lo que sería el dúo ya está aquí. “Colizzi podría ser mil cosas, pero tonto no. En el rodaje de ‘Tú perdonas… yo no’ se encontró con un diamante en bruto por la dinámica y la química establecida entre los dos actores, y usó las siguientes dos películas para potenciarla”.
3. Érase una vez en Almería
Más allá de iniciar su fructífera carrera conjunta, las vidas del atlético rubio y del gigante barbudo quedaron marcadas por ese encuentro en Almería.
Spencer quedó “fascinado” con el paisaje “como de desierto lunar” de las localizaciones almerienses en que rodaba. “De ese tren que cogían en Madrid y de esa travesía interminable para llegar a un lugar que parecía estar en mitad de ninguna parte”.
Hill, por su parte, encontró en la norteamericana Lori Zwicklbauer, asistente de conversación de ‘Tú perdonas… yo no’, a la compañera sentimental de su vida. “Se casaron ese mismo año, ella se convirtió en Lori Hill y su matrimonio dura ya 53 años”.
Hill, homenajeado en el Almería Western Film Festival de Tabernas en 2016, regresó a esta tierra para rodar varios westerns e incluso una cinta de aventuras con reparto estelar en la etapa en la que intentó afianzarse en Hollywood: en ‘Marchar o morir’ compartió créditos con Gene Hackman, Catherine Deneuve y Max von Sydow. “Y en Almería, mientras buscaba localizaciones para ‘My name is Thomas’, su última película como director, fue donde se enteró del fallecimiento de su gran amigo Spencer”.
4. Autor, autor
Bud Spencer y Terence Hill solían repetir con una serie de directores (Enzo Barboni, Sergio Corbucci, Giuseppe Colizzi) pero, al igual que Tom Cruise con franquicias como ‘Misión: imposible’, sus personalidades, su manera de enfocar su sociedad, trascendían a los cineastas tras la cámara. Tanto, que Daniel Lorenzo habla de un cierto concepto de autoría en su filmografía conjunta.
“Casi todas las películas de su época dorada están cortadas por el mismo patrón: dos personajes, ‘a priori’ rivales, que han de aliarse para ayudar a un tercero indefenso ante el abuso de unos malhechores”. Un planteamiento regado de peleas acrobáticas, violencia cómica y un tono “familiar e inofensivo”. Una fórmula de éxito que funcionó en el western, en el cine histórico, en la comedia urbana o en el género que tocara “en función de las distintas modas cinematográficas de cada momento”.
5. Dos cabalgan juntos
Con estas credenciales, ¿es exagerado decir que Bud Spencer y Terence Hill definieron el concepto de ‘buddy movie’ antes que ‘Límite 48 horas’ o ‘Arma Letal’, por citar dos títulos referenciales?
“En absoluto es exagerado”, afirma Daniel Lorenzo, quien desarrolla esta tesis a lo largo de las 268 páginas de su libro. “Fue algo que empecé diciendo un poco como ‘boutade’ o provocación, pero a medida que iba profundizando en la obra de los dos actores más me fui dando cuenta de que no existe nada en las ‘buddy movies’, tan de moda en los ochenta, que no estuviera ya en los quince primeros minutos de ‘Los cuatro truhanes’. Estoy convencido de que Shane Black conocía las películas de Spencer y Hill y en la fase de escritura de ‘Arma letal’ las tuvo muy presentes”.
6. Más que amigos
La química entre la pareja trascendió la pantalla y ambos actores fueron amigos hasta la muerte de Bud Spencer. Dicen que aunque en sus películas anduvieran a veces a la gresca, en la vida real jamás discutieron. “Siempre es más fácil vender una historia de enemistad, celos y traiciones que algo tan bonito como una amistad eterna. Cuando empecé el libro me puso a investigar por si encontraba algún trapo sucio pero pinché en hueso, nada pude encontrar al respecto. Solo bellas palabras del uno hacia el otro y pruebas de una relación ejemplar”, destaca Daniel Lorenzo.
Incluso cuando ya no trabajaban juntos de forma regular y vivían lejos -Spencer nunca salió de Italia y Hill se instaló a mediados de los setenta en Estados Unidos- solían quedar a comer siempre que podían y nunca perdieron el contacto, pese a que cuando el primero falleció llevaban más de veinte años sin compartir platós.
El autor de ‘¡Más fuerte, muchachos!’ tampoco halló nada turbio en la trastienda de los rodajes ni en sus relaciones sentimentales. “Ambos han tenido matrimonios de más de cincuenta años, sin rumores de infidelidades, ni de escarceos con las drogas o problemas con la bebida”. Y algo más sorprendente en este mundo: tampoco había guerra de egos. “Spencer exigía que Hill fuera el primero en los créditos porque consideraba que era el único de los dos que era actor. Fueron una pareja de amigos ejemplar.”
7. De bien nacido...
La popular pareja reinó en las taquillas europeas pero también se ganó el elogio y el reconocimiento de la industria cinematográfica en su Italia natal. Protagonizaron diez de las cien películas con más espectadores de la historia del cine italiano. Y cuando les dieron el David di Donatello de honor, todos se pusieron en pie. Un elogio del cine ‘popular’ que parece marciano, y hasta sería tachado de ‘casposo’, en un país como el nuestro…
“Es que aquí seguimos hablando del ‘landismo’ como si hubiera sido algo malo. Este es un jardín en el que no debería meterme cuando estoy intentando vender un libro, pero da un poco de pena y de vergüenza ver cómo castigamos el éxito en España. Aquí hay gente dispuesta a defender hasta la muerte que Bardem o Penélope son malos actores, o que Bayona es un director sobrevalorado: les tenemos triunfando al nivel más exigente pero seguimos creyendo que pareceremos más listos si les criticamos”.
Y pone un ejemplo reciente. “Con los que triunfan aquí, lo mismo. Hace cuatro años le dimos un Goya Honorífico a Mariano Ozores, un señor que ha dirigido 97 películas, ha escrito más de 110 guiones y ha hecho reír a toda España, y aún había quien se la cogía con papel de fumar diciendo que a ver quién era Ozores. Pues uno de los tres directores españoles más exitosos de la historia. Y haciendo como que eso te parece poco lo que pareces es idiota, y no un intelectual”, recuerda Lorenzo, quien prepara para Applehead un libro sobre los cómicos españoles en el cine, el que repasará las incursiones en la gran pantalla de Martes y 13, Chiquito de la Calzada, los Hermanos Calatrava y Cruz y Raya, entre otros.
8. El secreto de su éxito
Si ‘Con la muerte en los talones’ es la quintaesencia del cine de Hitchcock y ‘El apartamento’, por ejemplo, la del cine de Billy Wilder… ¿qué película de la pareja representa para Daniel Lorenzo la piedra angular de su filmografía?
“En lo que respecta al western, ‘Le llamaban Trinidad’ (Enzo Barboni, 1970) es la sublimación de su estilo. Todo estaba allí: la enemistad de sus personajes, el carácter familiar de la propuesta, la comunidad indefensa, las peleas multitudinarias… todo funcionó tan bien que esos fueron los elementos que repitieron en todas sus películas posteriores”. Un filme, por cierto, que no se rodó en Almería, por más que así se cite en muchas ocasiones.
“Pero creo sinceramente que su mejor película, aquella en la que la fórmula estuvo mejor depurada, fue ‘… Y si no, nos enfadamos’ (Marcello Fondato, 1974). Todo funciona a la perfección; si solo pudiera rescatar una de sus películas para la posteridad, sin duda sería esta”.
9. Placer culpable
Y al margen de estos dos títulos, ¿cuál es para Lorenzo el placer más culpable protagonizado por el dúo italiano?
"Lo cierto es que no creo en los placeres culpables: creo que el hecho de que algo me guste ya es suficiente indicativo de calidad. ¿Cómo podría decir que una película es mala si me ha proporcionado 90 minutos de placer o, en el menor de los casos, entretenimiento? Creo que el concepto de placer culpable tiene que ver con los complejos y la falta de personalidad”, reflexiona el escritor gallego.
Aunque sí destaca dos filmes que le gustan especialmente aunque no estén entre los favoritos de los espectadores."‘Dos supersuperesbirros’, por esa trama de espionaje que me divierte por absurda y completamente desprejuiciada, y ‘Dos súper dos’, porque es una comedia de gemelos (o, siendo estricto, de dobles), un subgénero que siempre me ha divertido muchísimo. Me río mucho con ambas aunque soy consciente de que muchos las consideran películas ya menores pertenecientes a la última parte de su carrera”.
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