Miguel Ángel Muñoz “El cuento perfecto es como un dardo en la mente, una huella indeleble” pa

Evaristo Martínez
22:43 • 05 ene. 2012
Es un cuentista, y de los mejores de nuestro país. Autor de los libros de relatos El síndrome Chéjov y Quédate donde estás y de la novela El corazón de los caballos, Miguel Ángel Muñoz (Almería, 1970) acaba de publicar La familia del aire (Páginas de Espuma), donde recoge treinta y seis entrevistas con otros tantos cuentistas españoles.

¿Qué relato navideño prefiere?
Hay muchos dentro de los clásicos. Hace poco releí Un recuerdo navideño, de Capote, aunque el título por excelencia es Cuento de Navidad, de Dickens. Es la mejor demostración de cómo los cuentos llegan a filtrarse en la memoria colectiva: todo el mundo conoce al señor Scrooge.

¿Cómo es el retrato que hace de esta ‘familia del aire’?
Pregunté a Cristina Fernández Cubas cuál era el escritor que le gustaría que hubiera formado parte de nuestra tradición y me dijo que en realidad no ve a los escritores compartimentados sino que todos -Chéjov, Kafka, Cheever o Pedro Antonio de Alarcón- forman parte de una misma familia que estaba en el aire. El libro transmite que es una familia muy heterogénea, muy heterodoxa, con muchísimas tendencias que chocan pero que, a la vez, son compatibles. Es como el reflejo de esta época.

Entre otros, incluye a Antonio Orejudo, cuyas novelas están hilvanadas por pequeños relatos...
Fue la entrevista que, cronológicamente, abrió el ciclo. Quise buscar un capítulo para aquellos escritores que no son de cuento pero que llevan ese germen dentro, como Antonio. Él reconoce no ser un gran lector de cuentos aunque siempre he pensado que Ventajas de viajar en tren es un libro de cuentos. He querido indagar así en que esa compartimentación, bastante manida, entre cuento y novela no nos ha permitido ver que en la literatura contemporánea los dos géneros se mezclan de forma muy clara.

¿Qué ha descubierto de los autores durante las entrevistas?
El lector se dará cuenta de que existe un tapiz de referencias cruzadas entre unos y otros, de autores que son nombrados por unos pero no por otros, o por ambos, que da una medida de lo que es el cuento contemporáneo. He aprendido, por ejemplo, las distintas formas en las que se puede escribir un cuento, y cómo todas son válidas. Aunque las entrevistas se ciñen a aspectos literarios, todos los autores fueron generosos y relatan anécdotas íntimas y personales. En el fondo, a un escritor lo que más le gusta es que le pregunten sobre su obra, sobre su técnica; es una forma de ganártelos y, al mismo tiempo, de que te cuenten otras cosas imprevistas.

¿Y qué le hubiera preguntado usted a Miguel Ángel Muñoz?
Un resumen de esa hipotética entrevista está en las que les he hecho a los demás. Quería que las preguntas no fueran sólo una forma de inquirir una respuesta sino de definirme yo.

¿Cuáles son sus géneros favoritos dentro del cuento?
Soy muy curioso, así que leo de todo. A la hora de escribir, ahora estoy tocando más el relato largo, donde se desarrollan mejor los personajes, que no se basa tanto en el fogonazo del ingenio. También me interesa mucho el fantástico, porque esta época (en la política, la economía, la ciencia...) es tan irreal que da pie a escribir cosas fantásticas sobre ella.

¿Qué le envidia la novela al cuento?
De la novela más inolvidable al cabo de un tiempo recordamos apenas un impacto emocional y un puñado de escenas. El cuento perfecto, sin embargo, es como un dardo en la mente, una huella indeleble, y pasa a formar parte de nuestro recuerdo como un todo inolvidable y perfecto. Eso nunca lo logrará la novela, que acostumbra a irse diluyendo en la memoria con el paso del tiempo. También pasa con los malos cuentos, claro.

¿Con qué libro de relatos le gustaría que le sorprendiera el fin del mundo?
Como este año no parece muy bienvenido, y ya nos avisan de que lo peor está por venir, y por tanto no gastemos lo que no tenemos, la gente se va a quedar mucho en casa. Estoy seguro de que la tasa de lectura se duplicará.






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