No tenía Celia Viñas la religiosidad de fórmulas rutinarias y de beatería, tan frecuente por aquellos años. Su fe es sencilla y de carácter popular, como manifiesta a su predilecto alumno, Gabriel Espinar, en una postal desde el Santuario de Lluch de Mallorca en julio de 1945: “Unos romeritos han caminado días y noches entre montes y barrancadas. Ahora le rezan a una Virgen morena y chiquita. Lejos del mar recuerdo la hermosura de nuestra Virgen. Nuestra Virgen del Mar y nuestra Virgen de Lluch”.
Su religiosidad es sentida y auténtica: “A mí todas estas zarandajas de la boda me importan nada… Me importan dos cosas: el Sacramento del Matrimonio y Arturo. Dios y el amor. Los dos grandes amores…”. Es alimentada por los místicos y el Evangelio.
Le preocupa el sentido ético y moral de la vida y procura inculcarlo a sus alumnos: “Jamás me interesó sacar de mi labor de cátedra investigadores, catedráticos… me interesaron las espaldas moralmente grandes y los corazones fuertes. Y una sonrisa de felicidad en los ojos más que en la boca…”. Y en otra ocasión subraya dos valores imprescindibles para ella: “Creo en la libertad de los humanos y que el amor es la verdad de la vida. El amor y el trabajo. Tú lo sabes bien. Olvida todo lo que quieras de mí y de mis clases. No olvides esto…”.
Su catolicismo es dinámico, activo y comprometido. Siempre va a estar dispuesta a colaborar con el obispo y otros sacerdotes, entre ellos, D. Andrés Pérez Molina, su compañero, y gran apoyo en sus momentos de crisis religiosa o humana.
Otro de los campos religiosos, donde ella vierte todo su sentido religioso, es en la Semana Santa. Celia desde siempre siente especial atracción por la Semana Santa. En cuanto a la Cofradía de Estudiantes, la primera referencia de Celia aparece en la carta a su familia del 2 de mayo de 1944: “Terminada la Fiesta del Libro ya tenemos un nuevo “tanto”, la Cofradía de la Oración del Huerto, de estudiantes, de la que es Hermano Mayor el catedrático de Matemáticas y, a beneficio de la cual, en el teatro Cervantes, vamos a representar nuestras comedias junto con un concierto de la Banda Municipal y una charla de García Sanchiz”.
Destacan los detalles en la que lleva por fecha el 19 de abril de 1945: “En la Semana Santa mis actividades se aplicaron a preparar la salida de nuestra Cofradía. Y salió. No quise ir en la procesión para verla mejor, además no tenía traje negro y, aunque me ofrecieron mantillas y peinetas, hubiera tenido que comprarme zapatos y guantes, etc. Salieron cien penitentes con túnicas negras y capirotes de seda roja, llevaban una cruz a cuestas. El Paso fue muy discutido. Naturalmente, después de Salcillo nadie puede hacer una Oración en el Huerto…”.
Después aportará nuevos datos de gran interés sobre la Cofradía de Estudiantes: “¿Qué más? Semana Santa almeriense. Los estudiantes tienen una imagen nueva, la Virgen del Amor y la Esperanza, y unos penitentes nuevos en blanco y verde que acompañan a la Virgen andalucísima de un imaginero sevillano que nos ha hecho algo semejante a la esperanza de Triana. Es una talla bellísima. Bueno y yo… que me puse mantilla y fui a la procesión y dejé a la gente con un palmo de boca abierta…”.
La última noticia sobre la Semana Santa, 5 de marzo de 1953, es la invitación que hace a su familia para que vengan a Almería: “Estupenda época esta de Semana Santa porque la ciudad tiene su ambiente litúrgico y tenemos procesiones muy majas y hasta forasteros y, además, yo no tengo clases y podré estar siempre con vosotros haciendo de “cicerone”. El mismo Domingo de Ramos ya sale la procesión de los Niños Hebreos que, quizás, pilléis con un poco de suerte…”.
También escribió varios artículos sobre la Semana Santa, algunos publicados en la prensa local. Tres de ellos: “La cofradía de los Estudiantes. La Oración del Huerto, Virgen del Amor Hermoso y la Esperanza”, “El alma en Semana Santa” y “Mujeres de Almería con mantilla” están recogidos en De esto y aquello, artículos recopilados por Arturo Medina. Recojamos algunos bellos fragmentos de estos artículos que reflejan su particular actitud vital ante la Gran Semana.
En 'Mujeres de Almería con mantilla' leemos: “Las mujeres de Almería visten hoy de negro. Un luto hermoso de terciopelos y sedas porque ha muerto su Señor. Pero no hay tristeza absoluta en su luto, saben que el Señor, el Resucitado les saldrá al encuentro, avanzada ya la noche del sábado, al amanecer del día nuevo”.
Del titulado 'La cofradía de los Estudiantes. La Oración del Huerto…', título tan significativo y de contenido tan sentido para Celia es la súplica: “Y en la Semana Santa almeriense, el estudiante: Deja, Señor, que te acompañe, que si canta el gallo no te niegue por cuarta vez. Ayúdame tú, Señor solo, por mi carne enferma que mi espíritu está pronto a la verdad. La mancha de mis negras culpas sea túnica de penitencia, noche oscura del alma, la roja seda de mi pecado ya llama de amor vivo, el árbol de mis deseos, hermoso como un ídolo pagano, abrazo y cruz, sea para siempre dulcísimo peso sobre mi hombro, y mis pasos, calle de la Amargura. Me olvidaré de las rosas, de la paloma, del mar, de la circunferencia y el silogismo, de los sonetos y la clave de fa. Solo, solamente tú, Señor solo, eres hermoso. En tu futura muerte, hermosura que no muere, solo Señor en la noche de Miércoles Santo, húmeda y silenciosa… La Virgen del Amor Hermoso y la Esperanza me valga que entonces mi alma será blanca como esposa de auto sacramental…”.
El tercero de sus artículos, 'El alma en Semana Santa', se convierte en un grito desgarrador: “¡Señor! Te sorprendí en el vuelo de su Resurrección y el gusto de tu carne arrebatada me dejó traspasada de eternidad y distancia. Carne alada en fiebre de subida. Me has dejado la sed, la eterna sed en los labios enfermos. Y sólo el polvo en la garganta rota. ¡Señor! ¡Señor! ¡Señor! Rasgad el velo de mi templo tuyo. Esta noche, Señor, Señor mío y Dios mío. Sin voz ya no hay grito que traspase las sienes de la tierra”.
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