El mes de agosto comienza cada año con la cartelería de la feria de Berja luciendo en las marquesinas de Almería y su provincia. En la edición de 2022 se veían las caras toreros mediáticos como Manuel Díaz ‘El Cordobes’ y David Fandila ‘El Fandi’, junto con el diestro Jesús Almería, que se enfrentaban a una corrida de toros del hierro onubense de Albarreal.
El largo atasco en la calle que da subida y acceso a la coqueta plaza de toros de Berja presagiaba un lleno de ‘no hay billetes’ en los tendidos en una tarde calurosa de feria virgitana.
Al romper el paseíllo se guardó un minuto de silencio por las víctimas del Covid y en recuerdo especial por Gabriel Luis García Callejón. Finalizado el cortejo inicial fue saliendo al ruedo, uno a uno, una baraja indigna e impresentable de animales terciados, escurridos, desiguales, desclasados, desrazados y, algunos, tan guapos y elegantes que alguien pensaría que venían del barbero. Por la plaza se escuchaba que tan selecta elección del ganado podría ser imposición de alguna figura acartelada y su entorno. En cualquier caso, su aprobación es responsabilidad de la autoridad, y en su conciencia queda.
Seamos positivos y vayamos a la cara y no a la cruz. Jesús Almería no solo ha aprobado su comprometido mes de julio. Ha hecho el paseíllo en pocos días en Vera, Roquetas y Berja, y el aprobado ha sido de nota alta. Ha recibido a siete toros, cinco de ellos a portagayola, ha cortado nueve orejas de seis estocadas y ha toreado largo, con la mano baja y la muleta mandona. Ha demostrado estar comprometido con su profesión y haber asimilado ese regusto que dan los años. Se acerca la feria de Almería y es una opción a considerar para una eventual vacante.
En Berja recibió a su primero de hinojos frente a la puerta de chiqueros, dejando varias verónicas y una revolera para rematar. Antes del tercio de banderillas Almería dejó un quite por chicuelinas, ligadas con una tafallera y una buena media verónica. Se paró pronto el astado, que no consintió salir de la segunda raya en toda la faena, pero Jesús Almería lo entendió rápido y supo darle tiempo y alturas. Por el pitón izquierdo, en un partón del animal que aguantó el torero, le propinó una fuerte voltereta, que no mermó al diestro, que se rehizo y tirando de raza dejó medios muletazos meritorios ante un toro que había que provocar mucho. Le cortó una oreja tras una estocada que ya sola, valía esa oreja.
El segundo de su lote, también recibido a portagayola, tenía buen son pero se partió el pitón por la cepa en un derrote, por lo que salió el pañuelo verde y hubo que repetir la larga cambiada al que ocupó su lugar. Este sobrero, un toro con cara de eral y cuerpo de eral, no pasó ni a saludar a los picadores antes de enfrentarse a su matador, que lo esperó en los medios con ambas rodillas en tierra. Por los dos pitones lo toreó el almeriense, en series rematadas con bellos pases de pecho, antes de dejar una estocada y cortar dos orejas. Se hizo Jesús Almería triunfador numérico del festejo con tres trofeos, frente a los dos de sus compañeros de terna.
Abrió plaza El Cordobés, que se enfrentó a un toro terciado y escurrido que no tenía fuerza y llegó a la muleta prácticamente sin castigo. Con la muleta, en una faena basada en la mano diestra, dejó varias series marcas de la casa, antes de cortar una oreja con una estocada caída y desprendida. Con el cuarto tras su recibo capotero, dejo El Cordobés su declaración de intenciones al llevarse el toro a los tendidos de sol para iniciar la faena. En aquellos terrenos se entregó a los deseos del público, dejando un toreo alegre -al compás del flamenco que sonó- con series propias rematadas con desplantes y con el conocido salto de la rana. Una oreja le cortó a cada uno de su lote.
El Fandi sorteó en primer lugar un toro impresentable, que al derrotar en el peto se lesionó los terroríficos pitones, y que por su categoría de figura del toreo -recordando, por ejemplo, a Antonio Bienvenida en el año del centenario- debió negarse a lidiar, como tampoco se le hará crónica en este toro. En su segundo, que salió sin celo en el capote, apenas pudo torearlo a la verónica, pero sí pudo dejar un quite por navarras. En banderillas se puso a prueba las facultades del torero, pues con el toro apretando para las tablas, tuvo que esforzarse en un meritorio tercio el torero granadino. Con la muleta fue un pulso entre la técnica del torero y el genio que sacó el toro, especialmente en los pases o remates por alto. En tablas quedó aquella batalla, sin nadie que se impusiera claramente, y tras un abaniqueo el diestro cortó una oreja.
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