“La historia de los míticos rodajes en Almería aún está por contar”

El madrileño Víctor Matellano es uno de los grandes estudiosos de los artesanos del cine español: así lo ha plasmado en libros (‘Spanish Horror’, ‘Diseñado por Yvonne Blake’) y documentales (‘¡Zarpazos!’, ‘Mi adorado Monster’). También un apasionado del cine de género, como se aprecia en filmes como ‘Wax’, ‘Parada en el infierno’ y ‘Vampyres’. Ahora, en ‘El valle de Concavenator’ sigue las huellas de un dinosaurio real –el ‘Concavenator Corcovatus’ hallado en Cuenca– y de las criaturas diseñadas por Ray Harryhausen para ‘El valle de Gwangi’, rodada en Almería.

¿Cuándo le atraparon los dinosaurios?

Los niños que presenciamos un día lejano la película de Harryhausen en TVE nos quedamos fascinados. Lo anunciaron como un wéstern, y parecía uno más, hasta que salieron esas criaturas: flipante. Mi primera película en el cine fue una reposición de ‘Los monstruos del mar’, una de Godzilla. O sea, desde siempre me ha fascinado esta temática. Por eso presté mucha atención al descubrimiento del ‘Concavenator’ en Cuenca, único en el mundo, que después sale en la saga ‘Jurassic World’. 

En ‘El valle de Gwangi’ hay dinosaurios y vaqueros, como en el prólogo de ‘Toy Story 3’. Un sueño infantil.

Lo es, realmente. Con el wéstern ocurre algo curioso: no gusta a todos pero a todo el mundo le encanta la iconografía, ponerse un sombrero y una cartuchera. Quizá no seas un fan pero no conozco a nadie que no disfrute recorriendo los decorados; por ejemplo, los de Almería. Si eso lo juntas con la dinomanía, la mezcla es explosiva. 

¿Cómo fue recibida y qué lugar ocupa hoy?

Era un proyecto de alguna forma un poco gafado. Porque lo quiso poner en marcha Willis O’Brien y no lo consiguió, y Harryhausen lo sacó adelante con ciertas dificultades. No fue un gran éxito en cine pero gracias a la televisión se ha convertido en un mito. Lo mismo que le ocurrió a ‘El mago de Oz’. Por cierto, ‘El valle de Gwangi’ no se estrenó en cines en España y fue directa a televisión.

Más que por su director, Jim O'Connolly, este título está ligado al mago del stop-motion, Ray Harryhausen. ¿Cómo se rodaron estas secuencias en las que aparece el desierto de Tabernas y la Plaza de Toros de Almería, entre otras localizaciones de nuestra provincia?

El método de trabajo en el rodaje las películas de Harryhausen solía ser el mismo: el director titular dirigía las secuencias de actores en las que no iban a ir efectos, y en las secuencias de criaturas dirigía el propio Harryhausen porque sabía cómo lo quería. Se rodaba sin criaturas, salvo, por ejemplo en 'El valle de Gwangi', el caso de la silueta del dinosaurio a tamaño real en las dunas, y la cabeza en la rambla. Pero, generalmente, se sustituía en el lugar donde debían ir las criaturas por marcas. Y si había movimiento en el dinosaurio, aquí se usaba un jeep con un mástil al que los especialistas tiraban el lazo desde el caballo. Después, Harryhausen incrustaba las criaturas con stop-motion en estudio.    

En su cine hay pistoleros, vampiras, figuras de cera y criaturas de la noche. ¿Sigue siendo un niño grande? 

Siempre. ‘Wax’ en realidad es una obra de teatro que escribí con once años, fruto de las películas que veía en ‘Mis terrores favoritos’ de Chicho Ibáñez Serrador. Y así sucesivamente, sin dejar de jugar…

En Tabernas han rodado David Lean, Sergio Leone, Ridley Scott, Álex de la Iglesia y ahora Pedro Almodóvar. ¿Qué tiene este paisaje para atraer a creadores tan diferentes? 

Todo el territorio almeriense tiene infinitas posibilidades para el cine. Porque hay paisajes muy variados, tanto de desierto, de montaña, de playa… En el caso de Tabernas, la orografía tan singular, para mí tan bella, facilita contar cualquier historia que tenga un conflicto. Sobre todo, para el cine de género, porque el desierto genera misterio e incertidumbre. 

Muchos artesanos del cine que usted ha entrevistado han trabajado en Almería. ¿Ocupa esta tierra el lugar que se merece o hay aún mucho por reivindicar?

En realidad, la historia de nuestro cine, de las películas rodadas en España, es un hecho a reivindicar en sí mismo, pero a nivel global, estatal. Almería no es menos en esta cuestión; los oficios en el cine español siguen siendo unos grandes desconocidos. 

‘El valle de Concavenator’ se estrenará este octubre en Sitges. ¿El mejor escenario para un filme así?

Sitges es un arranque muy bueno. Un gran festival. Y además el hecho de que exista alrededor de la dinomanía un carácter de misticismo, lo hace más. Los paleontólogos se acercan mucho a saber cómo eran realmente pero se extinguieron, lo que hace de los dinosaurios unos seres de leyenda. Una leyenda heredada de los dragones, por cierto.

No firma un documental al uso sino que ficciona la realidad. ¿Por qué esta decisión?

En realidad, eso lo he hecho en todos mis documentales, especialmente en 'Mi adorado Monster'. Para mí, los documentales como largometraje funcionan mejor si utilizamos los recursos narrativos de la ficción; empatizas más con el gran público.  

Su documental ‘Regresa el Cepa’, sobre ‘El crimen de Cuenca’ de Pilar Miró, acaba de llegar a Netflix. ¿Son necesarias las plataformas para el público acceda a títulos así? 

El futuro está en la coexistencia entre ventanas de exhibición. Las salas de cine no van a desaparecer porque esa experiencia es única. Pero cada vez más el público ve las películas en cualquier dispositivo, de ahí la importancia de las plataformas. 

Imagine: tiene todos los medios para rodar un documental sobre la Almería del cine. ¿De qué hablaría?

La historia de aquellos rodajes de los 60 y 70, míticos e irrepetibles, está por contar. Seguimos haciendo cine y series, pero por más o menos presupuesto que se tenga nunca será como aquello, aquel cine en aquella España. Esa es la gran historia.