En los largos meses del confinamiento, Myriam Vela Blanca (Myriam Jiménez Puertas, Almería, 1970) se quedaba horas observando el mar. Agarrada a su cámara de fotos, se quedaba colgada de los amaneceres y los atardeceres, indagando en esa línea del horizonte que parece solo azul y que, en realidad, tiene una “paleta de colores impresionantes”: rosas, naranjas, amarillos, negros, verdes, grises, blancos y, claro, azules “en todas sus gamas”. Y aquel tiempo de “hastío” que dejó a muchos artistas bloqueados —“el miedo produjo el shock, y el shock bloquea la creatividad”— a ella le dio alas.
El resultado son las fotografías en torno al mar y los trabajos que realiza en madera como soporte junto a la fotografía y la acuarela que ahora muestra en dos salas del Castillo de Santa Ana de Roquetas hasta finales de mayo. La artista acaba de inaugurar la exposición acompañada de Juan Carlos Muyor, concejal de Cultura del Ayuntamiento de esta localidad.
El encierro obligado en los meses más duros de la pandemia obligaron a Myriam Vela Blanca a permanecer en su casa, con su padre y su perro, frente a la costa de Almería. Su única conexión visual con el mundo era a través del mar. El mismo Mediterráneo que baña el Castillo de Santa Ana desde el que ella comparte ahora con el público sus “penas y alegrías” a través de sus fotografías, pinturas y poemas que van salpicando la muestra. “Hay mares en calma, en brisa y huracanados vistos desde mi ventana. Un espectáculo observado con detalle, fotografiado y recitado minuto a minuto: así nació esta muestra”, cuenta.
Cien días
Fueron cien días, recuerda el Ayuntamiento de Roquetas en una nota de prensa, en los que Vela Blanca fotografía, pinta y recita sin cesar. Así nace este “delicioso” trabajo fotográfico acerca del mar en sus “brillantes colores y texturas”. Además pinta “sus” paisajes sobre madera hasta el “fin de las mascarillas”.
En la sala dos, la artista presenta una serie de piezas de madera en la que integra, con delicadeza, fotografía y acuarela. “Vemos barcos navegando sobre las vetas de la madera y cinco historias, viajes por nuestros paisajes de Almería, elegantes y coloridos con sus cielos madera con vientos y lluvias”, explica.
Al final de la sala, despide al visitante una “elegante composición” de momentos y sueños de la artista de esta etapa “tan convulsa”.
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