Hay una almeriense en Finlandia escribiendo la música del mañana. Investigando sobre cómo el silencio influye en la percepción temporal de lo que escuchamos. Reivindicando el ritmo pausado de la vida rural frente al ansioso vaivén de la ciudad.
Una almeriense que vive desde 2020 en Helsinki, donde tras un máster en composición emprende el doctorado artístico: allí ha regresado tras una fugaz escapada a Madrid para recoger, la semana pasada, el Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE y el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Un galardón que ganó con una “metáfora” sobre la España vaciada.
“Pensaba en esas cortijadas antiguas de las afueras de las ciudades que acaban demoliéndose para seguir expandiendo el área metropolitana con edificios residenciales o comerciales”, cuenta Pilar Miralles Castillo (Almería, 1997) a LA VOZ al otro lado del teléfono.
Primera escucha
‘Echaron abajo una casita cubierta de hiedra que me gustaba mirar de lejos’ es una pieza de unos once minutos que compuso el verano pasado en Helsinki. Sin embargo, no fue hasta la final del concurso, el 27 de noviembre, cuando la escuchó por primera vez. “En mi imaginación tenía una idea, pero fue una sorpresa enorme. Nunca he estado tan contenta de una interpretación”, dice sobre la “magnífica” actuación del CrossingLines Ensemble en el Reina Sofía.
La almeriense valora que el jurado “considerara aspectos no solo técnicos” para otorgarle el premio, que conlleva una residencia artística para la temporada 2024/25 para componer dos obras de música de cámara. “He querido expresar la nostalgia ante la pérdida de ese mundo, casi varado en el tiempo, del pueblo; de la vida en el campo frente al tiempo acelerado, optimizado, de la ciudad”, detalla sobre la pieza ganadora, completada por un poema de su autoría.
El doctorado que acaba de comenzar indaga en esa filosofía. “Quiero investigar el uso de la temporalidad de la música: cómo componer obras en las que no haya percepción temporal y hacerlo a través de la quietud. Crear espacios sónicos en los que se pueda reflexionar como respuesta a la inmediatez de la sociedad actual”.
Líneas de pensamiento que marcarán sus composiciones futuras y que resume en un concepto, ‘Time quietening’, de difícil traslación al castellano. “Sería algo así como acallar el tiempo”, expone. O cómo podemos encontrar en el silencio una “respuesta” a esta vida diaria “vinculada a la sociedad de producción y de consumo de masas”.
“Ojalá escucharla en el conservatorio”
A Pilar Miralles no le gusta que exista un “espacio” entre el oyente y la música. “Prefiero que estén al mismo nivel”, apunta. Por eso escoge la cercanía de los recintos pequeños a la enormidad de los auditorios. “Hay una profesora del Conservatorio de Almería que me ha contactado para ver si pueden montar la obra. Me haría mucha ilusión: ahí empecé a estudiar música y tengo mucho cariño a esa institución”, afirma.
Un cariño similar a las bandas de los pueblos que permiten acceder a la música de manera “humana y real”. “Mi padre siempre [Juan Antonio Miralles] siempre habla del director de la banda de Huércal-Overa. Me lo imagino enseñando a todos los niños, como un hombre casi místico”.
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