La soprano María Josefa García Diaz, artísticamente conocida como María Pina, nació en Almería. Es profesora superior de canto y directora de la Compañía de zarzuela de su mismo nombre. Cursó la especialidad de Filología Inglesa, Lengua y Literatura, finalizando sus estudios profesionales de canto con Premio Extraordinario. Su formación superior no fue menos, ya que también fue reconocida con Mención Honorífica.
Ha realizado diversos cursos de especialización, interpretación musical y técnica vocal, además de cursos Internacionales de canto en nivel superior. Como solista ha sido protagonista en diversas obras de Vivaldi, Bach, Mozart y Beethoven, entre otros grandes de la música, además de en antologías de ópera y zarzuela.
María Pina es profesora de coro desde 1996 en el Real Conservatorio de Almería, del “Ángel Barrios” de Granada, en El Ejido y en Motril. Bajo su dirección se han puesto en escena las zarzuelas “La Gran Vía”, “La Verbena de la Paloma”, y “Una noche con Chueca”, integrada en un proyecto de recuperación de la zarzuela que la soprano continúa desarrollándose con gran éxito. Desde 2019 es profesora en la especialidad de canto.
¿Quién canta mejor su estilo de música? ¿El hombre o la mujer?
Tanto el hombre como la mujer, si poseen una técnica adecuada y una musicalidad especial, pueden llegar perfectamente al público de la misma manera.
¿Cuántos músicos hay en su familia?
Es curioso. En mi familia no hay nadie que se dedique profesionalmente a la música, aunque sí ha habido miembros con cualidades musicales y dotes artísticas, como mi madre y mis abuelos maternos. En cuanto a la familia que he formado, mi marido y mi hija sí son músicos.
¿Quién la bautizó artísticamente como María Pina y por qué?
Mi nombre artístico lo elegí yo, por querer mantener el segundo apellido de mi padre, y llamarme igual que mi abuela paterna.
¿Es difícil ser cantante de ópera?
Sí, si no tienes espíritu de sacrificio ni disciplina, ya que la vida de una cantante gira siempre en torno a una meta ideal, que es encontrar la perfección.
Los micrófonos en la ópera, ¿con casi un pecado?
Los micrófonos ambientales son necesarios en los grandes teatros de ópera y en los recitales que se hacen al aire libre.
Si alguien no le conoce y le pregunta a qué se dedica, ¿cómo se lo explica?
Me dedico a cultivar en la formación vocal una forma de vivir, de transmitir a los demás, de crear buenos hábitos, de expresar sentimientos, de saber realizar diferentes roles y de fortalecer el trabajo en grupo.
¿Cómo empezó en el mundo de la música?
Empecé en la música por amor. Fue cuando yo me enamoré de un chico, que tocaba el piano y ambos pertenecíamos a un coro, sin ánimo de ser la solista, sino simplemente para poder cantar a su lado.
Usted de niña o de adolescente, ¿cómo se llevaba con el solfeo?
Bastante bien, porque tuve de profesor al que años más tarde sería mi marido, Juan Vicente García.
Dicen algunos irreverentes que ser cantante de ópera debe ser algo aburrido.
Yo pienso que es porque no conocen bien el mundo de la lírica. Ahora bien, es una profesión muy sacrificada por su dedicación y trabajo. No es que seamos personas serias e intratables, sino todo lo contrario.
¿Ha habido alguna obra que se le haya atragantado al cantar?
No, porque siempre he tenido la prudencia de elegir obras adecuadas a mi tipo de voz. Hay que ser muy cauto a la hora de seleccionar las obras que vas a interpretar. Durante la época en la que estás activa, no es lo mismo cantar una pieza a los 30 años, o a los 40, o a los 50.
¿Recuerda cuando fue su debut profesional?
Eso no es fácil de olvidar. Fue cantando un Oratorio en Málaga.
¿Tienes algún rito o manía antes de salir al escenario?
No…Bueno, lo único es que siempre salgo al escenario con los mismos zapatos de tacón, que son de una firma de la localidad alicantina de Elda.
¿A usted le daría reparo arrancarse con un tema de reguetón?
A estas alturas de la vida y con lo que he vivido ya, no me daría reparo, me lo prepararía y adelante.
Cuando cantando le sale un gallo, ¿cómo lo disimula?
Si te ocurre eso, sigues cantando como si no hubiese pasado nada, “el arte del disimulo” (Benito Pérez Galdós).
¿Se puede vivir exclusivamente de los concierto o recitales?
Sí, de hecho, los primeros años de mi carrera ese era mi trabajo hasta que se me presentaron problemas familiares y no tuve más remedio que alternarlo entre recitales y la docencia.
¿Cómo andamos de intérpretes de música clásica en Almería?
En cuanto al canto, hay un alumnado que realiza sus interpretaciones con un buen nivel, y yo particularmente quiero destacar a los profesionales que se iniciaron conmigo, como son los casos de Juan de Dios Mateo (tenor) y a Enrique Padilla (barítono). Sigo manteniendo con ambos una amistad muy estrecha.
¿Usted tiene miedo a perder la voz?
No, porque es una cosa natural y hay que ser consciente que la evolución de la persona y el paso del tiempo hace que todo se vaya. Aunque a veces se siente nostalgia.
Por curiosidad: ¿A su juicio cuál ha sido el mejor de los tres tenores del siglo XX?
Ha habido muchos más, yo he tenido la oportunidad de trabajar con el maestro Alfredo Kraus, aunque personalmente me quedo, por todas sus características musicales y artísticas, con Plácido Domingo.
¿En qué puesto colocaríamos a nuestra paisana Magdalena Llamas?
No me gustan las clasificaciones. Magdalena Iglesias es una gran intérprete con gran sensibilidad musical.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/282565/la-otra-cara-de-maria-pina