“El reguetón ha matado a la cultura, es un reflejo de la sociedad que vivimos”

Su educación sentimental se forjó viendo ‘Rockopop’ y ‘La bola de cristal’, entre la ‘Súper Pop’ y el catálogo de Discoplay, grabando casetes con canciones de la radio y comprando vinilos en Discos Modi. Hoy, la almeriense Patricia Domínguez ha convertido su pasión en su forma de vida. Estudió Marketing y Comunicación y trabajó en la empresa familiar hasta su cierre tras la jubilación de su padre. Entonces creó Rojo Sostenido, un proyecto de comunicación que desde 2021 da visibilidad a artistas y bandas, y al que aporta además su mirada de fotógrafa de conciertos.

¿Qué hay detrás de Rojo Sostenido?
El propósito de poner a Almería en el mapa y de brindar un espacio abierto e interactivo donde las sinergias y trabajo en equipo cobran protagonismo. Miles de proyectos musicales necesitan abrirse camino en una industria compleja, y ahí entramos en juego. En Almería colaboro con el Ayuntamiento, productoras como Crash Music, salas, agencias y músicos. Y, de manera natural, nos hemos ido abriendo paso en otras ciudades, sobre todo Granada, Málaga, Murcia y Madrid.

¿Puede vivir de la música?
Después de mucho camino, sí. Durante un tiempo lo compaginé con un trabajo de oficina, quitándome horas de sueño. Pero tenía claro mi objetivo y luché por él. No es suerte; es trabajo diario, perseverancia y disciplina. La música me ha rescatado en mis peores momentos y me motiva a seguir peleando. 

¿Pensó en tirar la toalla?
Al contrario. A diario hay dificultades, pero ¿dónde no? Busco seguir creciendo y evolucionando en los campos que abarca Rojo Sostenido, tanto en prensa como en comunicación.

¿Y no lo complica hacerlo desde Almería?

Almería tiene camino por recorrer en la industria musical, y aún así ha evolucionado mucho. Buena parte de mi trabajo puedo realizarlo desde cualquier parte y viajar con asiduidad fuera de la provincia me hace tener experiencias enriquecedoras y conectar con mucha gente.

¿Se lo han puesto más difícil por ser mujer?

Nunca he vivido situaciones incómodas, siempre me han tratado como una igual. Aún somos un porcentaje pequeño las mujeres que nos dedicamos al universo musical, pero he conocido técnicas de sonido, productoras, trabajo con compañeras fotógrafas, promotoras y todas hacen una labor encomiable.

En la era de las redes sociales, ¿por qué un músico debe confiar a otros su estrategia de comunicación?

A las bandas les pregunto si quieren quedarse en el local tomando cerveza con los colegas o que el mundo conozca su música. El altavoz de una agencia de comunicación no es el mismo que lo que logres tú solo. Detrás de cada campaña hay planificación, estrategia, mensaje; contar una historia, que te escuchen y crean en ella. Las redes sociales son una herramienta más, no la panacea.

¿A qué artistas de Rojo Sostenido podremos ver pronto en Almería?

Trabajo, entre otros, con almerienses como el guitarrista Carlos López, la Comunidad Vinilos (Los Vinilos, Lady Pop, The New Wave, Indirectos…), andaluces como Morleys y de Madrid como Víctor Fraile. Este último presenta ‘Cantos de lejanía’, su segundo disco en solitario, el 18 de enero en Port of Spain. Es guitarrista, pianista y corista de Whisky Caravan, que acaba de estar de gira con Elefantes en México. Le ha cogido cariño a Almería; será su segunda vez.

¿Cuál es la salud de las salas de nuestra ciudad?

La pandemia afectó mucho, y algunas ya ni programan. Pero las que hay ofrecen variedad. Cada sala, como cada concierto, te aporta una experiencia diferente: desde la más grande como Berlín Social Club hasta Clasijazz, Port of Spain o la más ‘underground’ Dragonfly.

¿Almería es un buen lugar para apostar por la música en vivo?

Adoro Almería, pero hay que ser amante del riesgo. En las giras por salas, los artistas, desde los de primer nivel a los más emergentes, suelen pasar de largo. Aunque hemos evolucionado en festivales, tenemos poca cultura musical de ir a conciertos por el simple hecho de disfrutar la música en directo y descubrir talentos. 

Como fotógrafa de conciertos, ¿a quién le ha impresionado más retratar?

Difícil, cada artista me aporta algo diferente. Me impresionó Bonnie Tyler, fue como viajar a mi infancia; Bisbal es apuesta segura porque interactúa mucho, y de Cooltural Fest 2024 estoy bastante orgullosa. Como profesional, haber estado en Las Ventas con Sôber, Savia y Skizoo dos veces y con Whisky Caravan en La Riviera ha sido un antes y un después.

¿Qué ha aprendido mirando desde el foso?

Que la vida es un segundo, y en un segundo pueden pasar muchas cosas sobre un escenario. Aunque estés rodeada de gente y compañeros, ahí solo existe el artista y tú.

¿Qué suena en su casa cuando desconecta (si eso es posible) del trabajo?

Soy coleccionista de música, por lo que sigo comprando en formato físico, aunque evidentemente utilizo plataformas como Spotify. Por mi trabajo, escucho variedad de estilos y bandas, pero yo soy y he sido siempre rock. La banda sonora de mi vida ha sido Héroes del Silencio. Pero hay más música, desde The Beatles, The Rolling Stones y Pearl Jam a más recientes como Shinova, Arde Bogotá, Whisky Caravan, Víctor Fraile. Y otros estilos estilos musicales como Alain Pérez, Lorena McKennit, Chelsea Wolfe o VNV Nation.

¿Algún concierto que nunca olvidará?

Cualquiera de Héroes del Silencio, Guns N' Roses, Metallica, Suede, Shinova, Arde Bogotá, Alain Pérez, Bunbury, Tarque, Los Zigarros… ¡hay tantos!

¿Sigue vigente a estas alturas del siglo XXI aquel mantra de sexo, drogas y rocanrol?

Me niego a creer que el rock ha muerto. Es más minoritario, pero sigue siendo la base de mucho de lo que escuchamos hoy. La música es un ente vivo en evolución, el mantra ha perdido fuelle, pero seguiremos gritando a lo Burning… ¡sexo, drogas y rock and roll!

Parafraseando a The Buggles, ¿el reguetón ha matado a las estrellas del rock?

El reguetón ha matado a las estrellas del rock y a la cultura. Si hay algo importante en la música, es el mensaje y lo que transmite, y los del reguetón son bastante cuestionables. Al final es un reflejo de la sociedad que vivimos. Pero para gustos, colores.