Su amigo Paco Calavera le define como “el Chris Rock de El Quemadero”, por su agilidad mental y por cómo maneja en sus monólogos el habla de la calle. Así que para tapear con Álvaro Vera, Alvarito (Almería, 1983), nada mejor que hacerlo en su barrio, en Casa Roque. “Me gusta venir aquí, me pilla cerca de donde vivo y conozco a Roque desde hace tiempo. El pescado es fresco, las tapas son muy buenas... incluso te saludan”, y reproduce un diálogo con la melva canutera que da vida a un delicioso chérigan. Porque sí, amigos, a pesar de cómo está el patio, hoy toca hablar de humor, algo que en el fondo es una cosa muy seria.
Alvarito es uno de los representantes del nuevo humor almeriense, y como a los cómicos norteamericanos que tanto admira -Woody Allen, Eddie Murphy, el propio Rock- su entorno le ha enseñado a ver el mundo desde un prisma que comparte con el público cada vez que se sube a un escenario. “Al igual que otros hablan de Harlem o el Bronx, yo hablo mucho de El Quemadero. Vengo de un barrio en el que para defenderme tenía que ser peor de los demás, y eso me ha curtido. No me gusta el humor blanco pero tampoco el insulto fácil, sino el original, el ingenioso”. Y sabe de lo que habla. “De pequeño, los niños que no sabían decir mi nombre me llamaban ‘bárbaro’. Y luego ‘traterrestre’, sin el ‘ex”. Porque esa es otra, para hacer chistes sobre su físico, él va primero. “No tengo ningún complejo. A veces me gritan desde el público: ¡ya llevas varios chistes de oreja, puedes parar! Y yo contesto: también tengo para ti, ¿prefieres eso?”.
Y aunque así, sobre el papel, Alvarito pueda parecer John McClane, el duro poli de ‘Jungla de cristal’, en el fondo se esconde un sentimental, un apasionado lector, un cinéfilo empedernido y un enamorado/estudioso de la cultura americana y de los resortes del humor. “Mi ideal es llegar al auténtico ‘stand-up comedy’: muchos chistes, mucha crítica, hablar como se habla en la calle”. Con ese espíritu vitriólico, Alvarito toca todos los palos. “El surrealismo, mi físico, la política, el atletismo, las drogas. El atletismo y las drogas”, y echa a reír mientras en la tele, de fondo, hablan de los Juegos Olímpicos. Ojo, ¿con la corrección política hemos topado? “Estamos muy pillados. El otro día actúe en Turre y toda la primera fila eran niños. Cada vez más la gente sabe a lo que viene aunque a veces pasan cosas increíbles. Hace poco, tras un monólogo en el que citaba a Marta Domínguez y a Alberto Contador, se acercaron para decirme que por favor retirara esos chistes, que el deporte español está limpio”. Entonces, ¿no hay que cabrearse con los guiñoles galos? “Es humor, no te puedes enfadar. Algunos gags eran muy buenos, y si ellos se meten con nosotros, metámonos con ellos”. Y reconoce que en España aún tenemos la asignatura pendiente de aprender a reírnos de nosotros mismos. “Los americanos son los mejores para eso. En una cena, para hablar de sus orígenes, Obama puso un video y era el principio de ‘El rey león’. Y los políticos van al ‘Saturday Night Live’. Creo que cuanto más naturales seamos y más sentido del humor tengamos, en una sociedad mejor vamos a vivir”.
Así, entre caña y caña, una conclusión: si se saben encontrar las cosquillas, todo tiene su gracia. Incluso esta crisis que está congelando millones de sonrisas. “La crisis es puro humor, lo que est&aacut
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