Lleno. Al completo. ‘Petao’. Como ustedes quieran decirlo. De todas formas, es posible que aún buscando el adjetivo más grandilocuente, se queden cortos. Así estaba el centro en la noche del miércoles, en Almería en Negro, esa fiesta que ha llegado a la ciudad y, por lo que parece, como la ‘En Blanco’, ya no se irá, visto lo visto a pie de Cuatro Calles.
El Ayuntamiento, organizador de la fiesta, dirá las cifras en breve, y serán “un éxito”. Hablarán de miles de personas, y tendrán razón, pero siempre quedará la duda de cómo las contaron. En esto mejor guiarse por lo que dice la gente que realmente sabe. Y cuenta mi amiga María que, llegada a dejar el coche en un aparcamiento del centro, el señor que estaba a pie de barrera, picando tickets para que la máquina no terminara echando humo, le dijo que no había visto nada igual, “ni siquiera en Feria ni Semana Santa”. Esa es la medida, los números...
Ganas de fiesta
Pero es que no sólo era la cantidad. Era la energía. Las ganas. Los disfraces de todo tipo, muchos, currados, desenfadados, incluso ocurrentes, que la gente llevaba sin el menor pudor. El buen rollo. Almería tenía ganas de estas fiestas, de estas noches del color que sean. De tomar su ciudad, las calles del centro, que siempre fueron, son y serán, su referencia.
Muchos comercios abrieron hasta casi la medianoche, los bares y restaurantes estaban llenos. En mitad del Paseo estuvieron los monologuistas Miki Dkai y Paco Zambrana, y luego Civi Civiac, el Fakir Insólito, que asombró a niños y mayores con sus juegos con fuego, su cena de bombillas y su equilibrio sobre espadas. En la plaza Pablo Cazard hubo un espectáculo de Drag Queens, ‘La oscura claridad del transformismo’, con la actuación de Jessy y Zafiro.
En la plaza de San Pedro, a partir de las diez, se hizo un concurso de disfraces de Halloween y un taller de efectos de cine. Y en la parte alta del Paseo, una muestra de espectaculares coches clásicos detuvo la marcha de los paseantes.
Lámparas del Deseo
La gente iba de un lado a otro por las calles del casco histórico, entrando en alguna tienda para husmear en alguna rebaja, parando en algún bar o cafetería para tapear.
La marcha fuerte estaba en la Plaza Vieja. Allí pusieron un escenario y a las diez de la noche arrancaron a tocar Los Vinilos. Pura energía en canciones de toda la vida que pusieron a botar a un público que fue llenando en recinto hasta el último rincón.
A las doce tuvieron que parar porque el guión lo mandaba, pues el público les pedía que siguieran. Pero venía otra edición del ‘flash mob’ de Thriller, y luego el momento cumbre de la noche. Cientos de linternas voladoras, ‘lámparas del deseo’, se alzaron al cielo, encendidas por el propio público. Hubo momentos tensos, por el fuego (para la próxima... cuidado), pero al final todo salió bien.
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