Paco Calavera “Para ser un buen cómico, o cómico a secas, es básico ser culto”

Paco Calavera “Para ser un buen cómico, o cómico a secas, es básico ser culto”

Evaristo Martínez
01:00 • 03 nov. 2012

Llueve, y en la radio del coche los informativos hablan de los presupuestos generales para un año que se sigue adivinando en blanco y negro. En el Almadrabillas Cuisine --Plaza de San Miguel, El Zapillo--, aguarda Paco Calavera (Almería, 1977), así que el periodista espera que un humorista de su altura consiga ponerle buena cara al mal tiempo. Pero la actualidad es la que es, así que la conversación comienza hincándole el diente a la crisis. Eso sí, delante de una buena tapa de migas, como mandan los cánones indálicos. “Todos estamos padeciendo esto, ya no se libra nadie: a quien le va mal, porque le va mal; y a quien le va bien, porque tiene familia que le va mal. Pero hay que ser optimista”, afirma, y acto seguido comienza a analizar la actualidad política con más rigor y sentido común que la mayoría de los tertulianos.

“Quiero creer a Montoro. Tiene pinta de saber bastante, o por lo menos tiene pinta de ratón de biblioteca. Lo que pasa es que este Gobierno ya no tiene el aval de hace un año: han batido todos los récords de la mentira No se ve la luz por ningún sitio pero ojalá tengan razón”. También reparte para la oposición. “No conozco en Estados Unidos un caso de un político que haya perdido unas elecciones y no se haya ido inmediatamente. Es la primera vez que ocurre en el PSOE y me jode muchísimo que no haya ninguna reacción: es triste ver cómo está el Gobierno y que no exista oposición”. Y él, que se confiesa “creyente de Zapatero” antes de una segunda legislatura que fue “un desastre absoluto”, ya conoce esta sensación amarga. “La decepción constante es una costumbre entre los que somos de una izquierda moderada”.

Así es Paco Calavera hablando en serio aunque hay que decir que sus reflexiones, certeras y punzantes, suelen ser interrumpidas por una sonora risotada marca de la casa. Y entonces uno no sabe si está hablando con uno de los cómicos de referencia en España o con su álter ego, Francisco Rodríguez Martínez, el tipo que llega a casa de madrugada cuando los focos y las carcajadas ya se han apagado. “Nadie se muestra en un escenario tal cual es. Cuando soy actor, hago un personaje, y cuando me anuncian en un monólogo también, aunque se parezca a una versión de mí mismo. Fernán-Gómez decía que en la vida real era tímido porque no sabía qué iba a pasar, mientras que en el escenario lo tienes todo atado. Me parece una gran definición”.


Pero hubo un día, claro, en que era aún Francisco Rodríguez, el joven con vocación de actor y comediante “desde que tenía uso de razón”, hasta que alguien le bautizó antes de saltar al vacío del escenario. “Era la época del café-teatro y nos poníamos nombres extraños, como si fuéramos de la movida, apodos que definían nuestra personalidad. Entonces era así, un sinvergüenza y un calavera”. ¿Cómo recuerda aquellos inicios? “Siempre estaba sin un duro, con una inestabilidad e inseguridad enormes pero era tan libre... Era muy bonito”.


De aquellos bolos vinieron estos neones. “Si no llega a ser por esa gente, por el Aula de Teatro de la UAL, que ya no existe, no estaría aquí. Es vergonzoso que una cantera de teatreros y cómicos como aquella haya desaparecido”. Y lanza algunos nombres que salieron de allí, como los de Fernando Labordeta, Antonio Fernández, David del Pino o Jesús Herrera. “Éramos jóvenes más c






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