El Lunático llegó a la Plaza Vieja con la mochila cargada de buen rollo y temas para todos los gustos. Temas de siempre y un destape rockero cargado de fuerza y de punteos endiablados. El Lunático ha querido desnudarse en público y se le ha visto todo el ADN.
Varios cientos de personas se habían congregado al pie del Pingurucho para oír de cerca el nuevo disco “Sitios a los que hay que volver” y a recrearse en los más conocidos de este grupo de pop almeriense. Por cierto si existe el pop almeriense, seguramente, lo ha inventado El Lunático. Quizás lo suyo sólo sea pop hecho en Almería, pero en los conciertos de Juanmi y Antonio huele a paseos por el Parque, a mediodía interminable en Ciudad Jardín y a noche rulando por las cuatro calles.
Entrañablemente mediterráneo y muy cercano el dúo de músicos de aquí, respaldado por su buena banda, hizo un poco más joven a la Plaza Vieja, dando rienda suelta a su más genuina personalidad, entre amigos y admiradores. A fin de cuentas, estaban en casa.
Así lo dejó claro Juanmi cuando recordó aquel concierto de 2001 en la Plaza Vieja cuando ganaron el concurso : “hacía tiempo que queríamos volver a un lugar del que salimos, a la Plaza Vieja, aquí en nuestro casco histórico, muy cerca de nuestra calle Valdivia”.
A las baladas con compás de rumba les sienta bien la guitarra de Antonio García y, así, los matices de la voz de Juanmi Cruz emocionan cuando se acoplan perfectamente a la letra y dejan su rastro sentimental al final de las estrofas.
El Lunático fue saltando de un ritmo a otro, prolongando el concierto en todos los sentidos y enseñando todo lo que le gusta, deshojando la margarita de todas sus filias musicales. Por ejemplo, uno de sus nuevos temas arranca del reggae, se arma de aires sureños y luego aterriza en pleno desierto con notas de música árabe. Y de ahí en adelante, su impronta esencial, sus señas de identidad tan lunáticas en el sonido y en la letra.
El Lunático es de ahora pero tiene, cuando quiere, un deje ochentero en las formas y en la voz de Juanmi. A ellos siempre les gustaron los sonidos de los grandes de entonces y eso no deja de ser un material valioso. Como valioso es, sin duda el papel aglutinante que han desempeñado en su entorno personal y musical y este concierto fue una buena prueba de ello. Allí estuvieron César Gutiérrez a la guitarra, Alba Domínguez en los coros, Paco Sánchez con el bajo y Ezequiel Jiménez combinando cajón, batería y percusión.
También, apariciones estelares, como las del argentino Marcelo Champanier, quien intervino en un tema exquisito como fue ‘A mares’. Y al final, cómo no, José Cruz, el imprescindible Niño del Lunático, como le conoce todo el mundo, con su poderosa expresividad.
A esas alturas del concierto ya no había sorpresas, sino mucho cariño arriba y abajo del escenario. Con los dos hermanos Cruz aliados en la voz y la guitarra de El Caracoles (Antonio García) la noche llegó hasta donde todo el mundo quería.
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