Enrique Pérez Ibarra, un artista consagrado a la piedra natural

Desde su estudio rodeado de la naturaleza en Alhama vive dedicado a su trabajo y vocación

Uno de los trabajos del artista.
Uno de los trabajos del artista.
Carmen López
20:49 • 07 jun. 2015

Trabajar la piedra natural y  convertirla en objetos de muy distinta índole no es algo que sepa y pueda hacer cualquiera. Enrique Pérez Ibarra está consagrado a ello desde su ‘retiro’ en Alhama de Almería, en un lugar donde la naturaleza se deja llevar por la creatividad de unas manos capaces de convertir en cualquier cosa un trozo de piedra, por muy grande que sea. 




Quería vivir de la piedra y lo ha conseguido. Es su modo de vida y lo que le da sentido, además de sus hijos. Acostumbrado a vestirse el mono, ponerse la máscara y coger la sierra mecánica, para el ya ho hay secretos. Es capaz de idear, como artista que es, pero también de convertir en realidad las ideas de otros. Hay tiempo para todo.




Su relación con las canteras es como las de los demás con las cafeterías, de lo más normal. Cuando decidió irse a vivir a Alhama no lo hizo porque allí también las hubiera -nació en Berja en 1968-, porque no lo sabía. Llevaba moviéndose por la comarca del mármol y otros lugares desde que tuvo clara que su vocación estaba entre las yemas de sus dedos, en la comunicación que se establece entre estas y su imaginación.




Enrique no deja nada al azar, como buen artista, los bocetos son parte imprescindible; también la búsqueda del equilibrio -no es difícil imaginar una pesada mesa de piedra que se vuelca al ponerla en pie porque está mal compensada-, de las proporciones, de la belleza, de los colores y las vetas de la piedra que, añaden por si mismas, venas que dan vida a las creaciones, que hacen navegar los veleros, que soportan en las paredes las salamandras.




 Si hubiera sabido que la montaña iba a llegar a el, tal vez se hubiera trasladado antes. Alhama es el lugar en el que se encuentra la mayor concentración de canteras de travertinos de toda España. Es su paraíso de piedra multicolor. 




 El camino Tras  acabar el obligado servicio militar y estudiar contabilidad, Enrique tenía claro qué no quería hacer: pasarse cada uno de los días encerrado en una oficina, así que cambió los números por algo que le hacía sentirse más feliz y realizado.




He aquí el comienzo de una nueva vida para él que girará en torno a los trabajos artísticos, especialmente los derivados de la talla en piedra, los cuales se convierten en su obsesión y meta, trabajar dando forma a dichos materiales y sobre todo a las piedras naturales, cuyo espíritu propio y morfología le seducen desde el inicio. Habiendo encontrado su vocación, devoró con ahincó todas las materias, profundizando mas en las que llenan su curiosidad. Por otra parte tuvo la suerte añadida de poder disfrutar individualmente de la profesora, gran artista y profunda profesional Adela Montoro, cuyo nivel de exigencia consiguió sacar lo mejor de él en todas y cada una de sus obras, motivo por el que le estará eternamente agradecido.




Así transcurrieron cinco años de esfuerzo y estudios, que le brindaron la oportunidad de aprender a expresar su arte con total libertad y plasmar dicho sentimiento en sus obras. El último año lo compagina con un taller multidisciplinar con otros compañeros donde se dedicó principalmente a la restauración de figuras de clientes, así como a la realización de trabajos de pequeña envergadura. Una vez concluida esta etapa, prosiguió su andadura profesional mediante prácticas en empresas del sector de la piedra natural realizando trabajos de artesanía además de originales para su posterior copia, pues proliferaban los copiadores de piedra y todo el mundo quería sus propios modelos.  El siguiente paso fue  realizar su propia obra y trabajar por su propia cuenta. Hasta la fecha.



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