Como si de un clon de Sergio Leone se tratara, un loco director de cine se propuso ayer rodar una película al más puro estilo western en Almería. Escogió el escenario del Parque de las Familias para hacer un casting. Pasaron chicas de saloon bailando el can can, niños que gritaron como los indios y vaqueros que no dejaban de disparar.
Y si el área de Almería, Tierra de cine, se llenó de niños y padres con gorros de cowboy, boas y plumas, un par de piratas desembarcaron en la zona de Cabo de Gata-Mar Mediterráneo. Desde el faro y el navío allí varado se bajaron los grumetes para disfrutar de un espectáculo de animación en el que participaron decenas de niños desde las once de la mañana.
Los piratas más madrugadores separaron a los participantes entre babor y estribor, regalaron cientos de globos con forma de espada pirata y dispusieron una gran lona de colores para jugar. Juegos para grandes, pequeños, juegos nuevos, juegos inventados y otros tradicionales llenaron las tres horas de animación en las que la sombra se convertía en isla refugio para todos. Alfredo Casas Moreno lucía, a sus dos años, sombrero pirata, mientras que Tamer Ali Fernández, corría de la zona pirata al plató de cine y vuelta a empezar.
Como él, cientos de niños, acompañados de sus padres, recorrían el Parque de las Familias y, de un escenario saltaban a otro. La música y los animadores infantiles les transportaban del lejano Oeste a la selva pasando por un mar infestado de barcos pirata. Y en cualquiera de los escenarios, los mismos protagonistas: los pequeños de la casa.
Globoflexia, pintacaras y mucha música. Bailes y coreografías divertidas llenaron el escenario situado junto al lago del Parque de las Familias. Y por él pasaron niños y también padres que bailaron al ritmo de Soy una cuchara, un cucharón,...
El espectáculo lució color con la adaptación de El Rey León. Simba, Timón y Pumba son sólo algunos de los personajes que, perfectamente caracterizados, bailaron para los cientos de niños que se congregaban junto a un escenario que vibró al ritmo de la música de una película, adaptada ya a musical.
Cebras, antílopes, leones y hienas bailaron en un escenario que ocupaban después los más pequeños. La fiesta, al igual que la música, no paró hasta pasadas las dos de la tarde. Entonces eran muchos los que salían del recinto con un regalo debajo del brazo. Cestas con productos de Biosabor, entradas para parques de atracciones o spa. Así, los participantes se preguntaban si la fiesta de la familia volvería a repetirse el año próximo. El ambiente familiar y de diversión llenó un parque que apenas lleva abierto 6 meses.
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