Fue un duelo perfecto para el ‘prime time’ del mercado asiático. Un escaparate fantástico de la Liga, que necesita de sucesos así para revender la belleza perdida por falta de igualdad. Ganó el Madrid, otra vez en traje de luces, porque tiene más balas, pero el Athletic no fue una montonera defensiva, sino un adversario mayor, que visitó a Keylor con frecuencia y con peligro. Un equipo que embellece la línea de exportación que ha abierto Tebas.
El partido resultó una juerga enorme en la que se citaron ese Madrid con cascabeles que ha traído al Bernabéu Zidane y un Athletic incómodo, atento, estupendo en la contra y valeroso. Una gran idea y un gran delantero, Aduriz, que ofreció soluciones en las bandas y remate siempre. Sigue sin marcar en el Bernabéu, pero lo mereció. El conjunto fue un partido estupendo que el Madrid, armado hasta los dientes y menos disminuido por las bajas, llevó al terreno de la pegada. Ahí no podía perder.
En cualquier y en la trastienda del resultado, afloró de nuevo que no hay recambio para Marcelo. Carvajal fue menos atrevido ahí y Danilo, en la derecha, resultó intermitente. Sólo una vez se movilizó de verdad en ataque. Su cabezazo dio para el lucimiento de Iraizoz. Kovacic se mostró como un centrocampista de compañía al que aún no le alcanza para ser jugador de todos los fines de semana. Y Varane, al que Florentino ve un día capitán del Madrid, tiene aún cosas de grumete. En un desencuentro con Keylor, más imputable a él que al portero, empató el Athletic. Vio dos amarillas injustas. Un día para archivar.
El resto del Madrid funcionó razonablemente bien. Modric resultó de nuevo un gran coordinador general. Es prosa (segundo recuperador del equipo) y poesía (primer pasador en campo adversario y cuarto asistente) a la vez. Y Kroos le siguió esta vez la corriente. La primera vez que pisó área fue para hacer el tercer gol y autoconvencerse de que ahí no hay cocodrilos. Antes ya habían marcado Cristiano y James. El portugués volvió a subirse al estribo del gol (doblete) y se sintió confortado en un partido jugado a la carrera con hiperactividad y espacios. Le resultó divertida la tarde. Y James quedó reconfortado por un gol muy de su repertorio. Recorrió la frontal hasta que se echó mano a la izquierda. Remate imparable. También Isco y Lucas Vázquez se adornaron en el cierre.
El Athletic no fue el equipo desamparado que se ha sentido en el Bernabéu como en el dentista estas últimas temporadas aunque acabase en blanco. Se tragó un gol a los dos minutos, hecho adverso que le invitaba a deshacerse, pero tuvo aplomo y respuesta. Empató el partido; el fantástico Aduriz, al que Del Bosque está obligado a llamar a filas, mandó una pelota al palo y un cabezazo picado a los guantes de Keylor, y Sabin Merino tuvo el 2-2 en una volea. No se durmió ni en la segunda mitad, cuando se quedó casi sin esperanzas y Elustondo encontró un premio de consolación. No dejó deleitarse a un Madrid de buen nivel, al que le sobra menos de lo que cree. Y menos cuando coge la maleta. Lo habrá anotado el Roma.
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