Leganés se echó el domoingo a la calle para celebrar el ascenso de su equipo a Primera División. Lo hizo a borbotones, en oleadas que colonizaron las calles y las tiñeron de una riada blanquiazul jamás conocida en los límites de esta ciudad que ayer mutó su lenguaje. Nadie en el pueblo daba los buenos días. “Aúpa Lega”, se decían a modo de saludo aficionados de todas las edades. Muchos desempolvaron camisetas de hace décadas para revindicar el honor de ser seguidores de una escuadra que, durante más de una década, ha vivido a la sombra de la Segunda B. Hoy son hinchas del tercer equipo de Madrid. Quedaba inaugurado el día del orgullo pepinero. Jornada de fiesta que comenzó de madrugada, con la algarabía de la Plaza de España apenas terminado el duelo de Miranda y se cerró con un pasacalles y las celebraciones en La Plaza Mayor, ya por la tarde. El primero fue de recorrido lento. No tuvo culpa el bus descapotable en el que futbolistas y cuerpo técnico se desplazaron desde el restaurante donde comieron hasta la sede del ayuntamiento. El problema fueron las masas de aficionados que se agolpaban en los límites del arcén y que apenas impedía avanzar con normalidad al vehículo. Cerca de una hora tardaron en hacer un trayecto de diez minutos. Ya en el Consistorio se produjo la juerga, el desenfreno, el éxtasis. En el balcón, delante de una Plaza Mayor atestada con casi 10.000 forofos desatados, Serantes, portero del equipo, ejerció de improvisado ‘Pepe Reina’ , para presentar, uno por uno, a sus compañeros. Él, tímido como es en privado, desveló sus dotes de speaker cachondo para encandilar más si cabe a una afición que lo ama. “¡Vaya marrón que me han metido!”, arrancó antes de venirse arriba: “Qué tiemble Busquets, que llega Alberto Martín”, dijo de uno de sus capitanes. “Éste os gana a toda la plaza a dominadas”, desveló de Sastre. “A Guillermo no se le pueden marcar más los pectorales… lástima que no tenga mi cara”, describió al delantero. “Rubén tiene una virtud que no os puedo contar porque me mata su mujer”, bromeó sobre Peña. Aunque el sumun llegó cuando Garitano “un auténtico vinagretas que dice que dice que parezco un municipal en la potería”, como le presentó Serantes, cogió el micro: “Tenía un sueño desde siempre, desde niño. Poder llegar a la élite, con los mejores. Lo he conseguido aquí, en Leganés. Voy a estar con los mejores. Este sueño lo he cumplido. Muchísimas gracias”, concluyó antes de que toda la plaza reventase con su nuevo grito de guerra: “¡Shala lala lala! ¡Oh, Leganés!”, cantaron al unísono afición y jugadores, muchos frotándose los ojos incrédulos ante el otro grito que dominó la tarde: “Es de Primera, el Lega es de Primera”.
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