Greipel pone la guinda al sprint al Tour de Froome

El alemán se impuso a Sagan en los Campos Elíseos y el africano, que entró abrazado a sus compañeros del Sky, se coronó en París

Otro Tour se merece un brindis.
Otro Tour se merece un brindis.
AS
20:00 • 24 jul. 2016

Si nos pidieran que resumiéramos el Tour 2016 en imágenes, estoy convencido de que la mayoría tendrían como protagonista a Chris Froome. Hagan la prueba. La primera, no creo equivocarme, nos muestra al maillot amarillo correteando a pie con desesperación por el Mont Ventoux. En la segunda, a ver si acierto, vemos al ciclista del Sky dando pedales sentado en la barra de su bici en el descenso del Peyresourde. ¿Vamos bien? A partir de ahí puede haber menos unanimidad, pero seguramente en el top también colocaríamos la caída de Froome en el descenso del Bisanne y su llegada a Saint Gervais con la bicicleta de un compañero; y el abanico junto a Sagan.




Pueden hacer el test con su entorno. Este domingo por la mañana, mi mujer me sorprendió con una pregunta: “¿Quién ha ganado el Tour?”. Tras aclararle que Froome, su réplica fue rotunda: “¿Ese que corría por el monte? Lo merece, se lo ha currado”. Efectivamente, Froome ha sido el único que se ha currado la victoria. Y lo ha hecho con un amplio repertorio: descenso, abanicos, contrarreloj, subida, cronoescalada... Sólo le faltó esprintar en los Campos Elíseos.




Si seguimos buscando imágenes, el siguiente que asoma a nuestras retinas es Peter Sagan. No es un corredor para generales, pertenece a otro ciclismo. Puro espectáculo. Un showman. Le hemos visto ganar tres etapas, meterse en una decena de fugas, provocar un abanico, tirar de Kreuziger para intentar subirle al podio, marcarse un caballito en la meta y hasta hacer sus necesidades en la caravana de un aficionado... Sagan es más que un campeón. Y este domingo recogió un doble premio en París: su quinto maillot verde consecutivo y el más combativo.




Más allá cuesta encontrar momentazos en este Tour. Y menos entre los gallos. Con Contador herido y con Nibali pasado tras el Giro, no había ciclistas con garra. Lo más parecido fue el ataque de Bardet con Cherel a 90 km/h en el descenso del Bisanne. La valentía obtuvo recompensa: la etapa y la segunda plaza. Y pare usted de contar. A partir de ahí, todos se preocuparon más por el podio que por el premio gordo: Mollema, Yates, Porte... Un argumento utilizado es que el duro ritmo del Sky no permitía alegrías. Pero también el Astana tiró dos días alpinos y Aru no pudo rematar. Hay que tener equipo, pero también líder.




Se esperaba todo de Nairo, pero no estuvo a la altura de Froome. Al principio, porque esperaba a la última semana. Y ya en la última semana, porque no iba. Su tercer puesto ha llegado más por clase que por otra cosa. Valverde, grandioso, se sacrificó por él y ha acabado sexto. Ambas posiciones, unidas al triunfo de Ion Izagirre y la clasificación por equipos, maquilla el rendimiento del Movistar.




En ausencia del renacido Cavendish, cuádruple vencedor, otro ilustre de este Tour,André Greipel ganó al sprint la última etapa en el los Campos Elíseos. Fue el broche al Tour de Froome 2016.






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