Es complicado comenzar una conversación pidiéndole al otro interlocutor que se defina a si mismo, pero también es un modo de hacer una primera medición de su grado de humildad. Si tras unos segundos de duda, porque jamás se lo había planteado, la respuesta es “un granillo de arena”, estamos ante una evidencia de que es la antítesis del engreimiento. Así, Joaquín Vizcaíno cumple el primero de los mandamientos del rugby, porque de esa humildad surge el respeto. Neumólogo de especialidad en el Hospital del Poniente, practica con maestría la medicina a bordo de un proyecto que no tiene techo. No es solo el primer equipo de División de Honor B, sino que es todo URA.
“Vengo a aportar en todas mis facetas lo máximo posible”. Así lo dice tras lo del “granillo”, que mejor cambiamos para que sea de sal y no de arena dados sus orígenes y que hace más ‘sabroso’ al rugby con su aportación. Como no, otra vez se resta mérito: “Seguramente me ha aportado más él a mí que yo a él, como a la mayoría de nosotros”. No solo practica la medicina aplicada al rugby, sino que practica directamente rugby como jugador desde hace tres felices décadas. Al Joaquín Vizcaíno que la gente conoce le es achacable una receta: “Realmente uso sus principios y sus fundamentos para la vida diaria, para las relaciones personales y las amistades que he realizado durante mi vida”.
Por ello, en este médico se cumple lo de que el rugby “seguramente es una actitud, una forma de vida”. Atiende en los partidos a los jugadores propios y a los del equipo rival, e insiste: “El rugby es una integridad, el rugby es un grupo,
independientemente de que sea local o visitante”. Además, su desempeño no se queda en reconocimiento, diagnóstico y tratamiento, bien de choque o bien de más largo plazo, sino que su asistencia es global y personal: “Soy el médico del club a cualquier nivel, no solo en lo deportivo, ya que muchas veces pasa lo deportivo y soy el médico personal de cada jugador, evidentemente de todas las categorías”. Probablemente ya haya olvidado cómo se hace eso de parar.
Su avance es permanente, con un reciclado continuo de conocimientos y una formación continua, amplitud máxima de la casuística: “Te hablo de infección respiratoria, de dolor en una rodilla o de cualquier otro problema a nivel médico que el jugador tenga, y el vínculo también se alarga más allá de la medicina”. La permanencia de URA en División de Honor B pasó y pasará en gran medida por sus manos, en un no parar durante todo el año completo: “Realmente no empieza ni acaba a mi nivel, está permanentemente en activo; es verdad que tiene un pico de acción durante la temporada, que está sujeta a incidencias que no ocurren en el resto del año por ausencia de entrenamientos”.
No hay un final, porque “en los periodos en los que acaban los partidos no deja de haber problemas y aprovechamos para afrontar algunas situaciones que han ocurrido durante la temporada y que a lo mejor las hemos atrasado para un periodo de descanso, así que a nivel médico es difícil parar porque las lesiones hay que seguir recuperándolas, hay que empezar a prevenir las que vienen, hay que preparar la temporada con el preparador físico incluso a nivel de alimentación… es una actividad continua”. Además, ahí se asientan las bases del éxito: “La principal, como todo en la vida, es la actitud preventiva, económicamente viable y mucho más práctico prevenirlas que sufrirlas”.
Es el momento de desdramatizar, ya que aún quedan falsos juicios de valor sobre el rugby: “Nuestras lesiones alguna vez se pueden alargar en el tiempo, son de cuello, de hombro, de espalda (...) no cabe duda de que el rugby es un deporte de contacto y si dijéramos que no hay lesiones estaríamos mintiendo porque existen lesiones en cualquier tipo de deporte, ya sea de contacto o deje de serlo; el baloncesto es contacto, el balonmano es contacto, pero el voleibol, que no es contacto, también está sujeto a ellas porque hay muchas tracciones; el rugby es un deporte de contacto pero no tiene muchas más lesiones”. Usa la lógica para explicarlo, y también lo palpable, lo que se ve a simple vista.
Y es que para eso se forma un equipo técnico: “Hoy en día se ha mejorado muchísimo la preparación física de los jugadores, se trabaja sobre la capacidad técnica de cada uno de ellos, se ha dedicado mucho a la formación de cada
uno de ellos… quiero decir que hay una dedicación más exhaustiva que antes, todos los jugadores son un poco más atletas de lo que eran antiguamente, ha cambiado el morfotipo de jugador de rugby, ya que antes había mucha más asimetría en las diferentes líneas y ahora es un poco más homogénea la figura del rugby, un poco más musculado, independientemente de que sea delantero o de que sea tres cuartos”. El deporte de moda afronta una evolución continua.
Ante los nuevos tiempos, viejas situaciones: “La mayoría de los jugadores te recuerdo que no tienen ningún sueldo ni son profesionales, sino que tienen el rugby como actividad paralela y la mayoría de ellos conservan sus trabajos por fuera, no tienen una dedicación exclusiva, como en muchos otros deportes, tienen una dedicación por pasión pero ningún rendimiento económico, y eso dificulta porque la dedicación exclusiva es ideal para maximizar el rendimiento”. Se está en la segunda máxima categoría nacional, con todo lo que eso supone, y se afronta con la máxima profesionalidad sin ser profesionales. Ante todo, el staff técnico previene “con preparación técnica y física, con alimentación y con descanso, ya que el reposo también es importantísimo”,
Entrevista realizada en el Juan Rojas, “este emplazamiento es una posibilidad fabulosa de poder proyectar hacia la provincia de Almería nuestro deporte, y es una oportunidad fantástica de dedicarlo a todas nuestras categorías. Él milita en una, en los Lomos Plateados: “El grupo de veteranos es espectacular, no es otra cosa que el recorrido del rugby en la historia del ser humano que tiene contacto con este deporte, que cuando lo conoces es difícil que te desvincules sobre todo si tienes sitio donde practicarlo”. Tampoco es fruto de la casualidad este magnífico elenco de jugadores: “Hemos tenido dificultades estos años en juntar a todo el grupo que había, que estaba un poco disgregado, y a raíz del Proyecto URA hemos arrancado con una unión extraordinaria”.
Comparte mucho con los compañeros, “cada uno aporta sin dudarlo su saber a este grupo”, y se considera un afortunado: “Tuve la suerte de cruzarme con el rugby porque nos permite usar sus fundamentos del juego en la vida de cada uno de nosotros, y las amistades que hay en este grupo están regidas por esos principios, el respeto, la solidaridad, la unión, el compañerismo, puntos de inflexión importantes en las relaciones humanas”. Al lado tiene a ‘su’ Miguel Palanca, el presidente, como ha sido durante 30 años. Una lesión de hombro jugando al balonmano en el Colegio Europa lo conduce ‘felizmente’ al rugby en Granada, “en un colegio mayor donde gracias a Dios la disciplina casi obligada era el rugby, y de la mano de Miguel Palanca, con el que tengo un vínculo extraordinario durante toda la vida, arranco con este deporte”.
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