Cumplidos los 50 y con toda una vida ligado al deporte, Antonio Torres López, catalán de origen almeriense afronta el reto de su vida enseñando por los clubes que solicitan sus servicios las reglas de juego y los mejores hábitos de comportamiento. Todo lo que el deporte le ha dado en su vida lo quiere transmitir con rigor a aquellos que se lo solicitan.
Antonio se ha puesto en contacto con LA VOZ para exponer todo lo que lleva en su maletín de entrenador. “Mi proyecto consiste en educar, formar a los jóvenes futbolistas, conocer e interpretar la esencia de las normas de las reglas del juego y, más si cabe, después del vuelco al reglamento que ha supuesto las casi 100 modificaciones que ha habido recientemente, donde a los jugadores se les ha pillado con el pie cambiado”, toda la información la consigue de “la Internacional Board, organismo dependiente de la FIFA, que ha aprobado en la temporada 2016 2017 la mayor renovación en reglas de juego de los últimos 135 años de historia”.
Largo recorrido
Su alma de árbitro fue lo que le empujó a esta aventura que realiza allá donde le llaman por toda Cataluña. “He decidido poner en marcha mi proyecto para, a través de la educación y la formación de las normas que rigen las reglas del juego, desde mi humilde experiencia, pueda sacar de la ignorancia en cuanto a conocimientos de las normas se refiere a los jóvenes futbolistas”. Esto es solo el inicio de todo lo que lleva en cartera este catalán de origen almeriense. Un proyecto, “de gran envergadura al que no estan acostumbrados los clubes, por lo que he decidido emprender en solitario el proyecto para transmitirles a los jóvenes futbolistas mis conocimientos a través de mi experiencia como jugador y árbitro de fútbol”.
En el fondo lo que pretende es abrir una Escuela, pero “de momento no tengo para ello. Mi primera clase la di el 30 de marzo, los clubes no están acostumbrados al este tipo de clases dado que ni Federación ni Colegio de Árbitros se han ocupado nunca de los jugadores en este aspecto”.
Ofrece servicios
“Soy yo el que me dirijo a los clubes, estoy contento porque cada vez más se está conociendo el proyecto y donde clubes históricos en Cataluña como Europa o Júpiter me han hecho saber su interés para poder formar a sus canteras”, comenta ilusionado
Niños de todas las edades han conocido de primera mano esta nueva experiencia.
Padre almeriense
La historia de Antonio Torres la firmarían miles de almerienses, pero esta no deja de ser singular por el profundo calado emotivo que para él tienen sus orígenes almerienses. Cuenta el ahora profesor de fútbol que: “Mi padre se llama Francisco Torres Vergel, nació el 4 de diciembre de 1931 en el Madroñal y fue bautizado en Fernán Pérez, cerca de las minas de oro de Rodalquilar, de la que mi abuelo Juan Torres Márquez trabajó como jefe de los encargados de la mina. Con 47 años el ‘veneno’ que tragó en la mina se lo llevó, al igual que a José, su hijo y hermano de mi padre con 29 años, minero también”. Se emociona hablando de Almería y de los grandes relatos de su padre.
Trabajar de sol a sol “Mi padre se quedó huérfano de padre con tan sólo 5 añitos y en plena Guerra Civil Española. Con 7 añitos hacía las funciones de pastor al cuidado de un rebaño de ovejas, posteriormente desempeñó las funciones de mozo trabajando para los terratenientes en los cortijos”. Pero un buen día decidió cambiar su vida y “a los 15 años abandonó su Almería querida y se marchó para quedarse para siempre en Cataluña. En Lérida hasta los 21 años y en Sabadell donde vive con sus 85”. Hoy sus vínculos con Almería son la familia que reside “en las 500 Viviendas de la capital de Almería próxima a la playa del Zapillo”. Los demás se marcharon.
Toda una vida trabajando para cuidar de su familia en Cataluña y “desde que salió de Almería no ha vuelto a pisar su tierra”. Cuando habla de su infancia (corta) en nuestra provincia recuerda que: “Cuando estaba de mozo en el Cortijo de La Mezquita cercana a Los Molinos,mi padre por oía los disparos que provenían de la cárcel del Ingenio próxima a donde ejecutaban a los inocentes en plena Guerra Civil”. Estos recuerdos los ha transmitido a sus hijos y a sus nietos en Sabadell.
Genética andaluza El ahora profesor de deporte reconoce que ha conseguido muchas cosas en esta vida gracias a la lección de su padre. A su forma de afrontar el día a día y a ese espíritu de sacrificio “tan andaluz que siempre hizo de mi padre un ser especial”.
Antonio pudo llegar más lejos como árbitro asistente pero “siempre me ha gustado llamar a las cosas por su nombre y creo que me viene de la genética de mi padre, un hombre recto y honrado”.
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