Una hora, eso es lo que permite esta red social para sus directos, y precisamente la limitación de tiempo hizo que no se pudieran responder algunas preguntas que la audiencia había planteado. Se apuró todo lo que se pudo, y así incluso se cortó la despedida del míster, que se quedó con la palabra en la boca… pero solo para eso, solo para decir adiós en medio de un buen número de agradecimientos que realizó. Por lo demás, tocó todos y cada uno de los temas candentes de la actualidad, tanto del club como de la resolución de la liga, y no dudó en hacer una visión retrospectiva de su trayectoria e íntima de lo que le está suponiéndolo en el plano personal este confinamiento. Sí, fue un éxito de participación, porque Manolo Berenguel, desde el calor de su hogar, no paró ni un segundo de atender las dudas o cuestiones de los participantes, invitados a echar la tarde del domingo en casa de un hombre, padre, profesional y leyenda del ‘mundo vóley’ como es él, cercano y amable, sincero.
Su segundo de a bordo, Guille Carmona, fue el encargado de ‘inventar’ y desarrollar esta iniciativa, conduciendo la entrevista compartida por la afición y los amantes de este deporte en general al primer entrenador de Unicaja Costa de Almería. Aseguró en la introducción, para alegría de todos, que este es un “inicio”, puesto que, visto el interés, la experiencia se repetirá con otros protagonistas, o puede que otra vez con Berenguel, para que lo retome donde la normativa de Instagram Live lo dejó. A las seis de la tarde y pocos minutos, ajustado todo, comenzó el directo y el número de espectadores fue aumentando, a la par que iban surgiendo las cuestiones en la barra lateral de comentarios. De entrada, el técnico reconoció vivir “momentos muy complicados”, pero estar ya trabajando en la próxima temporada ahorradora, pese a “no saber con certeza el presupuesto que va a tener el equipo”, eso sí, con certeza de que “de un modo o de otro el grupo va a ser lo más competitivo que podamos”. De ahí en adelante, las miradas al frente se mezclaron con añoranzas y recuerdos.
En ese sentido, buen número de las preguntas se dirigieron hacia lo que supone la figura de Manolo Berenguel en la historia del club ahorradora y del propio vóley, sin que una cantidad significativa se aproximase hacia las dudas sobre la resolución de la temporada desde la RFEVB y, por supuesto, habiendo cabida para los proyectos presente y futuro en el plano deportivo. El hoy de los jugadores se define con un día a día de “autoexigencia”, según el míster, ya que seguramente va a costar la vuelta a la normalidad, “pero de este modo les costará menos”, haciendo la similitud con un verano convencional “sin acudir a selección o hacer vóley playa”. Eso sí, cuando el regreso sea efectivo, muchas cosas habrán cambiado, empezando por el modo de cada uno de ver la vida. Lo que no varía en él es su condición de padrazo, “mis hijos son lo más grande que me ha pasado en la vida, y al voleibol lo amo con toda mi alma, pero como eso, nada”, y sí se ha ‘revisado’ interiormente para crecer.
Así, “muy ocupado con los niños, con sus tareas, con el quehacer de la casa”, le ha dado un hueco a una lectura que le ha marcado, ‘El Principito se pone la corbata’: “Gracias a mi amigo Juan Diego, que me lo recomendó, he aprendido mucho, me ha dado paz interior, es lo que he desarrollado en el confinamiento, ser más positivo, y ojalá que me dure mucho tiempo; he subido un escalón tras un tiempo difícil, con una situación personal complicada en la temporada, usando el tiempo para pensar y lograr un crecimiento personal”. Con ese ánimo, solo piensa en “ganarlo todo” con el próximo proyecto, y “sobre todo que los jugadores estén muy a gusto, de eso va el libro también, de lo importante que es el ambiente en el trabajo, algo en lo que voy a hacer hincapié en las próximas temporadas”.
Entre sus manías, la de “celebrar los triunfos” -tono jocoso- y la de tocarse el pelo, “antes y después, no jugando”, más la de “disputar los partidos con una medalla que me dio mi madre, y siempre que cometía un error y veía la cadena por fuera de la camiseta, le echaba la culpa a la medalla y me la metía de nuevo por dentro”. Así ganó la primera Copa del Rey del club, que “vino como caída del cielo porque nos sentíamos presionados, ya que Unicaja seguía apostando por nosotros y el título tenía que llegar”, rememora: “Lo que más recuerdo, la de amigos que se quedaron con ese triunfo, lo que más me gustó, la afición y tener allí a los familiares, y tengo colgada la foto en la que en una esquinase ve a toda mi familia”. Fue muy similar a otra gran sensación anterior, la de “cuando el equipo ascendió, la misma conexión del jugador con el público, todo durante todos esos años, se reafirmó”.
Muy especial también fue “el del año pasado, primero como primer entrenador aquí y no lo olvidaré jamás”, asegura, y eso que acumula muchos recuerdos buenos de su trayectoria: “Podría pasarme toda la tarde, pero un ejemplo es en la temporada en la que se jugó la final del Campeonato de Europa, un partido en casa que se iba perdiendo contra Novi Sad, yo como típico jugador de la casa, de la cantera, que no jugaba mucho porque se fichaba a gente nacional y extranjera, siendo muy difícil el salir a pista; me sacó Axel y se le dio la vuelta al marcador”. Como entrenador, tanto el triplete con Logroño, que “fue espectacular”, como el ser campeón de Europa con la UAL, “un momento apoteósico en Camerino, los ‘locos bajitos’ contra equipazos”. El repaso a sus inicios en Primera Andaluza le rememoró “sacrificar un entreno para grabar vídeos narrados que me pedían para el Nivel 3, con una actitud fantástica de los chicos”, ello como parte de su escalada de categorías en el club.
En ese sentido, comparando con el carné de moto y la cilindrada, “esto es igual, que el periodo de formación sea en las categorías inferiores de tu club, porque los niños te enseñan muchísimo, después se sacó el de esa categoría para gente que pasa a senior y por desgracia no tiene cabida en Superliga, lo que me vino fenomenal a mí para coger experiencia, luego ser segundo con Piero, después el salto a Logroño, seguido de dar un paso atrás para dar otro hacia adelante, el año de Superliga 2 en AVG, experiencia maravillosa que me hizo crecer muchísimo estar preparado para mi sueño hecho realidad, ser el primero de Unicaja Costa de Almería, algo que me enorgullece de manera impresionante”. Según su criterio, “enriquece mucho haber estado en categoría masculina y femenina”, algo recomendable para cualquiera que se quiera formar del mejor modo posible como entrenador.
En cuanto a la consecución de títulos como jugador o entrenador, “absolutamente nada que ver”, siendo Berenguel rotundo: “Prefiero cien millones de veces estar en la pista jugando que estar de entrenador, pero no cambio mi trabajo por nada del mundo, porque es el trabajo de mis sueños”. La orden más usada por un míster es la de “centraos”, porque un jugador se ve afectado por las circunstancias del partido y actúa al respecto, lo que él conoce bien: “El desahogo que tenía como jugador no lo puedo tener ahora como entrenador, porque tenía temperamento, y de hecho me salen destellos, porque soy así o porque quiero sacar lo mejor de mis hombres, pero como me dijo Enrique de Haro hace tiempo, y se me ha quedado grabado, es que lo mejor es ser tú mismo, y que se encaje con el grupo”. Como último enlace con el pasado, el lugar: “Me quedo con el Florido y con el Moisés Ruiz; ese pabellón para el vóley era espectacular y los recuerdos en él son inmensos, y este pabellón en el que estamos ahora es acogedor, mete presión y la instalación está muy bien, con buena relación y estamos en la gloria, trabajando muy bien y con el nombre de Moi”.
El mejor rival, “Andrea Giani”, el mejor jugador que ha tenido el club, “me quedo con los míos, Salvador, Carreño, Prenafeta… todos, Sánchez Jover, Parrado…”, y si se pudiera recuperar a alguno, “Peter Veres o José Matheus”, si es actual, “cualquiera de los caballos que hay por ahí, o los del talento -haciendo gesto de colocador-“. Si hay que dar un campeón de este año, “tendría que ser Unciaja Costa de Almería”, reconociendo que le hubiese gustado hacerlo valer en la pista, “no poner la medalla” pero sí atender a los méritos hasta el momento de la finalización obligada, sabiendo que se volaba hacia el título: “Las conclusiones deportivas dejan mal sabor de boca por acabar así; ha sido complicado para todos, pero hemos tenido muy mala suerte, no he visto en mi vida tantas lesiones, todas esas adversidades, y por eso al final el balance es más que positivo; en la Copa hacer valer que somos un equipo campeón para llegar a la final y plantar cara al vigente campeón de liga, con Miguel haciendo un trabajo fenomenal, después ganarles en casa y sacarles cinco puntos, y sobre todo rendir a un nivel espectacular, en línea ascendente, si hubiésemos seguido…”.
Buenas personas, que respeten las lesiones y que caigan títulos, son los deseos en el corazón de Berenguel, en ese orden, porque una cosa lleva a la otra. Es momento de impasse sin pausa: “Todo se verá, lo primero es la salud y te das cuenta de la importancia de esta frase a medida que cumples años; no se sabe el apoyo de las instituciones, que están centradas en este maldito virus, y por eso no estoy pidiendo dinero con esto, y además tenemos a Unicaja detrás, y eso es una gran suerte; el nombre del club está por encima de cualquier persona, y eso lo debemos de cuidar, seguir haciendo equipos competitivos, y volver a Europa en cuanto se pueda”. Con una serie de características por posición, elige jugadores que sean buenas personas “llenas de valores, porque no hay varita mágica, solo trabajo diario, lo que he podido disfrutar este año con el grupo que he tenido, solo apartándose del entrenamiento cuando lo ha dicho el médico o el fisio”.
Tras una hora de charla, recordando su paso por Cáceres con mucho cariño, donde creció como jugador y persona, animando al juvenil Naim a seguir con tantas ganas y entusiasmo para poder llegar al primer equipo, presumiendo de que no hubiera ni una sola queja de los jugadores en el inacabable viaje a Saaremaa, a la Selección Española la definió como “palabras mayores”, sabiendo en todo caso que no va a haber periodos internacionales en un tiempo. El vóley de antes o el de ahora, ni es mejor ni peor el uno sobre el otro, echando de menos, eso sí, “el carácter del jugador de antes” y analizando que el de ahora “está más preparado, es más grande y más fuerte”. Error controlado en la medida de lo posible, pero siendo “valientes”, Manolo Berenguel se confesó admirador absoluto de la escuela estadounidense, parecida a su modo de trabajo, si bien el secreto no es el tipo de entrenamiento, “todos hacen casi lo mismo”, sino el manejo del tiempo, “en qué momento tienes que aplicarlo”. Feliz de recibir a todos en su casa, disfrutando la charla, dos palabras clave en este mundo del voleibol: “Todo depende”.
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