Argentina tiene, al fin, nuevo D10S. Leo Messi, con 35 años y posiblemente en su última oportunidad, guía a la Argentina de otro Lionel, Scaloni, hacia la Copa del Mundo tras 36 años de sequía, desde que Diego Armando Maradona guiase a la albiceleste al máximo título mundial en el Mundial de México 1986. Tras una épica batalla con Kylian Mbappé en una de las mejores finales de la historia de los Mundiales, Messi cierra un ciclo. Lo había ganado todo, y en su último Mundial, el 10 consigue el último título que le faltaba en su palmarés y se proclama campeón del mundo.
La albiceleste quería la tercera y salió al césped del estadio de Lusail como un huracán. Comandados por un Messi vestido de quarterback, que recordó al mejor Messi de siempre, borraron a Francia del césped en la primera mitad. La albiceleste bailó al son de su 10. Argentina superó a Francia en todo: en lo técnico, en lo táctico, en lo físico… Tal vez la doble sustitución de Didier Deschamps en el 40’ lo defina todo. No esperó ni al descanso para sentar a Giroud y a Dembélé por Muani y Thuram, apabullado por el fútbol y la intensidad argentina.
De vértigo
Desde el minuto uno la albiceleste fue un vendaval, guiada por Leo Messi y por el incansable Di María, dos veteranos que ya habían sufrido la crueldad de perder una final del Mundial en 2014. Una internada del Fideo, que volvió loco a Dembélé y Koundé, motivó el penalti que adelantó a Argentina en el marcador. Messi, al que en otras ocasiones había temblado el pulso desde los once metros, exhibió una tranquilidad pasmosa para batir a Lloris antes de cumplirse la primera media hora de juego.
No le pudo salir mejor la apuesta a Scaloni. El técnico argentino, cuestionado al inicio de Qatar 2022 tras caer ante Arabia Saudí en el primer partido, hizo gala de valentía y apostó por Ángel Di Maria, tocado gran parte del campeonato, en vez de poblar el centro del campo para cortocircuitar a Griezmann, motor de los bleus en la Copa del Mundo. Y encontró premio, ya que una gran combinación entre Messi y Mac Allister fue culminada por el ex del Real Madrid para plasmar en el marcador una de las mayores exhibiciones en este Mundial.
La segunda mitad terminó con otro ritmo, pero con la misma esencia. Se jugaba a lo que quiso Argentina, que decidió meter cloroformo al partido, bajar las pulsaciones y afianzar la ventaja conseguida tras su espectacular puesta en escena. Pero cuando más difícil parecía para Francia, cuando más lejos parecía que tenían darle vuelta, cambió todo. A partir del 70', el partido cambió por completo. Argentina se cayó en lo físico. La selección de Deschamps, que incluso ya había retirado del césped de Griezmann, comenzó a inclinar el campo a la portería del Dibu Martínez. Un error grosero de Nicolás Otamendi en el duelo al espacio con Muani terminó en un penalti. Y si hasta el 70' se había jugado al ritmo que había querido Messi. A partir de ahí se jugó a lo que quiso Mbappé. No solo porque transformó la pena máxima que volvía a meter a Francia en la final del Mundial, sino porque apenas tardó 3' en igualar el partido.
En el 80' anotó el penalti, pero es que en el 83' había puesto el 2-2 en el marcador. Un error en la marca de Nahuel Molina tras un centro lateral dejó al delantero del PSG una posición de remate clara que aprovechó con una volea imponente. No acertó a desviar del todo el Dibu y en 180 segundos la euforia cambió de bando. Francia, que incluso había recibido pitos en tramos de la primera mitad y que apenas había dado señales de reacción, mandó a la prórroga una final que parecía totalmente controlada por los muchachos de Scaloni.
Partidazo
Argentina revivió en la prórroga, cuando más fácil era acusar el golpe que le había asestado Mbappé. De nuevo agarrados a la mano de Messi, la selección de Scaloni consiguió equilibrar un partido que pudo perder en el tiempo reglamentario. Para ese momento, con ambas selecciones ya totalmente rotas por el cansancio, el partido era una partida de póker entre Messi y Mbappé. Golpearon ambos. Primero el argentino, que aprovechó el rebote de una parada de Lloris a Lautaro Martínez, que había entrado para sumar a la causa, para poner el 3-2.
Después, un disparo de Mbappé fue desviado con el codo por Montiel dentro del área. Y desde los once metros, el delantero del PSG volvió a meter a Francia en la lucha por defender el título. De hecho, de no ser por Dibu Martínez, que evitó en el 120' un gol de Kolo Muani y mandó el partido a los onces metros, Francia pudo proclamarse campeona del mundo antes del pitido final.
Y, como no podía ser de otra manera, a Argentina la gloria le llegó de la forma más tortuosa posible, en otra tanda de penaltis agónica. Messi, con un lanzamiento semipanenka, y Dibu Martínez, que detuvo el penalti a Coman, se vistieron de héroes y hicieron campeón a Argentina 36 años después de que lo hiciese Maradona en México. Muchos le reclamaban al astro argentino un Mundial para sentarse en la mesa de su compatriota Diego Armando Maradona. Lionel Messi cierra así el círculo, suma a su palmarés el título que le faltaba, y añade un elemento más a ese debate.
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