El Almería genera muchas dudas en sus actuaciones como local

Crisis de identidad en el equipo de Francisco

Miguel del Pino
18:43 • 27 oct. 2014

No es conveniente para la buena salud del fútbol almeriense que una parte importante de su hinchada muestre signos evidentes de resignación al término de los encuentros que su equipo celebra en casa. En el ambiente de la Primera División se tiene la sensación de que el Mediterráneo es uno de los fortines más fáciles de conquistar por todos aquellos que lo visitan; hasta el punto que en las jornadas previas a la celebración de sus encuentros en el coliseo almeriense se muestran convencidos de que van a sacar tajada de su visita a nuestra ciudad. Desgraciadamente esa convicción de los rivales está fundamentada en la triste realidad de que el nuestro es uno de los peores conjuntos de la Liga BBVA actuando en casa.


Así las cosas la Unión genera hoy por hoy muchas dudas entre sus abonados, verdadera y única razón de ser de la entidad rojiblanca, y eleva la moral de los rivales que nos visitan ante la perspectiva de seguir conquistando puntos en nuestra tierra. El juego y el rendimiento del Almería en casa genera muchas dudas y da la sensación de estar siendo víctima de una profunda crisis de identidad. Todos esperamos, los primeros los aficionados, que los doctores futbolísticos del equipo sepan dar con el origen del mal y con su tratamiento para erradicarlo y volver a hacer del Mediterráneo la Alcazaba inconquistable que ha sido en otras ocasiones.


En la última decepción en casa el damnificado ha sido el Athletic, posiblemente el peor equipo que ha pasado por el recinto rojiblanco en lo que va de curso, al que le bastó con disparar una vez a portería para dejar sin premio a los casi diez mil incondicionales que acudieron esperanzados a ver la primera victoria en casa. Un tema que está preocupando a los aficionados al fútbol en España es arbitral. El malestar está generalizado, menos en Madrid, y no es de extrañar que en Vigo se pidiera la presencia de árbitros ingleses en la Liga. Para los trencillas españoles no existe un reglamento igual para todos sino que cada uno lo aplica según su capricho. No se castigó una zancadilla a Soriano y si una mano involuntaria de un jugador caído, sólo media hora después. Ya no hay ‘Villarato’ porque los árbitros pitan a favor de la corriente del inventor del término.







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