Cuando alguien me pregunta siempre le digo lo mismo: “Hay jugadores pero no hay equipo”. La historia en Segunda está salpicada de plantilla inadaptadas y clubes que se gastaron una pasta para irse de cabeza al pozo primero y a la ruina después.
A día de hoy veo al presidente profundamente preocupado y si alguien le pone la permanencia encima de la mesa la firma. Me da miedo el Almería, porque no he visto a ninguno peor en la Segunda División.
El equipo compite a ratos. Aparece en ataque pero los jugadores no se comunican y lo peor es que no defienden bien. Se nota que no hay buen rollo en el vestuario y que a día de hoy el bueno se hace malo y el malo peor.
Falta un patrón de juego. Carecen de trabajo táctico. Y no tienen algo que no se trabaja: alma.
Para no cansarles con todo lo que han visto en las 9 jornadas de Liga mejor hablamos del camino que llevan.
Esto suele acabar en descenso. No se cura el Almería tomando una aspirina. Hay que meter al equipo en la UVI y que pase miedo. Ese miedo de la afición. Ese miedo que tengo yo ante el futuro inmediato.
Me da igual lo que hicieron todos y cada uno de los fichajes en sus anteriores clubes. No me importa si pagaron traspaso por Pepe o por Juan. A día de hoy son penúltimos de la fila y punto. Habla la clasificación.
Lo peor, de aquí mis miedos, es que hemos vivido situaciones similares en esta tierra. Hemos ido de Primera a la nada y de Segunda a Tercera de cabeza.
Jugadores tan buenos como estos o más nos mandaron al pozo y aquí nos quedamos mientras ellos llamando a la puerta de la sede de la calle Altamira para que les dieran la carta de libertad y si te he visto no me acuerdo.
La solución está en casa. Lo mejor del filial para arriba y en Navidad uno por línea y a por los 50 puntos.
O Alfonso corta por lo sano o nos vamos de cabeza a Segunda B.
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