El sol alumbra la salida a la calle de La Borriquita

La hermandad demostró todo su esplendor arropada por mucha gente en las aceras

Niños hebreos antes de la salida junto a los pasos de La Borriquita y de la Virgen de la Paz.
Niños hebreos antes de la salida junto a los pasos de La Borriquita y de la Virgen de la Paz.
Manuel Morales
01:00 • 20 mar. 2016

El fuerte viento de poniente que azotó a nuestra ciudad en la noche del pasado sábado dio paso a la salida del sol que iluminó la salida de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén, acompañado de Ntra. Señora de la Paz, entre una gran multitud.




Y decimos ‘iluminó’ ya que además de hacer una jornada soleada y animar a la gente a echarse a la calle en gran número y arropar a la hermandad, los cofrades estaban iluminados por ese sol radiante e hicieron un gran desfile procesional en la mañana del Domingo de Ramos, con una buena coordinación en la salida y un gran número de niños hebreos que siempre dan ese colorido y bullicio a este cortejo procesional, aunque lo hicieron en fila y con gran orden en general.




Mientras se iba aglutinando un enorme gentío en los alrededores del templo los cofrades iban conformando el desfile en el interior, mientras se hizo un alto para la bendición de las palmas y ramos de olivo por parte del consiliario José Agis, con presencia del alcalde de la ciudad, Ramón Fernández-Pacheco, la presidenta de la Agrupación de Cofradías, Encarni Molina, la hermana mayor Margarita Castellón y los concejales Ana Labella y Carlos Sánchez.




Enseguida los capataces Francisco Javier Jiménez, José Antonio Sánchez y Antonio Jesús Gálvez, que hizo doblete ayer con Los Ángeles por la tarde, introducían a sus cuadrillas debajo del paso y les daban las últimas instrucciones, sobre todo con palabras de ánimo y aliento.




A la hora señalada se abrieron las puertas del templo y apareció la cruz guía y detrás unos ochenta  niños hebreos con sus palmas, bajo las atentas miradas de padres y abuelos.




Poco a poco se fueron haciendo con la calle los nazarenos, estandartes y demás elementos, mientras en el interior del templo José Antonio Sánchez llamaba a su cuadrilla, les anunciaba que había llegado el momento de la verdad y que el alcalde de la ciudad, Ramón Fernández-Pacheco, iba a realizar la primera llamada como tal de este paso y de la Semana Santa oficial.




Mientras que el paso de Jesús en su Entrada en Jerusalén iniciaba las maniobras de salida a la calle, la expectación crecía en las aceras aguardando ese momento cumbre en el que apareciera por el dintel de la Iglesia del Espíritu Santo.
Poquito a poco, “despacio, muy despacio”, decía el capataz de manera elegante acercándose a la canastilla, mientras tomaban la calle con un movimiento armonioso de alante hacia atrás y viceversa, mientras se hacía el silencio en la calle para no entorpecer el trabajo de los costaleros.




Una vez en la calle, irrumpieron los fuertes aplausos, el tintinear de la campanilla de la diputada, y el himno español a cargo de la Agrupación Cristo de las Aguas de Olula del Río.


Un año más ya estaba la popular Borriquita en la calle avanzando lentamente por su barrio ante una gran multitud de gente, muy buena salida y mejor respuesta de los almerienses de todas las edades muy emocionados.


A la vez seguía saliendo el segundo tramo a la calle con gran orden, el estandarte, libro de reglas portado por una camarera y la presidencia.


Mientras, el capataz Antonio Jesús Gálvez tenía a la cuadrilla preparada para que el alcalde hiciera su primera levantá, ante la atenta mirada de las costaleras que no habían entrado en el primer relevo, que estaban visiblemente emocionadas con lágrimas en sus mejillas de rabia interior por no poder hacer esa primera levantá, pero ya tendrían su oportunidad a lo largo del recorrido, como así fue.


La salida a la calle de la Virgen de la Paz fue apoteósica, limpia y en pocos minutos se hicieron con la calle, repitiéndose de nuevo las escenas de emociones contenidas y recuerdos entre lágrimas como el de la hija del que fuera cronista y fotógrafo de la ciudad Antonio Pérez Iglesias, que cada año acudía a ver a La Borriquita.


El sol siguió iluminando durante todo el recorrido a esta hermandad que sigue creciendo y asentándose en la Semana Santa almeriense con grandeza, estuvieron a gran altura, pero hay que cuidar esos cortes que se producen con frecuencia, con coordinación.



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