Correos, pactos y soponcios

Días antes de las últimas elecciones generales, los trabajadores de la Diputación Provincial de Almería recibieron un correo, firmado por el único diputado de Ciudadanos, Roberto Baca, en el que se decía textualmente: “Desde nuestra agrupación no se pretende, en ningún momento, acabar con las diputaciones provinciales, sino con la politización de las mismas (…) La consideración de vuestra labor y la estabilidad en el empleo estarán, por tanto, aseguradas si los ciudadanos nos otorgan su confianza el próximo 20 de diciembre.” Apenas cuatro semanas después, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha suscrito con el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, un acuerdo de gobierno establecido en cinco puntos inamovibles, cuyo epígrafe cuarto dice así: “Supresión de las diputaciones. Reforma de la administración para suprimir duplicidades y evitar la necesidad de acometer recortes. Ciudadanos deja fuera las diputaciones forales y los cabildos insulares”. Por el momento, no hay constancia de que el diputado Roberto Baca haya enviado nuevos correos aclarando las similitudes entre los conceptos “no se pretende en ningún momento acabar con las diputaciones” y “supresión de las diputaciones”. Estoy seguro de que el señor Baca era consciente del necesario papel que juega este organismo en provincias como Almería y de los enormes problemas que causaría su sustitución por nebulosas mancomunidades. Por tanto, no es difícil imaginar su soponcio a la hora de ver a su sonriente jefe firmando el acuerdo que le dejaba a los pies del Séptimo de Míchigan. Es lo que pasa cuando quien decide es un partido nuevo, de raíz urbana y lleno de gente inexperta: que evidencian desconocer la realidad de miles de ciudadanos del ámbito rural. Puede entenderse el error por su parte. Que lo haga el PSOE, que tanto debe a esa gente, es sangrante. Ya habrá tiempo de hablar de ello.