Por la igualdad

Con la llegada en el 31 de la II República llegó la revisión de leyes discriminatorias y la concesión del sufragio femenino, luchado apasionadamente por la diputada Clara Campoamor. Así, la Constitución republicana amplió derechos a las mujeres como el acceso a cargos públicos, el derecho al matrimonio civil o el tener patria potestad de los hijos, el Estado reguló el trabajo femenino, protegió la maternidad y aprobó la equiparación salarial. 
Lo que experimentó un grave retroceso con la Dictadura, y no fue hasta la Constitución del 78 que la mujer comenzara a recuperar sus derechos, que quiso terminar de impulsar el último gobierno socialista con la Ley para la igualdad de hombres y mujeres, derogada de forma encubierta por el Gobierno Rajoy, sin avances de ningún tipo, cebándose en la crisis, por ejemplo, con los salarios de las mujeres. Por esta razón, a propuesta del PSOE, el Parlamento andaluz ha aprobado instar al Gobierno central que elabore un proyecto de ley que garantice de forma real y efectiva la igualdad salarial de género. Me resulta desolador el Informe sobre salarios 2014 – 2015 de la Organización Internacional del Trabajo, donde se constata que, por ejemplo, las mujeres con hijos están mejor remuneradas; esta discriminación podría paliarse con iguales permisos por maternidad y paternidad. Asisto con estupor cómo en Europa contamos con normas sobre igualdad salarial, pero los estados miembros como España, donde la brecha supera en tres puntos la media europea, no las cumplen, claro, no se trata del déficit y los recortes a las clases trabajadoras.
Esta es una razón más por la que urge un gobierno que aplique políticas que acaben con esta vergonzosa discriminación. Nunca se entenderá por qué, quienes dicen ser progresistas, no dejan a un lado el tacticismo político, los complejos, rencores, diferencias y personalismos para favorecer un cambio inmediatos; y es que, aunque sólo sea por la igualdad, merece la pena el sí a Pedro.