Los artistas del Barroco español se quedaron sin existencias de suplicios, calaveras, gusanos, disciplinas e instrumentos de flagelación. Todo para recordarnos que somos débiles, que la carne es flaca, y que por mucha pasión de gloria que tengamos al final todo se resume en miseria, polvo y nada. En España este ardor espiritual vino a coincidir con la mayor hazaña civilizadora del imperio, si bien tampoco faltaron negruras de virreyes logreros y trotamundos codiciosos.
No es necesario recurrir a historias antiguas para recordar nuestra decadencia moral como sociedad fuertemente influencia por la Biblia. Quienes seguimos paso a paso al PP cuando todavía se llamaba Alianza Popular, a la sombra de Fraga, podríamos contar algunos sucesos que en nada se diferencias de otros ambientes más peseteros y materialistas. La noticia de un Aznar, que no paga a Hacienda y que incluso le perdonan a razón de 20000 euros no tiene desperdicio. Este señor, de bigote charplinesco, inspector de Hacienda, se siente ofendido porque “los suyos” le han hecho una barrabasada. Quizá no se da cuenta el expresidente del Gobierno, Presidente también de FAES, de lo mal que le sienta esto al contribuyente vulgar que no tiene mas remedio que apretarse el bolsillo. No es precisamente la modestia la mejor virtud del Presidente de honor del PP. Casó a su hija en el Escorial rodeado de líderes europeos y controvertidos empresarios. Al ternó con Bush en la espantosa aventura de meternos de pies a cabeza en la guerra de Irak. Y participó en la enorme mentira de hacernos creer que fue ETA la responsable del desastre de lo trenes donde tantos madrileños murieron. Que ama la promoción personal y la publicidad no cabe la menor duda. Le hemos visto vestido de Cid Campeador arrastrando una cola larga de Grande de Castilla. El lector se habrá dado cuenta de si lo traemos aquí no por otra cosa que por ser un inspector de Hacienda que no paga sus impuestos. Esto llama la atención aún más en un ser tan pluscuamperfecto como Aznar. Y más que risa que podría ser sádica, lo que me inspira es compasión. Tanto hablar de combatir el fraude y de contribuir al gasto público en bien de todos, para ahora enterarnos de esto. Estamos hechos de la materia de los sueños, como dijo Schakespeare.
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