La miseria que somos

Kayros
01:00 • 16 abr. 2016

Los artistas del Barroco español se quedaron sin existencias de suplicios, calaveras, gusanos, disciplinas e instrumentos de  flagelación. Todo para recordarnos que somos débiles, que la carne es flaca, y que por mucha pasión de gloria que tengamos al final todo se resume en miseria, polvo y nada. En España este ardor espiritual vino a coincidir con la mayor  hazaña civilizadora  del imperio, si bien tampoco faltaron negruras  de virreyes logreros y trotamundos codiciosos. 
No es necesario recurrir a historias antiguas  para  recordar nuestra decadencia moral como sociedad fuertemente influencia por la Biblia. Quienes seguimos paso a paso  al PP cuando todavía se llamaba Alianza Popular, a la sombra de Fraga, podríamos contar algunos sucesos que en nada  se diferencias de otros  ambientes más peseteros  y materialistas. La noticia de un Aznar, que no paga a Hacienda y que incluso le perdonan a razón de 20000 euros no tiene desperdicio. Este señor, de bigote charplinesco, inspector de Hacienda, se siente ofendido porque “los suyos” le han hecho una barrabasada. Quizá no se da cuenta el  expresidente del Gobierno, Presidente también de FAES, de lo mal que le sienta esto al contribuyente vulgar que no tiene mas remedio que apretarse el bolsillo.  No es precisamente la modestia la mejor virtud del Presidente de honor del PP. Casó a su hija en el Escorial rodeado de líderes europeos y  controvertidos empresarios. Al ternó con Bush en la espantosa  aventura de meternos de pies a cabeza en la guerra de Irak. Y participó en la enorme mentira de hacernos creer que fue ETA la responsable del desastre de lo trenes donde tantos madrileños murieron. Que ama la promoción personal y la publicidad no cabe la menor duda. Le hemos visto vestido de Cid Campeador arrastrando una cola larga de Grande  de Castilla. El lector se habrá dado cuenta de  si lo traemos  aquí no por otra cosa que por ser un  inspector de Hacienda que no paga sus impuestos. Esto llama la atención aún más en un ser  tan pluscuamperfecto como Aznar. Y más que risa que podría ser sádica, lo que me inspira es compasión. Tanto hablar de combatir el fraude y de contribuir al gasto público  en bien de todos, para ahora enterarnos de esto. Estamos hechos de la materia de los sueños, como dijo Schakespeare. 







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