Hay niños pequeños que se mueven con decisión, con poco o ningún miedo aparente, y otros que, al caer, tienen miedo de levantarse por si tropiezan de nuevo, miedo a volver a subirse en una silla para alcanzar algún objeto que les llama la atención, porque antes tropezaron en el intento; o miedo a abrir de nuevo la puerta de un armario porque ayer se pillaron los dedos con ella. Pero no dejan de maravillarme los primeros, al comprobar cómo, por más que caigan o se hagan daño al tratar de conseguir nuevas metas, persisten con la firme convicción de que lo conseguirán.
Por eso, tengo la firme convicción de que la convocatoria de elecciones generales para el 26 de Junio es, en ese mismo sentido, una nueva oportunidad de volver a ponerse en pie tras el tropiezo, y desandar lo vivido los últimos cuatro años para volver a unir empleo y derechos, educación y oportunidades, o pensiones y dignidad.
Se trata de otra ocasión para conseguir aquello que tanto se empeñan en quitar de nuestro alcance, como las infraestructuras necesarias para que la provincia de Almería pueda competir con el resto de Europa, ya sea mediante la mejora de la conexión ferroviaria, la llegada del AVE de doble vía o el tercer carril de la A-7.
Debe servirnos para atrevernos a abrir puertas y ventanas en las instituciones, sin miedo a pillarnos los dedos, haciendo que entre aire renovado con la máxima transparencia, y que el dinamismo y la participación más directa de la ciudadanía sean lo cotidiano.
Está en juego que nuestros hijos tengan igualdad de oportunidades y derechos para tener la libertad de elegir entre caer y levantarse o seguir sentado, sin que nadie le limite cuando se proponga algo, y eso es posible hoy desde el proyecto propio que en el PSOE tenemos para España y, por ende, para nuestra tierra.
De esta manera, salimos a ganar, a ganar la partida a los corruptos, a quienes siembran odio, a quienes pretenden que el débil siga siéndolo. Salimos a ganar de nuevo la batalla de las libertades para que volvamos a tener esperanza en el presente y en el futuro, para nosotros y nuestros hijos, porque, como dijo Azaña, “nos horroriza el pasado, nos avergüenza el presente; no queremos ni podemos perder la esperanza en el porvenir”.
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