Entre la clase política cuando hablan de Pedro Sánchez lo hacen como del "empecinado". Sin embargo yo creo que más que empecinado Pedro Sánchez está en una permanente huida hacia delante porque se siente rodeado y eso le hace adoptar decisiones a veces sorprendentes. Por ejemplo, cuando parecía que había sugerido que estaba dispuesto a volver a intentar componer una mayoría para ser presidente del gobierno, va y nos dice que ni sí ni no ni todo lo contrario.
O sea que va a iniciar conversaciones con todos los grupos pero sin decir claramente para qué cuando en realidad quiere tantear la posibilidad de conformar esa mayoría que le permita ser presidente pero le debe parecer que no es momento de decirlo puesto que debe esperar que sea el Rey quién le encargue oficialmente que intente formar gobierno, de ahí que se andan con medias palabras, medias sugerencias. Claro que la pregunta que cabe hacer es: ¿De verdad es factible un gobierno socialista aquí y ahora? Y la respuesta me temo que no es muy alentadora. Un gobierno presidido por Sánchez solo sería posible si Ciudadanos y Podemos le apoyaran activamente o en caso de que Ciudadanos dijera que no entonces que el apoyo se lo brindaran Podemos y los partidos nacionalistas. O sea un pastiche o como bien decía Alfredo Pérez Rubalcaba, algo así como el monstruo de Frankestein.
Supongo que Sánchez lo que intenta además de intentar culminar su ambición de ser presidente es que se visualice que decir "no es no" a Mariano Rajoy no supone irremediablemente que se tengan que celebrar unas terceras elecciones. En definitiva intenta sacudirse la responsabilidad que todos le achacan precisamente en la posible repetición de comicios. Y es que sea justo o injusto lo cierto es que en el imaginario popular ya ha cuajado que es el PSOE el único responsable de una hipotética vuelta a las urnas.
A mi Sánchez se me antoja como si estuviera en Fort Apache, rodeado por todas partes. Es evidente que una parte importante de su partido no le tiene mucho aprecio y hay dirigentes que esperan el momento oportuno para descabezarle. Por otro lado ahí está Podemos que cifra sus expectativas de futuro en la desaparición del PSOE, más allá el PP cuyos dirigentes le consideran un empecinado con el que es imposible hablar, y luego lo más importante, los votantes socialistas que han ido abandonando al PSOE porque Sánchez no les convence ni con su magro proyecto político ni como líder.
O sea que tiene casi todo en contra, digo casi todo porque Pedro Sánchez sin embargo tiene temple, un temple envuelto en ambición. No les será fácil ni a los unos ni a los otros descabalgarle de donde está, solo las urnas le pueden enviar a su casa. Mientras tanto el seguirá atrincherado en Fort Apache, que no es otro lugar que Ferraz.
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