Naturalmente no me refiero al curso escolar sino al comienzo del curso político.
Por las circunstancias que todos conocemos, hemos llegado al mes de septiembre con muchísimos problemas por resolver. Como los malos estudiantes que han de recuperar en este mes, nuestros políticos, los llamados por algunos padres de la patria, vienen desde el mes de diciembre pasado sin cumplir con las obligaciones que asumieron entonces y que deberían seguir haciendo ahora una vez constituidas las Cámaras.
Tras las elecciones de diciembre fueron incapaces de alcanzar algún acuerdo que hubiera permitido salir de la interinidad en que se encuentra el Gobierno, pero el examen del 26J tampoco les sirvió a los Partidos, con los resultados obtenidos, para alcanzar lo que todos esperábamos, que gobernara aquel Partido que, con diferencia, fue el más votado y todo ello por sentido de Estado, que se supone a todos los políticos, y salir así del atolladero en que nos encontramos. Desde esa fecha, hemos tenido, incluso, la investidura fallida del Sr. Rajoy y el horizonte que se dibuja de aquí al 31 de octubre no anima a ser especialmente optimista de que otra pueda producirse vista la posición de unos y otros.
Muchos españoles piensan que estamos siendo engañados por una clase política que, disfrutando de magníficos sueldos y otras prebendas, hayan sido incapaces de alcanzar mejores resultados. En cualquier empresa con tan escasa producción ya habría tomado decisiones importantes, quizás la más trascendente el cierre por baja productividad o cuando menos el despido de gran cantidad de esos privilegiados trabajadores incapaces de convencer a sus lideres (de todos los Partidos) de la necesidad de llegar a acuerdos. Estamos hablando, ni más ni menos, que de 350 Diputados y 266 Senadores pagados con los impuestos de todos los españoles, y que nadie vea demagogia en esta aseveración.
Es impredecible lo que pueda suceder de haber unas terceras elecciones. Basta oír en la calle los comentarios de la gente en el sentido de no acudir a votar e incluso boicotear esas elecciones.
El curso que se inicia debe espolear a los políticos a llegar a acuerdos razonables con las concesiones necesarias y las renuncias personales por legítimas que puedan parecer, en aras del interés general.
Otros acontecimientos, no menos importantes, también tendrán lugar en este Curso. Las elecciones en el País Vasco y en Galicia seguramente pueden ser trascendentes para ese futuro de acuerdos obligados. Se iniciarán también las vistas orales contra independentistas catalanes y culminarán procedimientos judiciales largamente instruidos por corrupción que están en la mente de todos. Todo ello en medio de las exigencias del día a día, como aprobar unos nuevos Presupuestos o cumplir con los compromisos con nuestros socios europeos.
En Almería, asistiremos a la dinamización de las distintas plataformas proinfraestructuras, como la Mesa por el Ferrocarril o los Amigos de la Alcazaba, tratando de seguir sensibilizando a las administraciones y exigiendo los presupuestos comprometidos tantas y tantas veces.
Curso, en fin, con muchas asignaturas pendientes para cuyo aprobado nuestros políticos han de empezar, de una vez, dando la talla que se les supone y que en este tiempo no se ha visto por ningún lado.
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