Durante el mes de agosto mantuve tres conversaciones con tres destacados dirigentes del PP, PSOE y Unidos Podemos en la provincia. Los nombres de mis interlocutores permanecerán “guardados” hasta que haya gobierno. Piense el lector quienes pueden ser.
“Hombre, que Rafael Hernando vaya a un ministerio sería una buena noticia para Almería, claro que sí. Y, además, Pedro, si la cartera fuera la de Fomento, pues imagínate; el AVE estaría mucho más cerca y más pronto. Pero el puesto de portavoz es, tal vez, más importante que el de ministro. ¿Por qué? Pues, muy sencillo. El próximo gobierno no va a tener mayoría absoluta y esa situación de debilidad parlamentaria va a obligar a pactar permanentemente. Y en esa situación tan compleja el portavoz va a tener que pactar con todos los partidos todas las propuestas que deban ser validadas por el pleno. El portavoz es el “hombre” de todos los ministros en el Parlamento porque es el que negociará con los grupos, que apoyen al gobierno o de la oposición, para sacar esos temas adelante.
Ese puesto sitúa a quien lo realiza en una posición privilegiada; difícil, sí, pero privilegiada. Porque su comunicación con los ministros deberá ser y será permanente y total. Cualquier llamada suya será atendida por cualquier ministro. No tomará decisiones, pero influirá en quienes las toman. Hacer el trabajo en el Congreso negociando proyectos de ley, decretos…en fin, todo lo que es normal en el trabajo parlamentario requiere una conexión personal permanente y es en esa relación fluida y de complicidad donde se puede influir de forma notable a la hora de la toma en consideración de determinadas partidas en el capítulo de inversiones de los Presupuestos.
Vamos, que yo no sé qué es mejor para Almería, si una portavocía nacional del partido del gobierno o un ministerio; sobre todo, como te decía antes, en una situación donde no hay mayoría absoluta, la Cámara está fragmentada y hay que negociarlo todo. Habrá que esperar, pero si hay gobierno de Rajoy las perspectivas para la llegada de la Alta Velocidad a la provincia pueden beneficiarse de un empujón importante, definitivo”.
PSOE o el temor a las
ocurrencias
“Ahora, lo mejor, es mantener la calma. Susana está callada pero sigue pensando. Es el momento de Pedro Sánchez y es el secretario general el que debe de liderar las líneas a seguir en la situación actual. Nosotros no vamos a facilitar un gobierno de Rajoy; eso, hoy por hoy, sería suicida. Los militantes no lo entenderían; pero tampoco vemos una alianza con Podemos y los independentistas; eso sería peor. Habrá que esperar a ver qué pasa en las elecciones vascas y a si el PNV necesita los votos del PP y eso se traduce en un acuerdo extrapolable a Madrid; no sé, todo es un lio.
¿Qué creo yo que piensan en la ejecutiva nacional? Nada, o lo que es peor: en sobrevivir. Esto es como el que está en la UCI: cada día es un paso adelante. No entendemos la actitud ni las decisiones. Ni, por supuesto, las consultan con nadie. Claro que, en ese intento de sobrevivir pueden caer en la ocurrencia de plantear a las bases un acuerdo de investidura con Podemos, las confluencias, el PNV, la antigua Convergencia y Ezquerra. Sería un intento a la desesperada, pero pueden utilizarlo sabiendo que la militancia siempre es más radical. El problema de algunos en el PSOE es que no saben distinguir entre los militantes y los votantes y hay que tener una visión global.
En cualquier caso la última palabra la tiene el Comité Federal que, salvo algo inesperado, será a primeros de octubre, tras las vascas y las gallegas. ¿Qué qué hará Susana cuando llegue ese momento? Eso solo lo sabe ella. Y habrá que esperar.
Iglesias y el general
“En una de las primeras conversaciones que mantuvimos con Julio yo le ofrecí todo nuestro apoyo. En Podemos y en Izquierda Unida no cayó bien su nombramiento, ya sabes; lo del “mono Amedio” y esas cosas, pero en Podemos tampoco gustó, aunque nadie dijera nada. Fíjate que nos enteramos cuando estábamos en medio del proceso de elección de candidatos. Fue una decisión de Pablo y solo de él. Bueno, pues a esa primera o segunda conversación, le aconsejamos que fuera por los barrios, que hablara con los grupos sociales, que hablara y mantuviera contactos con la gente que siempre ha estado en la izquierda y que es la que nos iba a votar. Mi sorpresa fue la respuesta que nos dio el y alguno de los que dirigieron la campaña: La gente va a votar a Pablo hagamos lo que hagamos; los votos los tiene él.
Y no fue así. Nunca sabremos porqué el 26J no se “sumaron” los votos de Podemos e IU el 20D. Es imposible, pero el general no aportó ni un solo voto; los restó. Y su creencia de que Pablo era el que traía los votos, sin necesidad de que los demás hiciéramos nada, se demostró un gran error. La izquierda no vota como la derecha, es más exigente y hay que estar con ellos, hablar con ellos, ser uno de ellos. Y, además, al votante de izquierdas no le gustan los generales.
¿Qué cómo explico yo que todo un general vaya de cunero donde la diga Pablo sin preguntar por qué, sin rechistar? Yo no lo sé. En todo caso tampoco era cuestión de preguntárselo, claro”.
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