Domingo de urnas

Pocas incertidumbres planean sobre el recuento de la noche electoral del domingo en Galicia y Euskadi, donde no está en cuestión la continuidad de Feijóo y Urkullu al frente de los respectivos Gobiernos. Y vistos como meta volante de las elecciones generales, el interés de estos comicios se centra en la facturación socialista en las urnas del 25-S. Sólo si hay debacle del PSOE podrían cambiar la posición del partido (con Sánchez o sin Sánchez) respecto a una eventual investidura de Rajoy como presidente del Gobierno de la Nación.
Entiendo por debacle del PSOE el sorpasso en Galicia y la irrelevancia en Euskadi. Es decir, que en la región talismán del PP perdiera su condición de segunda fuerza y los populistas de En Marea quedaran por delante en votos y escaños, mientras que en el País Vasco, donde será cuarta o quinta fuerza, ni siquiera pudiera ser decisivo como costalero parlamentario del PNV en el Gobierno de Vitoria.
Hay quienes siguen esperando de los resultados vascos un cambio de signo en la posición de los cinco diputados del PNV en el Congreso, que hoy por hoy es de "no es no" a Rajoy como candidato a seguir en Moncloa. La hipótesis se alimenta de un Iñigo Urkullu necesitado de los diputados autonómicos del PP para gobernar en Euskadi. Pero eso no va a ocurrir. La aritmética y la política apuntan hacia un gobierno en minoría del PNV, con pactos de geometría variable. O, en su caso, solo con el apoyo para toda la legislatura de los 8-9 diputados a los que quedarán reducidos los socialistas.
Claro que está viva la clave nacional de estas elecciones. Sobre todo en Galicia, donde Rajoy y Sánchez se han empleado a fondo. "No quiero que pase en Galicia lo que pasa en España", decía hace unos días el todavía presidente del Gobierno en funciones. Lo curioso es la coincidencia argumental con el lehendakari en funciones y candidato del PNV: "Euskadi no se va a sumir en el desgobierno de España". Desalentador mensaje: España es como el mal ejemplo del hermano mayor.