Una comisión mixta (Junta-Gobierno central) se acaba de reunir para concluir que volverá a reunirse. El motivo de la reunión que antecede a la siguiente fijada es la planificación de pasos a dar para la “definitiva” demolición del Hotel Algarrobico. Este enredo supera a “la parte contratante de la primera parte…” que Groucho interpretó genialmente en “Una noche en la ópera”.
Lamentamos la exclusión del Eje Turístico de Andalucía, pero es difícil que Almería pueda incluirse en un programa conjunto con altas pretensiones internacionales. Basta con analizar sucintamente los proyectos, dificultades estructurales y pocas facilidades para el desarrollo del sector como para justificar esta exclusión.
Almería mantiene cerrado el hotel más emblemático de la ciudad (Gran Hotel), y no se aprecia ninguna acción e inquietud por restablecer la actividad. Igualmente, el proyecto Puerto-Ciudad entra en el enésimo intento para establecer criterios conjuntos, coordinados… y conducentes a una decisión que, entre otras cosas, quedará condicionada por el diseño del puerto en sus actividades fronterizas e industriales contaminantes. Por cierto, no se pierdan la “solución” a la contaminación en Pescadería y Nicolás Salmerón con el granel de clínker: “La presidenta de la Autoridad Portuaria está en proceso de implementar nuevas y ambiciosas medidas para controlar la evaporación de partículas de polvo y que afectan a las viviendas que se sitúan frente a la franja litoral”. Este es nuestro nivel tecnológico. Ya sabe, cuando le molesten los mosquitos implemente una nueva y ambiciosa medida… o sea, ponga una tela mosquitera en la ventana.
Los frustrados intentos para potenciar el puerto como motor turístico contrastan con la política aplicada en provincias vecinas. Málaga va a contar con una importante inversión para la construcción en su puerto de un hotel rascacielos con 35 plantas, 135 metros de altura y un casino. El capital es de origen catarí y el proyecto lo diseñará el prestigioso arquitecto José Seguí. Evidentemente, no hay problemas con la invasión de la franja litoral, impactos medioambientales o paisajísticos y no se prevé sectario boicot al proyecto.
Las inversiones de los que tienen dinero para hacerlas van a lugares con seguridad jurídica contrastada y receptividad para acoger iniciativas productivas.
Abandonemos toda esperanza ante las disuasorias maniobras de propios y extraños. No olvidemos que la multinacional del ecologismo (Greenpeace) ha difundido la peor publicidad internacional a la provincia de Almería con el calvario del Algarrobico. No obstante, el enemigo también está en casa. La Junta ya espantó a propios y extraños con las viviendas ilegales en el Almanzora y la retransmitida demolición de los Prior. En su día, el conspicuo socialista Nono Amate abortó la intención del Palacio de Congresos y Exposiciones que iba a diseñar Norman Foster porque le dijeron en Madrid que el yerno de Aznar “podría tener intereses en el estudio del arquitecto británico”. Ya saben; Madrid locuta, causa finita.
El prestigioso arquitecto portugués Álvaro Siza tenía asignado el proyecto de un hotel en Cabo de Gata que se integraba en el terreno con un diseño de exquisitez medioambiental y que fue rechazado y olvidado… y así sucesivamente hasta fijar el foco en ambiciosos e imposibles centros comerciales que ocupen el déficit de un Corte Inglés al que se le presentaron toda suerte de impedimentos para “reorientar” a interés de parte su ubicación.
El turismo de Almería es de postal: buena imagen, pero insoportablemente estática. El turismo es una actividad tan dinámica y competitiva que no puede perder más tiempo en la dilación de reuniones que se enredan en el marasmo de las competencias y en el rescate de pretéritas propuestas.
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