El tercer triunfo con mayoría absoluta de Feijóo en Galicia junto a la vuelta del PNV al gobierno de Euzkadi son interpretados por la mayor parte de analistas como un refuerzo a nivel nacional de la política conservadora de Rajoy, lo cual quiere decir que de cambio, de gobierno alternativo nada de nada, al menos para estos cuatro próximos años . No ha bastado poner de relieve la terrible, la espantosa corrupción del PP, presuntamente uno de los mayores saqueos que haya vivido este país a lo largo de su historia. Tampoco la queja callejera y constante de las clases medias diezmadas por los recortes y las desigualdades y condenadas a pagar una deuda que afectará durante largo tiempo a nuestros hijos.
El cambio no es posible por muchas razones pero, sobre todo, porque ni Europa ni España están preparadas para la renovar las estructuras capitalistas. Era natural que los estrategas del PP metieran prisa para desbloquear el Gobierno en funciones bajo la amenaza de que sin ellos todo podría ser un desastre . Europa nos pedía cuanto antes la investidura acusándonos de ser un país que no saber resolver sus problemas; los empresarios se quejaban por otro lado de parálisis peligrosa, y, en fin, Rajoy terminaba la faena diciendo aquello de nosotros o el caos porque, según don Mariano, en la izquierda no hay nada más que ruido vacuo y estéril.. Y no le faltaba razón habida cuenta de lo que pasa en el interior de los otros partidos, concretamente el PSOE, Podemos y Ciudadanos. Nadie se pone de acuerdo para lo esencial.
Pedro Sánchez, lastrado por el peso de los barones, dice no y no a los requerimientos del PP sin saber en el fondo adónde vendrá a parar. No deja de ser una ironía falsamente aristocrática llamar barones a unos tipos que proceden del partido que aún mantiene en sus siglas el nombre de obrero. Por otro lado está Pablo iglesias. Siempre dudando entre el “sorpasso” de Anguita y la búsqueda de desbancar al PSOE en la urgencia de echar al PP del Gobierno. Y por si faltaba algo todavía, la doble función de Ciudadanos. Tan pronto pactaba con los socialistas para detener a Pablo Iglesias como toma la vieja querencia derechista de apoyar al PP. Con este doble funambulismo la verdad es que cada vez pierde más adeptos. Así que el Gobierno alternativo, tan aireado, tan urgente, no llega nunca.. La ultraderecha avanza por Europa. Los refugiados no tienen dónde meterse. En fin, de cambio estructural, por el momento, mejor no hablar.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/114374/de-cambio-cero-cero