Trekkies, zombis, grandes figuras del séptimo arte y la pequeña pantalla como Christopher Walken, Max Von Sydow, Paul Schrader o Bruce Campbell, y -sobre todo- cientos de miles de espectadores, se han dado cita este año en el Festival de Sitges, el cual termina pasado mañana con las acostumbradas maratones -en las que se rescatan los títulos más destacados de cada edición-, y durante el que se ha rendido homenaje a los 50 años del universo ‘Star Trek’ -curiosamente, el año que viene se cumplen también cinco décadas desde la primera edición del festival-. Quien esto escribe tuvo la oportunidad de ver siete películas a lo largo de tres días y he aquí una breve crónica.
The Girl with All the Gifts continúa el romance del cine británico reciente con el ‘cine zombi’ de calidad y ofrece un relato que, si bien puede recordar en muchos aspectos a esa obra maestra del videojuego llamada The Last of Us, es también un soplo de aire fresco en muchos sentidos. En cuanto a Shin Gojira, supone el regreso de Godzilla a la cinematografía japonesa y sus responsables ofrecen una clase magistral de cómo hacer atractivas y entretenidas la interminable sucesión de reuniones políticas y burocráticas que recorre el metraje, amén de ofrecer un enfoque bastante curioso de la mítica criatura -utilizando técnicas de última generación para ofrecer un look de la vieja escuela.
Promocionada como una mezcla entre Solo en casa y Scream, Safe Neighborhood reúne de nuevo delante de las cámaras a los dos ‘hermanos’ de La visita (2015) -aunque aquí quien se lleva la palma es el jovencísimo Levi Miller- y es una de esas películas entretenidísimas y llenas de giros de guión -además de mucho humor negro- de las que es mejor no saber casi anda antes de verlas. The Autopsy of Jane Doe, por su parte, trajo de nuevo a Sitges al director de Trollhunter (2010) con una historia de terror la mar de efectiva, en la que la ambientación, la trama y los personajes -entrañables Brian Cox y Emile Hirsch como padre e hijo- ganan por goleada a unos ‘sustos’ algo más genéricos.
Una nostálgica proyección de la magistral Aliens (El regreso) (1986) -con la presencia de Michael Biehn y un sistema de traducción simultánea algo criticado y que recordaba la experiencia vivida en la misma sala treinta años atrás-, los muy disfrutables tiroteos y persecuciones de la china Operation Mekong -otro vehículo de acción/apisonadora a los que nos tiene acostumbrados Dante Lam- o la posibilidad de conocer en persona a Don Coscarelli -que presentaba Phantasm: Ravager- fueron otros de los momentos vividos en un festival que es ya una segunda casa y al que siempre es un placer volver.
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