El bar Bahía de Palma, uno de esos históricos de la capital, vive sus horas más bajas y su posible cierre entre los silencios y las mentiras de la clase política que asienta sus posaderas y manda en el entorno de la Plaza Vieja. Durante los últimos once años al propietario del bar Bahía de Palma se le han dado buenas palabras, consejos y esperanzas desde el equipo del PP en el ayuntamiento. Últimamente ya no hablan con él, no quieren ni recibirlo y no dicen la toda la verdad cuando por el bar en cuestión se les pregunta. Lo último que se les oye decir es que la culpa es de la Junta de Andalucía. Ella es la que retrasa los permisos, ella la que retrasa las obras, ella la que lleva once años con la plaza empantanada por las obras. Y mientras las obras se empantanan y cierran el arco que une el bar con la plaza, el Bahía de Palma se muere poco a poco todos los días. ¡Y si fueran días! Son años los que lleva soportando unas obras que no parece tengan el final tras la esquina.
En otras capitales de provincias se estudian los problemas que van a tener que soportar los vecinos y los comerciantes por las obras en sus entornos. En la mayoría se buscan soluciones entre todas las partes antes de iniciarlas, así como las ayudas que se puedan aportar legalmente. Con el propietario del bar Bahía de Palma no se ha hecho nada de lo mencionado. Todo lo contrario. Ya no se quiere ni hablar con él. Ya no se le quiere ni recibir. ¿Le da vergüenza al señor alcalde, don Ramón Fernández Pacheco? ¿Y a su concejal de obras? ¿Pero tienen? Y la oposición ¿qué hace? Algunos andan muy preocupados por los ruidos de las terrazas, especialmente las que les molestan a ellos. Como el Bahía de Palma no tiene terrazas, no mete ruido que pueda molestar a algún edil, nadie se preocupa de él. Y como encima no son muchos los votos que se pueden conseguir, ¿para qué se van a preocupar por un propietario, por una familia? No merece la pena.
No se puede tener machacado a un negocio durante once años por unas obras y no buscar la forma, la manera de ayudarle a pasar el largo desierto económico al que le han condenado los políticos. No sé la forma de hacerlo, pero para eso están los listos de los señores que se sientan en el salón de plenos. Que se quiten “la boina” por unas horas y piensen, si es que son capaces.
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